O cómo la literatura anterior al siglo XXI no tiene la culpa de que exista internet:
http://elpais.com/elpais/2014/10/15/icon/1413381412_585189.html
19 octubre 2014
17 octubre 2014
visibilidad y ausencia
A punto de entrar en el noveno año de recesión global, aunque
los ejemplos diarios de expolio financiero aún semejen los de quien trata de
arrancar de la pared cuanto se pueda, previo al naufragio, apenas dos páginas
consecutivas de un periódico dan para explicar lo exiguo que media entre la línea
de salida moral que Jose Viñals, consejero financiero del FMI, nombra como “la importancia de la ética del banquero,
qué hacer cuando nadie te ve”, y la meta inmediata que Joaquín Estefanía describe,
apenas unos centímetros más allá de la salida –“la Gran
Recesión transformó el concepto de visibilidad. Los invisibles habían sido
siempre los más pobres. Con las dificultades económicas, los que han tendido a
ocultarse son los privilegiados, para no ser objeto de indignación. Los signos
externos se exhiben poco. Esto ha cambiado con la aparición de la lista de los
82 de Bankia y sus compras suntuarias. En su mayor parte forman parte de esas
élites extractivas que se apartan de la obtención del bien común y dedican sus
mejores esfuerzos al propio bienestar y al del grupo al que pertenecen. Estas
élites elaboran un sistema de captura de rentas que les permite, sin crear
riqueza, detraer recursos en beneficio propio. Pero Acemoglu y Robinson,
activadores del concepto, también incorporan otro, paralelo: el de las
instituciones extractivas, que concentran el poder en manos de una élite
reducida y fijan pocos límites al ejercicio del poder.
Ese mínimo espacio, que es simultáneamente el que va de
juzgar invisible algo que en realidad no existe, da también para lo que el periódico
de ese día imprime entre ambas noticias: la sentencia de un juez que acaba de
dictaminar cómo la mutua que más dinero público maneja en nuestro país no tiene
“autoridad moral para despedir a una
empleada por ausentarse 3 horas, al ser un hecho público y probado que dicha
mutua debe 43,2 millones, atribuyéndole a sus directivos gastos en mariscadas,
viajes y demás derroches injustificados e injustificables”. No es
invisibilidad moral el doble rasero permanente, observable también en los
alegatos morales de un expresidente catalán, en las llamadas al sacrificio
salarial en boca de quienes, corrompidos por su proximidad al consejo de administración
de la que fuera mayor caja de ahorros de nuestro país, gastaban millones de
euros en tarjetas de crédito opacas, o en quienes, desde el partido en el
poder, gestionan la austeridad mortal mientras el tesorero del partido les paga
en negro el triple de su salario oficial. Es solo el hueco de algo que no existe,
la huella imposible de rastrear de una cualidad que ni la banca ni la política
parecen tener en sus balances.
16 octubre 2014
leña del árbol en pie
Tres de las cualidades de
lo español tienen que ver, no con tanto sol como hay, sino con la inefable
capacidad para no ver lo que cualquiera vería. 1. El pinar por el que uno corre,
anexo a una de las zonas residenciales más caras de la ciudad, luce sembrado de
desechos de todo tipo imaginable, que uno solo entiende han de ser arrojados de
noche, cuando semejante destrozo a la vista no impida o chantajee el propio
acto vandálico. 2. No es infrecuente ver a coches saltarse semáforos, no cuando
acaba de ponerse rojo, sino cuando ya hay coches que han salido tras ponerse en
verde el suyo, como si éstos compartieran el destino caprichoso de quien decide
no ver su propio semáforo en rojo. 3. Si un vehículo recrimina a un peatón el
que éste se haya lanzado a cruzar por donde le place, o más explícitamente,
justo cuando el semáforo peatonal está en rojo, no pocas veces obtendrá de
vuelta un insulto acompañado de gestos que lo explican más allá del muro del
cristal del coche o el casco de la moto. Escribe Najara Galarraga en El País
4.10 cómo los huidos de Corea del Norte son acogidos, al llegar a su vecino país
del sur, en un centro gubernamental en el que, durante tres meses, son reeducados
para enseñarles a adaptarse a un mundo que hasta entonces no conocían. Y que va
desde aprender informática básica, a usar una tarjeta de crédito, entender qué es
una democracia liberal, la economía de mercado, qué implican las leyes o los derechos
humanos. El turismo de reeducación no funcionaría porque, antes o después, el
que asiste al balneario vuelve a su país y allí las normas siguen siendo las no
normas. La clave estaría, pues, en obligarles a quedarse allí donde son
reconvertidos en personas listas para reinsertarse en la sociedad. O de forma más
práctica, instalar el balneario allí de donde no compense o no se pueda volver.
