25 noviembre 2015

jaque a mis piezas



Viendo Spectre, de Sam Mendes, uno se pregunta, no si es efectivamente peor que Skyfall, sino si es distinta. Y acaso uno prefiere no llevar la pregunta más atrás, hacia las dos primeras películas del ciclo Craig. Convertida la licencia para matar en una para atormentar a su portador, los rasgos que hacen atractiva la tetralogía son tan recurrentes en lo bueno –la continuidad con que las tramas y personajes de unas se enhebran en otras- que su núcleo real –la forma en que Bond sufre de lo mismo- aspira a lo mismo: lograr que el agente que las protagoniza padezca aquí lo que empezara a sangrar allá. Y sí. Solo que el rango del sufrimiento posible en un asesino confeso parece no dar más de sí que lo que ya diera en Skyfall, y no es poco. El aislamiento es redundante, con o sin miembros del clan malo infiltrados en las filas del M16. Su oscuro pasado como huérfano –discreta, elegantemente tratado en Skyfall- se ve en Spectre como si un grandes éxitos de aquella. La sensación de que uno ya ha visto esto antes, sea lo que sea, se impone nada más acabar la epatante secuencia inicial. Impecablemente realizadas e interpretadas, uno cree que si se estrenara una película de Bond cada año, sería insoportable de ver.

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