19 marzo 2014

el arte de la referencia



Dos máquinas de segar recuerdos se cruzan en el jardín en que transcurre El arte de la entrevista, de Mayorga, estos días en el María Guerrero: una es la tentación de fabular qué sugiere una entrevista, una cámara, una pregunta; otra, qué ganas con ello, seas una anciana sometida a una entrevista escolar, o un preparador físico que llega para atenderla. Solo que en realidad ambos son otras cosa: la posible invención de un pasado mejor –que, en su apuesta por reencontrarse con su exmarido, afecta a la madre tanto como a la abuela- es solo la necesidad humana primordial de generar interés en alguien, más si es alguien que ya lo sabe todo de ti. Y en cuanto a la segunda, es solo la imposibilidad de no amar, el miedo a dominar eso. Por eso lo que buscan todos es lo mismo: el entrenador, ayudar a quien te agrede; la anciana, decir la verdad a quien no la necesita; la madre, amar a quien no lo merece; la hija, que quien no puede quererla la quiera. Es casi un acto de coherencia que, el día que uno va a verla, llena la platea de adolescentes y señoras mayores, las referencias a la letra de Thunderoad, de Springsteen, parezcan buscar un público que no está por ningún lado. 

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