16 marzo 2006

la mejor de las definiciones

Nubla nuestra preferencia por las definiciones construidas dentro en vez de buscadas, exploradas, leídas fuera. O simplemente la predilección por aquellas que nos viene mejor leer, aunque conculquen el resto –las que no se leen. Recoge el diccionario, para explicar la voz derecho, el conjunto de principios, preceptos, reglas a que están sometidas las relaciones humanas en toda sociedad civil y a cuya observancia son compelidos los individuos por la fuerza. También la facultad de hacer o exigir todo aquello que la ley o la autoridad establece en nuestro favor. Publica El País en su suplemento dominical del 31.12 las declaraciones del editor y presidente del club de fumadores para la tolerancia. Con acuerdos no hay ley que valga –dice. Prohibido prohibir –se lee en su camiseta. Vamos a darle seis meses a la ley, a ver qué pasa en la calle, pero creemos que una norma que se basa en la prohibición y la sanción no funciona. –dice. Por derecho también recoge el diccionario exención, franquicia, privilegio. Y esta: recto, igual, seguido, sin torcerse a un lado ni a otro. El problema de las definiciones en manos de quienes se fuman el papel en vez de leerlo: la de ubicar acuerdo por encima de la ley, la de consentir la ley en lugar de acatarla, la de equiparar prohibición a opresivo, la de no entender que la primera acepción de sanción es cumplimiento. Y esa perla final: encontramos 70 oferta en las que se ponía: imprescindible no fumador. La única con fundamento era la de degustador de dulces. La definición de lo que, en función de nuestros apetitos, ha fundamento y lo que no. Fundamentalismo. Justo al lado.

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