30/40 Livingstone,
en La Abadía estos días, alberga razones de sobra para compensar la hora y
media que pasas sentado mientras Sergi López y Jorge Picó no paran de moverse. Y
es peculiar que una de ellas, no la menos evidente, sea contemplar al improbable
López moverse dentro de su cuerpo y de su voz con asombrosa gracilidad y no
menor gracia. Del primer instante de obra a cada uno de los gestos que
acompañan las salidas a saludar, acabada la obra, no sé si he visto a mucha
gente en un escenario sentirse más a gusto en su cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario