05 julio 2006

Pieza para ballet y guillotina

Como si en vano hubiera Francois Poulenc esquivado en 1953 el encargo de componer un ballet para ser estrenado en La Scala de Milán, la ópera resultante de ese regate –Diálogos de Carmelitas- serpenteó sus textos entre las manos primeras de Georges Bernanos, quien escribió un guión a partir de la novela de Gertrud Von le Fort Die Letze am Schafott. El baile no acaba ahí: Emmet Lavery había previamente adquirido los derechos de la historia y con ellos la obligación de ser citado como tal en toda representación, y si bien su nombre no aparece ni como figurante en el folleto que acompaña el montaje que se ha visto en Madrid hasta hace unos días, sí lo hace el de unos -inéditos en la versión de Wikipedia- Philippe Agostini y Raymond Bruckberger como coautores de un guión cinematográfico en que se basa el libreto. Rezuma fe la ópera de Poulenc y en ello pesa, al parecer, no sólo la que profesaba el compositor sino la sorprendente colaboración de Bruckberger, reverendo cuya aportación hubiera uno deseado ver en aquel ballet que no llegó a ser. Pero danzaba el alma a pies juntillas en la sobrecogedora escena final en que las doce Carmelitas son guillotinadas. Como si el ballet que Poulenc no quiso en el escenario se bailara desde las butacas, petrificadas de belleza.

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