Una de las ironías a posteriori acerca de la escasa
huella que dejó Shakespeare fuera de sus obras, y que alimenta las dudas sobre
la autoría de las mismas, es cuán en cine, más raramente en teatro, no es
infrecuente escuchar cómo se le da ese nombre en tono burlón a quien presume, o
de quien se conocen vagamente, inclinaciones literarias. Tennessee Williams se
sumó a la lista muy pronto en su carrera, pero lo hizo con una inusual cualidad
doble: primero, y más obvio, al hacer del Tom de El zoo de cristal (1944) un
infeliz al que otro infeliz, Jim, llama burlonamente Shakespeare. Segundo, y
más sutil, en la forma en que, como hiciera el propio dramaturgo isabelino, Tom
es en el texto de Williams al mismo tiempo el “autor” de la obra que va a
narrar, como uno de los personajes que intervienen en ella. Dudosamente
Williams pensó en ello, ocupado como estaba en volcarse a sí mismo en Tom, a su
madre en la madre de éste, a su hermana en la propia, a su padre en el mismo
que los abandonara a todos. De cuantos reyes puso Shakespeare a recibir la
visita de fantasmas, es un príncipe –así era conocido Williams en sus años
dorados- el que más recuerda a él. Utilizado para añorar a su padre, maltolerar
a su madre e intentar, sin lograrlo, cuidar a la mujer que ama, quien enloquece
hasta ver un zoo de cristal o de hierba similar al que dedicara su vida la
hermana de Tom, Hamlet muere pidiendo el mismo silencio que querría aquel. De haber
dotado Williams a Tom de un solo amigo, incluso Rosencratz y Guildestern tendrían
su hueco en el zoo de los parecidos.
30 noviembre 2014
29 noviembre 2014
la imposible deflación climática
Recorrido el mundo por la amenaza de un crecimiento económico anémico que sume a la parálisis salarial la caída en los precios al consumo, la ONU publica el enésimo informe sobre cambio climático, que se lee con la mezcla de cosa sabida y fatigosamente consentida que suponen los anuncios que animan a invertir en planes de pensiones en esta época del año. Con la cabeza ocupada en justo lo contrario, se lee la llamada urgente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mientras se piensa en cómo aumentar la temperatura de las locomotoras económicas globales. Donde la ONU escribe necesitar un 70% menos de emisiones en 2050 y un 100% menos a final del siglo, un país como China, donde un crecimiento interanual del 7% es un fracaso y una amenaza al poder del partido comunista lee, sobreimpresionado, el derecho a consumir tanto gas y tanto petróleo como pueda extraerse del mundo. Y ni un solo gobierno del mundo –exceptuando quizá los escandinavos- sabe o quiere saber cómo aplicar esa instrucción sin causar la autodestrucción de sus economías, solo porque la autodestrucción pactada –hecha de permitir al gran dinero convertirse en arcas inmunes mientras se pide al resto de la población que se conforme con transformarse en agua- permite sobrevivir mejor a las elecciones municipales, regionales o nacionales que salpican el calendario nacional en todo el mundo. Y dónde sino en Dinamarca podría presentarse un informe así sin que la población acudiera, como en el pueblo empobrecido de El viaje a ninguna parte, a acusar a quienes lo leen de querer jugar con su pan escaso.
Los océanos se felicitan de que el atún rojo recupere ciertos niveles de población para poder ser esquilmada de nuevo con garantías legales, el 30% de las especies del planeta están en peligro de extinción, el deshielo deja unas imágenes tan espléndidas como nítidas. Pero el titular es que, de implementar las acciones que reclama el informe, el consumo mundial podría contraerse un 3% anual en lo que queda de siglo. El peor escenario que contempla la ONU –cualquier político que sepa que será justo el que sobrevenga lo ubicará como el menos probable- prevé un aumento de 4,8 grados a finales de siglo. Un metro más en el nivel del mar, ecosistemas convertidos en desiertos, hambrunas más allá de lo registrado nunca, enfermedades, precariedad y mortandad a la altura de las novelas de ciencia ficción que leemos cuando no leemos los informes de la ONU. Nada que deba preocuparnos mientras suceda lentamente, a un ritmo al que podamos acostumbrarnos. Como una calvicie que solo se llevara un pelo cada día.
