30 diciembre 2006

de todos los anteriores

En Idomeneo, éste es impelido por el dios Saturno, tras salvarle la vida, a matar a la primera persona que vea tras salir ileso del mar, y éste resultará ser su hijo. Tras tratar de alejarle de sí tanto como le es posible, el padre empuña finalmente el hacha para aplacar la ira del dios y ha de ser Júpiter quien frene su mano.
Hace dos días en El País, se lee una entrevista a Guntram Weber, uno de los hijos de la alemania nazi criados en una de las 15 clínicas Lebensborn (fuente de vida) con la idea de crecer parte de la nueva y perfeccionada –filtrada y poco más- raza aria que dominaría el mundo, aunque sólo fuera el de los muertos durante los 5 años que trató de coexistir junto al siglo. Escribe Juan Gómez que de cada mujer alemana esperaba la alemania nazi 4 hijos dentro del matrimonio y todos los que cupieran fuera de él. L343-34 es en la ficha que de Weber se guarda un nombre más preciso que el que conoce de su padre, del que sólo supone el nombre del país al que huyó -Argentina- donde indaga vivió y murió anónima y plácidamente.
Hace unas semanas uno estaba en la casa de un personaje, en uno de los suburbios chabolistas que cercan Buenos Aires, y éste sacó un abrigo oscuro, de piel y talle antiguo, que dijo le había sido entregado por un antiguo miembro del ejército nazi arrumbado en argentina y al que conoció poco antes de morir.
Entran y salen del mar, como botellas que se abrieran en el sitio menos esperado, los mensajes que se esperan en otro sitio, o simplemente los que no deberían salir de él, y es una ironía más la posibilidad de hallar la piel oculta de un huido justo aquí, en la casa de un loco jupiterino que la ha fabricado entera a base de unir botellas de vidrio, y al que si se le pregunta por qué quizá respondería lo mismo que el Neptuno de la ópera de Mozart o el padre de Guntram Weber a éste acerca de su paternidad a distancia, de haber tenido la ocasión: es un concepto. Un concepto el tener hijos o mandarlos matar como se tienen patrias nuevas o se matan las antiguas.
¿Cuál de los dioses me mantiene vivo? ¿cuál acudirá a mi ayuda? –dice Idomeneo.
Que se extingan –responde L343-34 cuando se le pregunta por el hecho de que los alemanes caminen hacia la desaparición ante el descenso de la natalidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es lo que pasa cuando se añaden dioses a la lista sin avisar de cuáles había antes.
escribe hoy en el país jose ángel vela del campo que algún espectador ha llegado a llegarse desconcertado ante la ausencia de mahoma en la representación.