13 octubre 2015

sigue mirando


Si solo nos obliga a reaccionar el momento en que ya no podemos dejar de ver lo que no queremos ver, podríamos haber llegado hoy a dos escenarios simultáneos: que estemos en el punto de equilibrio en el que perderlo todo (para muchos) y tenerlo todo (para unos pocos, muy pocos) sea visible desde ambos lados, pero aún no en las señales de lo que vemos a diario. Es decir, que quien tiene menos sepa a ciencia cierta que va a tener que pasar su vida teniendo eso como mucho, y que quien tiene mucho sepa que probablemente tendrá más no provoca aún revoluciones necesarias porque la visión de la diferencia garantizada no es todavía permanente. La precariedad aún permite cierto espejismo de vida y la opulencia obscena no es visible como tal a todas horas.
Como espejismo es una cuerda floja que va perdiendo hebras. Y ni la inacción ni la catarsis social arreglará ese puente sobre el abismo porque a estas alturas nuestra suerte ya no depende de la distribución de la riqueza sino de la población humana, y esta hace tiempo que no puede pasar ese puente sin despeñarse. Alcanzado semejante nivel de avance técnico y de sostenimiento legal de la injusticia, que el crecimiento económico sea incapaz de dotar de dignidad y de un nivel mínimo de prosperidad a la inmensa mayoría de los seres humanos no escandaliza a nadie porque los niveles de renta pueden ser esgrimidos como si el patetismo de los números fuera una manta con la que no ver lo que describen.
Y ni siquiera necesitamos la economía para diseñar la catástrofe. Se lee que La temperatura a final de siglo habrá aumentado entre 3,7 y 4,8 grados si no se adoptan medidas de control” y lo que sabemos es, pues, que ese será el aumento que afrontaremos de aquí a unas décadas. Mire a su hijos mientras lee esto. El planeta bate todos los records de temperaturas cada mes mientras retrasados mentales al frente del partido republicano estadounidense –que gobierna ambas cámaras del país que más contribuye a la emisión de CO2- niegan la evidencia del cambio climático. El 90% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas. Cientos de especies se extinguen cada año. Miles de hectáreas de bosque primario desaparecen cada mes. Y mientras esto sucede, China reivindica su derecho a desarrollarse y consumir como ya lo hacen millones de personas en otros países desde hace décadas. Como si dispusieran de un puente distinto. El veredicto es ya obvio: la especie más evolucionada del planeta es también la más idiota de cuantas hay. Quizá por eso el empeño antes de generar el fin de nuestro mundo es llevarnos con nosotros a cuantas especies podamos. Para que se note menos.

1 comentario:

concha dijo...

bueeno, no pasa nada...........todo tiene un final, una decadencia, una autodestrucción....nosotros también, no hay que juzgarlo.