Incluso los ejemplos que tenemos al alcance son discretos: el trayecto
que uno realiza al salir a correr incluye el parque construido por una promotora
a cambio de poder construir en parte del pinar de Conde de Orgaz. Hasta cinco
personas es normal ver trabajando allí, limpiando el lago y las cuidadísimas jaras
y retamas que contiene el pequeño parque, que cabría entero en el lago de la
Casa de campo. Pero basta salir del recinto vallado y seguir corriendo por el
hermosísimo pinar para verlo sembrado de basura que está ahí un día tras otro,
un mes tras otro, se diría que solo tapada por los árboles que caen de vez en
cuando y la hierba que, con las lluvias, oculta la porquería incesantemente
arrojada por quienes pasan por sus caminos como quien por los informes de la
ONU.
28 noviembre 2014
entre la calma y la magia
Al final de La calma mágica, hasta hace unos días en el Valle Inclán, Alfredo Sanzol imagina una conversación entre el protagonista, un hombre desorientado en busca de paz, y su padre, muerto hace tiempo. Contada su desesperación en el trayecto que media entre un par de anécdotas que ocurren vía teléfono móvil, entra finalmente una llamada y es él, su padre. Lo que Sanzol escribe entonces es algo que sucede también entre las dos palabras principales del título: la calma con que la voz de su padre le dice lo más vago que un muerto podría decirle a un vivo es esa pura magia de lo que en esta vida imaginamos de aquella otra: que persevere, que para estar bien hay que tratar de hacer lo que uno cree que debe hacer, que no esté nervioso. Hasta la estatua del comendador es más explícita en el par de frases que Zorrilla puso a su disposición. Y sin embargo la conversación es una epifanía de la escritura de Sanzol, un poco a la manera de Millás, siempre con un pie en la normalidad y otro en el asombro, que en este caso pasa por asumir que incluso viniendo de la muerte para hacer una única llamada –el padre dice que no habrá otra- quien habla desde ella pudiera no saber mucho más de lo que sabemos en vida, que lo que un padre pudiera hacer por un hijo está en los mismos consejos vagos que se le da a un adolescente o un hombre al nacer su tercer hijo. Y que, con suerte, lo que sabemos de la muerte –añoranza incluida- no es mucho más que lo que desde ella se sabe de nosotros. Como escritura confesa sobre el consuelo y la impotencia de perder para siempre a alguien, uno no imagina mejor descubrimiento.
24 noviembre 2014
Lo que uno es cuando no está
Hace un par de años, una amiga y yo acordamos
escribir cada año nuestro obituario respectivo, a fin de evaluar, al paso del
tiempo, lo que deja de importarnos, lo que sigue haciéndolo, lo que aparece
para reclamar un papel antes no sabido. Como un ejemplo más, el 12 de noviembre
El País publicaba dos esquelas, en una, se recordaba a un hombre como “esposo y padre ejemplar”; en otra, se
honraba a una mujer como “testigo de la proclamación
de la república, el 14 de abril de 1931, en la Puerta del Sol, mantuvo sus
ideas hasta el final”.
23 noviembre 2014
Artemisa en Palestina
Cómo el texto de Colm Tóibín, estos días en el
Valle Inclán, sobre la visión de la virgen María del destino de su hijo famoso sirve
para contar la distancia entre lo que se ve, se toca o se sabe, y lo que, de
pura imposibilidad de ser superado, no tienes más remedio que creer –“Artemisa, diosa de todo lo que crece, libérame.
Llévame hacia la oscuridad más calma y que allí encuentre lo que tenga que
encontrar, ya sea el silencio o alguien hablando, incluso puede que los muertos
que he conocido, o tal vez sus tristes sombras susurrantes.”
12 noviembre 2014
mi reino por un limbo
Si el auge de según qué opciones políticas solo se explica en ese ciclo
de revelación y olvido con que las sociedades gestionan lo obvio –que un
mitin se gana enarbolando ideología y un gobierno, pragmatismo-, se diría que
el partido republicano estadounidense vive, desde hace cuatro legislaturas, de esperar
la llegada de ese limbo. Solo así se explica que, con la mitad del paro y el déficit
que dejara george bush jr, y la economía creciendo a un ritmo que no iguala ninguna
economía desarrollada, el partido demócrata venga de perder el control del
Senado y de ver ampliada la mayoría republicana en la Cámara de representantes.
