27 enero 2014

cojín impar



Con la naturalidad de lo evidente, el segundo cojín que la marca ha impreso como pareja de éste, es ya inencontrable en la tienda. Con parecida familiaridad, el perímetro del respaldo del sillón en el que Enrique VIII descansa desde hoy en el salón, mide exactamente lo mismo que la barriga de éste en sus últimos años de vida. Dos destinos le esperan: mirar a cuanta mujer se siente en el sofá, a su izquierda. Y acudir al rescate, es decir, a prestarse a pegar su cara al culo del invitado, cuando un amigo venga a lamentar su suerte sentimental. La monarquía, tan ornamental, tan henchida, tan ese reverso color nada. 

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