05 junio 2006

Madrid-Berlin-Madrid

Protestaba ayer una manifestación la intervención prevista en el Parque de Berlín –una que prevé la tala masiva para hacer un aparcamiento y no sé qué polideportivo de pago- y era el shakesperiano bosque de Darfour que descendía López de Hoyos para plantarse junto a los plátanos y pinos al cuidado de la oruga Macbeth. Al poco desembocamos delante del portal de la casa en que viviera Gabriel Celaya. Sí a los poetas, no al hormigón –se gritaba entonces, tras la lectura de sendos poemas que cantaran, respectivos, la necesidad de la resistencia y la necesidad del árbol, concreto y de facciones amadas, que uno escoge para vivir. Ámparo es el nombre de su viuda. Algo que debió haber dado juego, dado el tema. Un día de sol no muy distinto pasó uno, hace ya años, en La Pedriza, entre sus pinares y con un libro de Gabriel Celaya en la mochila que no pude regalar a la mujer que no apareció ese día. Manifiéstate –debí insistir. Pero nada.

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