02 mayo 2015

rosa entre legañas


El verso de Samuel Coleridge –y si una mañana la rosa con que soñé amanece en mi mano- sugiere un asombro no tan distinto al que contiene su opuesto –y si la rosa con que no sueñas amanece cada mañana ahí, al alcance de tu mano- e inferior en importancia, pues en el segundo la rosa no te necesita, que es mejor. Uno pasa cada día delante de este rosal para salir a correr, y cada día uno se da la vuelta en la puerta, a la ida y a la vuelta, para ir a oler una de sus rosas. Por si fuera ella la que viniera de soñar conmigo.

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