28 junio 2006
A uno
De la selección de torpezas en que se dilapida el tiempo y las energías disponibles, a uno le parece siempre especialmente estéril la entregada al deporte que empieza a gastarse con una gratuidad incomprensible los días antes del evento y pulula por el aire los días siguientes. Uno no es quién para decir si los partidos de cualquier deporte duran mucho o poco, si quizá trece o catorce horas de partido bastarían. Pero está uno harto de que el tiempo que escasea para prestar atención a cosas importantes se derroche puerilmente no los noventa minutos semanales que dura un partido de fútbol –que poco daño ha de hacer-, sino los días interminables en que el mundo parece no tener más razón de ser que el oráculo previo y la ceremonia posterior a los dichosos noventa minutos. Las probabilidades de que la gente entregue su tiempo a pensares más provechosos son inciertas, pero cada vez que la selección o un club de fútbol español es eliminada de algún sitio, esas posibilidades existen, aunque sólo sea durante el tiempo breve en que uno intuye que el tamaño de la decepción que experimenta es demasiado grande para deberse a un partido perdido.
2 comentarios:
Deja que te cuente el secreto: el futbol no va de 11 tipos semidesnudos contra 11 tipos semidesnudos. El futbol tiene que ver con el carácter más gremial y comunitario del varón que se sienta en las gradas y el televisor. Desde tiempo inmemorial fuimos así. Cazamos juntos al mamut, y cuando uno de nosotros lograba con su lanza asestar el último golpe, todos habíamos cazado al mamut. El deporte como espectáculo tiene que ver con esa sensación de ser en el otro, en sus éxitos, en sus logros, sensación más propia del lado másculino que del femenino.
Recientemente, una mujer me comentó su incomprensión de esa ley no escrita entre los varones que se reparten las presas antes de comenzar a cazarlas. Y es que, al más apto se le asingan, siempre, las hazañas más increíbles.
Dejate llevar, alguna vez, por esa sensación, amigo Ulises. Y descubrirás que hay en el mundo mucho más que raciocinio.
nada en contra de ponderar el extasis del partido, ya digo que nada tengo en contra de compartirlo, y sé bien que el gremialismo es necesario, mi texto habla del antes y el después: del antes, antes, antes, del después, después, después.
raciocinio suena a ricino, por otra parte. no, no hablo de pasar el día leyendo a wittgenstein. sólo de saber que no juega de extremo izquierda.
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