Hace cerca de dos millones de años, la vida era una gran aventura. Había que salir a buscar comida y existían grandes posibilidades de que uno mismo se convirtiera en almuerzo de las espantosas bestias que infestaban un mundo tan antiguo como peligroso. Un grupo de arcaicos antepasados con los que no podemos sino sentirnos acongojadamente identificados, pese a que eran más peludos, bajos, prognatos y definitivamente primitivos que nosotros, decidió salir de África y asentarse en un rincón perdido del Cáucaso para desarrollar allí su emocionante vida pleistocénica. –de un artículo acerca de las victorias involuntarias de la evolución, en EPS, 4.6.
Ahora se vive una situación de violencia de baja intensidad, de muerte lenta. Ya no hay grandes titulares de pueblos que se queman y violaciones masivas. Pero la gente, confinada, tiene miedo de moverse, de volver a sus pueblos de origen. No pueden salir a cultivar, ni a por leña, ni a nada. Están prácticamente encerrados en sus pueblos. Eso es menos llamativo que lo que ocurría al principio del conflicto, pero igualmente dañino. –de un artículo acerca de la guerra en Sudán, África, en EPS, 4.6.
No hay comentarios:
Publicar un comentario