Y que tan bien expresa lo que Luis Monge escribe en El País 6.11 –“¿cómo se explica que en Arkansas ganen
quienes defienden que si aumentan los salarios habrá menos contrataciones mientras
al mismo tiempo se aprueba en referéndum el incremento del salario mínimo?”. Es
en ese paraíso de lo evidente
invisible, que las máximas aspiraciones del partido republicano apuntan contra
la revocación de la Reforma sanitaria y contra la ya compleja aprobación de la Reforma
migratoria, como si fueran nimiedades de la protección social lo que, junto a la
lucha contra el cambio climático, frena una recuperación económica que no está frenada.
Como ocurre aquí con el partido popular, que es casi preferible en el gobierno –por
falaz, corrupto, ramplón y acultural que sea- con tal de no verles instalados
en la obscenidad permanente desde la oposición, la mejor, y única lectura no
deprimente, del triunfo del partido republicano podría radicar en las energías
ahorradas por quienes les leen o escuchan tras ocho años de desvarío continúo
en la oposición. Lo explica ese otro socialista, musulmán, ateo y probablemente
negro que es Paul Krugman:
11 noviembre 2014
y sin embargo es un periódico honrado
Recién logrado por el partido republicano estadounidense
la mayoría en el Senado al tiempo que sus méritos merecerían perder los escaños
que ya tienen, en nuestro país el que fuera el periódico más progresista, y aún
clama serlo, con la mano derecha imprime noticia de la caída en barrena de
cuanta aspiración de buen gobierno puedan alardear los partidos tradicionales,
y con la izquierda difama sin escrúpulos el surgimiento de un partido cuyo
mayor crimen sería serlo cívico y no aún político, como sería de desear para
competir en igualdad de mediocridad y mentira con las opciones existentes. Es
así como, en el editorial del domingo pasado, tras glosar con benevolencia la
gestión del país en manos del gobierno actual, sugiere “nada justifica dejar a la sociedad en manos de un grupo de diagnóstico
catastrofista y voluntad descalificadora, que niega ser de izquierdas ni de
derechas para ocultar lo que realmente es: simple y vulgar populismo”, que
es, como sugiere la lectura de El País cualquier día de la semana, en su
primera frase justo la definición de la política en manos del partido popular,
y en su segunda, la acepción básica de cualquier campaña electoral de cualquier
partido desde la instauración de la democracia.
La falta de tiempo para leer el propio periódico en el
que uno escribe podría explicar también el más afinado reproche –“una cosa es criticar y otra muy distinta
ofrecer soluciones solventes y realistas a una sociedad necesitada de buena
gestión. Hasta el momento, las únicas recetas que hemos escuchado en boca de
los líderes de Podemos son viejas, fracasadas y delirantes”- que, entre
otras cosas, presume de no haber leído siquiera la tribuna de Pablo Iglesias y Carlos
Jiménez Villarejo publicada en –justo, lo han adivinado- El País un día antes,
contra los paraísos fiscales y su impunidad, cuyas recetas “viejas, fracasadas y delirantes” reproduzco
a continuación para aquellos que tienen la suerte de no leer El País estos días
-“Primera. El G-20 ha de emplazar a todos los
Estados para que requieran la identidad de los clientes con cuentas en las
matrices, filiales o sucursales en el extranjero de los bancos que operan en su
territorio. Segunda. El G-20 ha de emplazar a Suiza para que atienda los
requerimientos de las Administraciones tributarias respecto a la UBS y el
Credit Suisse. Tercera. Los altos cargos de las Administraciones central y
autonómicas y diputados de las correspondientes asambleas legislativas
prestarán consentimiento escrito para que la AEAT confirme con terceras
jurisdicciones que no tienen cuentas sin declarar en el extranjero. Cuarta. El
Gobierno ha de llamar a consultas a los embajadores de Suiza y Andorra para que
justifiquen por qué no han informado sus Gobiernos de las cuentas de Bárcenas y
de Pujol contraviniendo de forma flagrante la recomendación número 12 del GAFI
(Grupo de Acción Financiera Internacional, de la OCDE), como personas de
evidente relevancia política. Resulta escandaloso a primera vista que los
bancos donde han estado abiertas las cuentas de Bárcenas y de Pujol no
informaran a las unidades de Inteligencia Financiera de Suiza y de Andorra de
la existencia de tales cuentas. En el caso de que las explicaciones ofrecidas
no fueran satisfactorias, España ha de denunciar a estos países al GAFI para
que sean incluidos en la lista de países no cooperativos y puedan arbitrarse
las contramedidas que sean pertinentes. No puede tolerarse más la permisividad
de los Gobiernos con el fraude fiscal internacional en directo y gravísimo
perjuicio de los ciudadanos, agrandando la brecha de la desigualdad económica y
social.”