El universo en expansión es una baza a favor. El teletransporte ayudaría también. Como empieza por tele, nadie sospecharía.
15 octubre 2014
la esfinge bípeda
En uno de los paneles de
la exposición Mediterráneo, estos días en el CaixaForum de Madrid, se lee cómo,
en un momento de la historia de la Grecia clásica, los escenarios que antaño vieran
la tragedia de Medea, Ajax o Antígona, acogieron a quienes, para poner en
entredicho la ascendencia de los dioses sobre los hombres, recreaban escenas del
Olimpo en las que sus habitantes encadenaban torpezas, estupidez o mezquindad
comparables a las de sus súbditos. Así, el lugar para el que Sófocles imaginara
a Edipo, víctima de maldiciones sin fin, y en el que Eurípides inventara un
deux et maquina que a última hora salvaba al héroe sin más recursos a esa hora,
pasó a mostrar a los dioses que regían tanta crueldad, impunidad e injusticia,
como vieran esos mismos escenarios, de la única forma justa: como unos seres que
solo podían alentarla sintiéndola como nosotros, es decir, siendo nosotros.
14 octubre 2014
Con el frío aumentan los cuchillos
Thomas Bernhard,
que se habría ganado la vida como afilador sin necesidad de rueda en que apoyar
la hoja, con solo pasar los cuchillos por su lengua (y tiene un libro de
relatos con un título parecido), legó entre sus méritos póstumos el haber
dejado listo para publicar el libro que acaso no pocos de quienes le trataron
hubieran puesto sobre papel acerca de sus infatigables dones para vivir en
conflicto con el mundo. Escrito contra las estructuras que concedían premios en
el tiempo en que le correspondió ganarlos mientras cargaba contra ellos, es
justo ese libro el que, adaptado por Évelyn Arévalo y Pep Tosar, puede verse en
La Abadía estos días, nombrado Con la claridad aumenta el frío. Y que es,
lanzado Bernhard contra sí mismo al lanzarse contra lo que los premios
nombraban, ese otro don infrecuente: el del lanzador de cuchillos reconvertido
en tragasables.
13 octubre 2014
To boldly go where no man has heard before
La nueva temporada de Radio
Clásica, en RNE, inserta la música de cine en el programa de 8 a 10 de la
mañana, y en uno del mediodía permite escuchar a Extremoduro como ejemplo de
actualizaciones de motivos clásicos, en este caso de Bach. La programación de
la Orquesta Nacional alterna a Dvorak, Berlioz o Turina con Howard Shore,
Bernard Herrmann o Franz Waxman. Silvia Pérez Cruz comparte ciclo en la sala de
Cámara del Auditorio Nacional con las músicas barrocas de Jordi Savall y con
los lieder románticos en la voz de Anne Sophie Von Otter. El concierto
inaugural de la Filarmónica de Los Ángeles viene de honrar la música de John
Williams. En los Proms de hace un par de años podía escucharse las músicas
puestas al servicio de James Bond, incluso en Viena existe un concierto anual
dedicado a la música de cine. Sin que se sepa muy bien qué quiere decir la
frase “si Mozart hubiese nacido hoy día compondría para cine”, o sin que eso
signifique, por fuerza, que Miklós Rosza habría compuesto ópera de haber nacido
en 1800, los géneros se acercan hasta caber, en público, en los mismos
instrumentos de que brotan ambos. En 100 años, quizá las óperas escritas por
Korngold terminarán de cerrar el círculo que une las músicas compuestas para
reyes y las que para niños.
