En el
anuncio de la decena espléndida de libros que El País permitirá comprar próximamente
con el periódico, esa intuición: que un periódico que pone a la venta –y acaso
logre vender- cientos de miles de ejemplares de un libro pudiera, de tener
continuidad, ayudar a salvar al periodismo de la extinción publicitaria y, al
mismo tiempo, a quienes escriben con la intención de competir con la literatura
y no con una lata de tomate más del supermercado. A quienes más raramente vendrá
alguien a salvar es a las librerías. Salvar a los lectores ya será un prodigio.
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