He amarrado el barco en el espigón de poniente. La playa estaba vacía. Miro atardecer desde cubierta, sentado hacia la proa. Descanso los ojos en el agua que viene a golpear mansamente contra la quilla del barco. En el silencio de la tarde noto que estoy solo y cansado. He salido a navegar muy temprano.
Por la mañana he notado el aire de primavera soplando en las velas. Eso me ha llenado de esperanza y me ha dado ánimos. Era la primera salida después del invierno y me he notado inseguro y temeroso.
Hace un rato ha pasado un grupo de arroaces buscando las aguas más cálidas del interior de la ría. La manada avanzaba compacta, protegiendo a los más pequeños.
He dado el paso. Estoy aquí fuera, a la intemperie, con lo poco que tengo, con todo lo que sé y lo que no hice, dispuesto a empezar de nuevo, a seguir el viaje. Respiro al vaivén de la noche que se va instalando a mi alrededor.
Siento el peso del tiempo, pero me siento vivo.
3 comentarios:
esa es una buena definición de sentirse vivo: sentir que uno sobrevive a lo que pierde, a lo que no alcanza. y que si, con todo, la vida parece sostenerse en esos intentos, es porque pudiera ser justo esos intentos.
...bonita travesía. y no hay vida sin viaje, la espera es el abandono
Si al final está el mar, vale.
Mientras, arena, rocas, orilla, resaca. Silencio.
Al final, las olas, suave y contínuo movimiento. Vale.
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