25 diciembre 2006

Madagascar, Madagascar, Madagascar

Favorecen las navidades reuniones en sitios en los que uno sólo pasa ya prisas, tiempos que se acaban, ligados a cenas que uno come en la maleta con que va a casi todos sitios, y en ese pasear la vista por los escenarios en que a lo mejor transcurrió su niñez quizá uno se ensimisma en la contemplación de un objeto que súbitamente se convierte en un espejo, y en él se ven otros días, otras caras –quizá las mismas cuando eran otras-, prioridades de cuando en el mundo no había tanto de esto y sí de aquello. Imaginó Borges un encuentro del yo con lo que fue en el que enfrentaba su versión anciana con una mucho más joven. Fuera de la literatura los objetos hacen lo que pueden y quizá en ello soportan nuestra mirada a sabiendas de que hay preguntas que sólo podemos permitirnos hacer a quien no puede responderlas sino con ese hábito generoso que es difuminar la imagen de uno mismo, reflejada. Sí, puede intentarse con un langostino. Con suerte no notarás que es él el que no deja de mirarte.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz? Navidad

uliseos dijo...

Zelig navidad.