08 octubre 2014
sin tiempo para siglos
La mezcla de música y teatro llena los espacios mientras vacía los tiempos. La vida alegre, compuesta por Falla en 1904, suena por momentos a los espirituales que Gershwin fundiría en Porgy and Bess en 1935. A quince días de que Ana Zamora, directora habitual de prodigios que rescatan formas teatrales y musicales del medioevo, versione Carmen, de Bizet, en el Teatro de la Zarzuela; a un mes exacto de que las naves del Matadero acojan la versión teatralizada de Andrés Lima a partir del disco de Lou Reed, Berlin; a siete semanas de que Ute Lemper traiga al Auditorio Nacional las voces de Brecht o Marlene Dietrich, puede uno acercarse al kiosco los domingos y adquirir la colección de Viajes extraordinarios de Julio Verne, cuyos espacios imposibles siguen sonando a música, celestial, subterránea o submarina, siglo y medio después de escritos.
07 octubre 2014
una patada más
Hace unos años, un famoso locutor de radio clamaba desde
los medios haber sido estafado por su administrador, quien le habría robado millones
de euros. Lo peculiar venía al detallar, días después, en qué se había gastado
el estafador semejante renta: en sostener una revista de fútbol, patética por
defecto, que incluía premios anuales y su lujosa fiesta correspondiente. Todo
patrocinado por el desdichado locutor. Estos días se asoma a la prensa el padre
de un famoso jugador de fútbol, que, inmerso en la investigación de un fraude
fiscal por valor de 9 millones de euros relacionados con el fichaje de su hijo,
dice cobrar dos millones de euros anuales del club catalán que contratara a su vástago,
para ejercer de ojeador en Brasil. Un infeliz que roba para dilapidar en un proyecto
idiota. Un club de fútbol que estafa en aras de un proyecto que necesita de la misma
mitología que la región en que se halla. El sueño de la sinrazón, los mismos
monstruos.
06 octubre 2014
la rueda doble de Pinarello
Muere Giovanni Pinarello, quien como constructor de
bicicletas revertiera la suerte exacta que le acompañara como corredor
profesional. Acaso llegar el último sea la mejor forma de fijarse bien en las
bicicletas de los demás cuando te adelantan. Honrando a ambos –al que acabara
último en un Giro de Italia- y al que diera su nombre a algunas de las mejores
bicicletas del mundo, uno tiene desde hace un año largo una de sus bellezas en
el estudio, nueva, casi intacta, que no uso nunca. Como si Pinarello tanto
mereciera gastar en ella lo que vale como ser prudente en pasear su nombre por
las carreteras.
llamada a perdurar
De cuantos estereotipos acuna y transgrede La llamada, el musical de Javier Ambrossi y Javier Calvo, en el Lara por segunda temporada consecutiva, el de las adolescentes protagonistas –Macarena García y Anna Castillo- hacia una luz imprevista es solo más chillón que el que afecta a las monjas –Gracia Olayo y Belén Cuesta-, pero es ésta última la que atrae la función hacia sí con el menos previsible de los recursos –el apocamiento volcado como arma de seducción. Es justo el magnífico trabajo de Cuesta lo que hace de la Llamada un musical atípicamente comercial y simultáneamente interesante desde, al menos, uno de los personajes. Pero hay un protagonista más, uno que apenas pronuncia un par de frases más allá de las canciones (de Whitney Houston) que le corresponde cantar. Y es el más delicado de los personajes posibles: dios. Sin ese trabajo especialmente afinado en la creación de su rol, La llamada sería probablemente irrelevante o desastroso. No lo es porque el mayor logro de Ambrossi y Calvo es calibrar con sumo cuidado –es decir, con la distancia natural que el personaje exige- la respuesta de dios a los ruegos de todos y a la empatía con el personaje de García. Richard Collins-Moore es un impagable demiurgo al que solo pudiera interesarle lo que las voces humanas emplean en usos mejores que alabarle. La sorna fugaz y los modos de cantante pop al uso son un recurso valiente que se bastan para lo menos valioso aquí –explicar a qué vino o por qué- y explotan en la dimensión verdaderamente obvia del personaje –lo incomprensible de sus actos, lo poco que nadie que crea en dios podrá decir alguna vez que entiende uno solo de sus actos. Lúdico, pueril o manido en los modos de las adolescentes, amargo en la confesión del sacrificio inmenso que exige el sacerdocio a los veinte años, su milagro es un dios al que poco parecen importarle las vidas consagradas a él, y mucho la melodía simplona con la que resistimos.
