Se
cumplen 100 años del nacimiento de Bioy Casares, que son también 20 desde que
uno regalara a un par de amigos uno de sus libros menos suyos, a la manera en
que Paul Auster compilara su Pensé que mi padre era dios (2002): uniendo textos
ajenos. Aquel libro de Bioy, publicado en España por Tusquets en 1997, se llamó
De jardines ajenos y contenía citas, fragmentos, frases escuchadas por el
escritor argentino durante sus viajes. No sabía uno al regalarlo que, ligado él
mismo a la sombra imposible de Borges, de quien fue amigo íntimo durante décadas,
su obra iba a quedar, también, si no sembrada en suelo ajeno, sí leída como si
compartiera el agua que regaba el de al lado.
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