Al menos en cine, cuanto mayor la amenaza a la especie humana, más
reconocible el enemigo a neutralizar. Más raro es que éste resulte ser recurrentemente
Kennedy. Cinco años después de que Watchmen (Snyder, 2009) propusiera la reelección
permanente de nixon en la década de los ochenta, X men, días del futuro pasado
(Singer, 2014) propone a los mutantes como parte pasiva y activa de la
presidencia nixon. Obligado a dimitir en 1974 por las escuchas ilegales realizadas
en la sede del partido demócrata, nixon se sentiría más cerca del profesor
mutante Xavier que del Ozimandias que, en Watchmen, mentía y asesinaba en aras
de un bien mayor. Para compensar tanta atención por parte del cine, el término “secuela”
tiene, en política, una acepción más real, aunque no menos previsible ni, por
supuesto, menos rentable.
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