05 octubre 2014
hijos del catarro
Aunque escrita en 1940, Eugene O´Neill prohibió la
publicación y representación de Largo viaje del día hacia la noche hasta
transcurridos 25 años desde su muerte. Solo tres esperó su viuda, y así, cuando
la peripecia de los Tyron fue finalmente estrenada en Estocolmo en 1956, en esa
casa del sur estadounidense llevaba un año viviendo otra familia, la de los
Pollitt, que Tennessee Williams pusiera ahí en su Gata sobre el tejado de zinc
caliente. Si en la obra de O´Neill el patriarca James y sus hijos Jamie y
Edmund pugnan por ocultarse unos a otros la recaída en la adicción de su madre,
Mary, a la morfina, en la de Williams el patriarca Big Daddy se muere de cáncer
sin que sus dos hijos, Brick y Gooper, quieran decírselo.
Si en la primera, la tuberculosis de Edmund es un secreto
a voces, en la segunda la velada homosexualidad de Brick no escapa a la mirada
del resto, por mucho que trate de guardarla en botellas de alcohol previamente
vaciadas. Para quien no quiera ver en ambas las más logradas obras de sus
autores respectivos, puede ver el más fiel retrato de quienes las escribieran:
como Brick, Williams fue alcohólico y homosexual en un tiempo en el que lo
primero era un signo de hombría y lo segundo, un tabú. Como Edmund, O´Neill era
hijo de un actor y una madre adicta a la morfina. Como Jamie, sufrió depresión
y alcoholismo. Lo que termina de unirlas viene también de la vida real de sus
autores: la lobotomía autorizada por los padres de Williams, que dejó incapacitada
a su hermana Rose, prefigura el destino de Edmund el tuberculoso en manos de su
padre, tan acaudalado como avaro. En el hospital público al que le enviara esperan
ya los mismos doctores a los que Williams odiara.
Mario Gas pudo haber sido todos los O´Neill que éste
pusiera en su obra: tras serle ofrecido el papel de Edmund, y el de Jamie años
después, sería finalmente James Tyrone en 2014, en el teatro Marquina. O´Neill
debía saber que nunca es peor actor James Tyrone que cuando, en boca de un gran
actor, dice haber vendido su alma a cambio de dinero, a Shakespeare por justo
lo que éste dejara en vida: una colección de firmas en registros de propiedad.
04 octubre 2014
el esfuerzo exacto
Extracta Sandro Pozzi en El País 3.10 cómo el nuevo informe del FMI –la nueva mediocridad-, presentado por su directora, Christine Lagarde, exige a los líderes políticos “más ambición y más esfuerzo”, ante la recuperación de la crisis persistentemente “decepcionante, quebradiza y desequilibrada”, su temor a “los riesgos por la alta valoración de algunos activos y a que la liquidez se vaya a las esquinas más oscuras del mercado. A punto de cumplirse ocho años desde que la crisis financiera global produjera discursos en todo el mundo pidiendo una mayor regulación, “las partes no reguladas del sector financiero están creciendo muy rápido”. Las páginas que no se pasan en economía, se pasan en periodismo. Y así, en el mismo diario, el mismo día, se lee sobre el ejemplo enésimo de la ambición y el esfuerzo bancario, tan cercanos al que perméa la política: cómo durante los cuatro años anteriores al estallido de la crisis, y aún cinco después, 86 personas –directivos y consejeros- de Cajamadrid, y después Bankia, gastaron más de 15 millones de euros en viajes, restaurantes, ropa y hoteles, en tarjetas de crédito opacas a la contabilidad. Esto es, al margen de gasto de representación alguno. Levantados en la misma línea divisoria de la legalidad y el saqueo, de lo aprobado en una junta y lo inmoral a poco que entre luz por un rendija, una quincena de directivos de la caja hundida y exhumada cobró casi 68 millones de euros entre 2007 y 2010. En el informe entregado a la fiscalía, las tarjetas estaban vinculadas a “cuentas correspondientes a errores de servidor informático”. Como un virus que sobornara a los anticuerpos en vez de vencerles en combate, la propagación de las prácticas corruptas en nuestro país, acaso por doquier, exige solo que quien ha de callar participe de los beneficios de quien delinque. La impunidad que embosca el título del informe del FMI oculta que la nueva mediocridad –moral también- no es, en banca o política, un amenazante punto de llegada, sino un inevitable punto de partida.