06 noviembre 2006

del eslabón y lo perdido

“Lo simbólico ha desplazado a lo necesario” –halla a las seis líneas de su redacción el manifiesto por un nuevo partido político en Cataluña hecho público en junio del año pasado. Ciudadanos es hoy 83.000 votos más necesario y, como consecuencia, 3 escaños menos simbólico de lo que lo era hace diecisiete meses. “Importa la contribución al mito identitario, no el interés práctico de la sociedad”. –se lee también, y en esto ve uno el límite de audiencia, pues las sociedades contemporáneas –las medio democráticas, las medio prósperas- tienen por trinidad de poderes los mitos más idiotas, y su ubicuidad en los medios –cómo reprochárselo al dueño de la granja- antes o después los convierte en identitarios, esto es: en aquellos rasgos sociales que uno no es ya capaz de separar de sus hábitos tangibles o mentales. No es un proceso en marcha, sino uno en su apogeo, y su simbolismo un rito que desplaza a lo necesario fuera de la polis. Allí, en ese extrarradio, junto al bosque que imaginó Bradbury como refugio, es posible fundar partidos que “se identifican con la tradición ilustrada, la libertad de los ciudadanos, los valores laicos y los derechos sociales”.

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