17 marzo 2012

un mismo interior

Sin que pueda probarse que Andrés de Claramonte o Tirso de Molina leyeron el Faustbuch -publicado en Alemania en 1587-, Tan largo me lo fiáis y El burlador de Sevilla y el convidado de piedra, respectivamente representados en 1617 y 1630, albergan a Fausto, transparente en la figura de don Juan como un alma presta a perderse si en el camino sus deseos le son concedidos, y cuya caída comparte menos en la perdición que en tres hechos concretos: en el tener que acompañar a quien viene a llevarle al infierno, en la oferta postrera y desoída por hacer las paces con dios, y en la encarnación literal de la frase que Fausto clama –“que el mal de piedra te ataque”- en la estatua del Comendador al cobrar vida.

No hay comentarios: