04 septiembre 2014

nacionalismo y sustrato


El roble en que ancla sus ramas identitarias el país vasco sufre en su cuarta generación o los achaques del suelo o la dieta de nutrientes pobres que nutre su política.“Ha entrado prematuramente en el otoño”, confirmó ayer la profesora de Biología vegetal de la Universidad del País Vasco Miren Duñabeitia. Las pocas hojas que le quedan son marrones, su tronco se mantiene esquelético, y en el arcilloso suelo a su alrededor han abierto un foso para intentar que sus raíces vuelvan a nutrirse y crecer. Los turistas no pueden ni acercarse.” –se lee en El País, ayer. Pobre roble, a quien no pueden matar ni dejar morir. 

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