05 noviembre 2014
istmos
“Descubrí
que la mayor parte de las veces que oí decir a un líder del gobierno que algo
tenía que ver con la seguridad nacional, no estaba relacionado con eso sino con
alguna vergüenza personal” –cita Francisco G. Bastierra a Ben Bradlee en la
necrológica de éste, en El País 23.10. Comprado hoy The Washington Post por
Jeff Bezos, dueño de Amazon, lo que su apoyo a Ben Woodward y Carl Bernstein
–contado aquí (http://internacional.elpais.com/internacional/2014/10/31/actualidad/1414778919_213629.html)-
hizo por la salud de la democracia estadounidense en 1972 no puede ser
calibrado hoy, en tiempos en que la Fox lucha por lo contrario, pero habla de un
resorte doble, hoy en decadencia –el tiempo en que la verdad periodística era
suficiente para tumbar un gobierno delictivo, y aquel en que la sociedad acudía
a un periódico impreso para buscar ambos: la prueba de la mentira, el orgullo
de sostener la verdad.
03 noviembre 2014
posando para Savall
Un día antes de que Jordi Savall reciba el Premio Nacional
de Música, uno de sus conciertos magníficos alumbra en el Auditorio Nacional la
vida de El Greco en 23 episodios, que en el programa aúnan el autor, de haberlo,
del motete, la danza, el madrigal o el villancico, con el momento histórico al
que representan. El ascenso al trono de Felipe II, la expansión y contracción del
imperio otomano del XVI, la expulsión del moriscos a principios del XVII se
turnan los mismos instrumentos musicales con la naturalidad con la que el
tiempo largo de los siglos contrae los acontecimientos más dispares hasta
fundirlo en épocas fácilmente reconocibles. Para ilustrar la masacre de 1571 en
Saint-Barthélemy, inserta en la guerra de religiones en Francia, un salmo de
Claude Goudimel imita lo anterior y reduce a dios a un general al que exigir
tanta sangre ajena como amor a lo propio –“Pleitea
contra mis pleiteantes,/ ataca, Señor, mis atacantes,/ empuña el escudo y la
lanza,/ y avánzate para socorrerme./ Carga contra ellos, marcha al frente,/ impídeles
seguir adelante./ Dile a mi alma: Alma, soy yo/ aquel que a ti puede
protegerte./ Por el oprobio sea perdidos,/ sean tumbados y confundidos/ todos
los que persiguen mi vida/ y todos los que a mi ultraje aspiran./ Que sean como
el polvo que es/ por el viento echado donde quiere:/ que el ángel del Dios
omnipotente/ sin tregua los vaya persiguiendo./ Todos los caminos les
resbalen:/ por caminos negros y sombríos/ el ángel de Dioa de sitio en sitio/
los persiga siempre y les dé caza./ Porque con traición me dispusieron/ sus
artificios en una fosa:/ sus artificios, digo, a traición/ prepararon para
darme muerte”.
