01 mayo 2012
dedos llenos de manos
Solo por la rareza que es disentir de David Trueba merece
la pena acotar algo acerca de lo que escribe en El País 30.4 sobre la forma en
que Marc Fumaroli escribiera cómo el estado –francés, cabe pensar-, al tutelar
la cultura, “llenaba las ciudades y
provincias de enormes contenedores y lujosas puestas en escena, comisariados
artísticos y festivales, pero se podían contar con los dedos de una mano los
nuevos dramaturgos, los compositores del día y los artistas contemporáneos. Ese
modelo escaparatista ayudó a sostener una retórica cultural en media Europa,
que llegada la crisis se vacía de contenido sencillamente porque se vacía de
fondos. En la otra media, regida por el desapego y el dejar hacer al mercado, la
situación no es mejor”. Aún con lo escaso que da de sí semejante resumen, España
vendría de lo primero y se dirige, tambaleante, a lo segundo. Pero, con todo lo
que hayamos podido dejarnos en el camino, la retórica escaparatista no está
entre los despojos. Un teatro no es un aeropuerto, y el impago a las compañías
que pasan por una capital de provincia no es igual que una ensoñación de
especulación que llega henchida de dinero y despega para ir a por más. Enorme o
no, la inversión en infraestructura cultural –sean auditorios, revistas
temáticas, festivales de cine, concursos literarios o compañías de teatro
local- es la única forma de deuda adecuada que dejará esta crisis cuando haya
pasado. Deuda hacia tanta posibilidad alentada que, con suerte, correremos a
llenar cuando el estado pueda, de nuevo, combatir el desapego con que el
mercado observa la cultura como un pasillo estrecho entre el espectador y la
taquilla. Mientras la vastedad, tan inabarcable como reductora, de Internet se apropia
de la definición que un día Fumaroli creará para la forma francesa de
subvencionar la cultura nacional, entre nosotros la puesta en escena cultural
en tiempos de crisis hará lo único que está en su mano -reducirá el formato
para mantener las ideas. Justo lo contrario que este gobierno.
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