15 agosto 2006

brevedad del hombre holandés

Dada esa figura jurídica transfronteriza que considera el suelo en que se asienta la embajada de un país como parte de su geografía, un aeropuerto, con sus orígenes y destinos, múltiples y mezclados, sugiere la multipropiedad que no termina de ser más de unos que de otros porque nadie pasa en ellos el tiempo suficiente para sentir más pertenencia que la maleta y su idioma –y es una ironía previsible el que para tantos el idioma sea justo eso: una maleta en la que apenas cabe nada. Uno aterriza en Schipol, Ámsterdam, y es al tiempo y momentáneamente un hombre holandés, una niña de Méjico, una mujer de Madrid o Nueva York, y a la vez es la ausencia de todos ellos, la falta de suelo bajo los pies.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Volando, si es el KLM, también eres hombre holandés.
Debería haber un vuelo que durara toda la vida.