02 noviembre 2014
un relato
La sede del partido popular en Madrid emplea las plantas
más cercanas a la puerta para albergar la rama madrileña del partido y el área
de prensa y telegenia. Y las más alejadas, para ocupar tesorería y dirección
del partido. Entre unas y otras, servicios jurídicos. Es una distribución que
parecería haber servido de mapa a la expansión simultánea del partido y de la
burbuja de prosperidad nacional, tal si alentada y gestionada en el ascensor
que ha de ir de unas plantas a otras. Puestos en fila unos juntos a otros, los
millones de edificios levantados en nuestro país en los últimos quince años habrían
dado para conectar, sin un metro libre, el auge inmobiliario sin fin que
expoliaba el litoral con las elecciones ganadas consecutivamente por los
gobiernos populares asomados al balcón de la calle Génova. Las tramas de diputados
y consejeros comisionistas que engrasaban la maquinaría electoral en Madrid,
Murcia, Galicia, Baleares o Valencia, sentadas hoy en el banquillo, asfaltaron
también el camino al enriquecimiento delictivo en las promotoras que corrompían
a los alcaldes para que la renovación probable de su mandato perpetuase el
engranaje, y en los bancos donde el dinero inagotable del ladrillo sirvió para
comprar a los consejos de administración, cegados así a los desmanes ajenos al
saber los propios.
Cuatro plantas por encima de las áreas dedicadas a
producir videos y eslóganes, el tesorero del partido popular amasaba una caja b
nutrida con el impuesto revolucionario que promotoras, constructoras,
eléctricas y empresas de todo tipo pagaban en la sombra a cambio de obtener
contratos públicos. La misma caja b que aún hoy rajoy niega haya existido
financió entre 2006 y 2008 1.7 millones de euros destinados a la reforma de la
sede del partido en Génova. De esa caja b inexistente salió en 2004 el dinero
necesario para salvar de la quiebra a libertad digital, fiel portavoz de la teoría
de la conspiración sobre los atentados del 11M, rabiosamente defendida en su
día por aznar, acebes, aguirre, cascos o gonzález pons. Dos de los hombres más
cercanos a aznar –rato y blesa- dirigieron, y llevaron a la quiebra, a la que
era tercera entidad financiera del país tras estafar a millones de pequeños
accionistas en su salida a bolsa. Asomados a los periódicos hoy por haber
ocultado y amparado la concesión de visas opacas que compraban bienes y a
quienes las llevaban, siendo mayoritariamente empleadas para usos en nada
relacionado con la representación de sus cargos, representan, a escala, miméticamente
lo que el partido popular recibió, solo en 2008, en donativos ilegales: más de
un millón de euros. Según la contabilidad b hecha pública por su extesorero al
ser capturado y encarcelado, el partido dedicó buena parte de ese dinero a
pagar sobresueldos a su cúpula directiva. “El
pago en dinero negro no tiene, según la Agencia Tributaria, reproche fiscal ni
constituye delito.” –se lee en El País 29.10.
Tan obvio debía ser el mapa, tan claras sus
instrucciones, que fueron seguidas con celo escrupuloso, e idéntica fe en la impunidad,
por cuanto satélite se conciba, cercano o no: ya sean las prácticas de extorsión
explícita del presidente asturiano de la ugt; o las maniobras altaneras de la corrupción
peleada con el blindaje que le prometieron a quien emparentara con la casa real;
ya sea la mentira e hipocresía como bandera oculta bajo la camisa del fundador
del nacionalismo catalán contemporáneo; los fondos para el empleo en manos de
la dirección del socialismo andaluz; o el saqueo y fraude contumaz en manos del
mismísimo presidente de los empresarios españoles. Podría pensarse que no hay quien
de más, y sin embargo es improbablemente cierto. Como contara la película de
Spike Jonze Cómo ser John Malkovich (1999), escondido entre cada planta de un
edificio, hay otros mundos, esperando a ser hallados.
01 noviembre 2014
podemos mentir
Preguntado por Jordi Évole si le gustaría disponer de un
programa de televisión, “en un tono
distendido y entre risas, Pablo Iglesias respondió que “sería la hostia” e incluso
ironizó con ofrecer un ministerio a Sabina, quien hace unas semanas mantuvo con
Podemos una polémica sobre la utilidad y los planteamientos políticos”-publicaba
El País 27.10. Solo que el titular parecía
no haberse leído el artículo –“Pablo
Iglesias ansía tener un programa de televisión si llega a ser presidente”. La
noticia no viene firmada. Lo que, con
suerte, habla de la vergüenza experimentable en la redacción, y sin ella, de cómo
el periodismo labra su caída al mismo tiempo que los hábitos de consumo se lo piden.
Es así como, a fuer de ver impreso el periodismo menos pensado, el día menos
pensado uno dejará de comprar el periódico que ha comprado cada día de los últimos
20 años.