17 mayo 2012

la fuente escasa

Uno de los problemas de según qué muertes es el gobierno que les sobrevive. La contradicción insuperable entre la inteligencia y lo que es necesario hacer o decir para aspirar al puesto tiene ejemplos obvios por doquier de cómo lo segundo solo se da si se renuncia a lo primero. Y sin embargo hay prodigios: Vaclav Havel presidió la república Checa durante trece años, Winston Churchill obtuvo el Nobel de literatura, Vargas Llosa fue derrotado en el intento ante Fujimori antes de que a éste le derrotaran los jueces, la cabeza de Azaña era cuanto podían pedir los sublevados, incapaces de albergar lo que contenía. Carlos Fuentes era de esa rara estirpe. El vacío que deja en los anaqueles es poco, poquísimo, comparado con el que hubiera llenado de presidir el país en que le tocó nacer. 

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