Cuatro años desde que J.C. Chandor contara en Margin Call
la importancia de las estructuras globales que esperan en la sombra, intactas,
perfectamente enhebradas, su oportunidad de deflagrar, El año más violento narra
la realidad opuesta, aunque su apariencia sea la misma: el paso implacable de
lo que no confabula contra ti, lo que simplemente se da por acumulación de
sedimentos –precariedad, chantaje, discreción, márgenes ajenos de maniobra. Sospechado
el robo sistémico de gasóleo a un empresario como una maniobra de sus
competidores, la película acaba contando que son las pequeñas cosas operando a
su antojo las que simulan un orden o iniciativa que no existe, que no hace
planes contra ti. La desprotección resultante es tan real como la que cuenta
Margin Call, y más aún, pues si algo cuenta la parábola de David el hebreo es la
necesidad de que el adversario tenga el tamaño que tus armas necesitan.
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