24 enero 2011

ele


Hay ciertas posibilidades de que, al haber optado por otros modelos de crecimiento, Finlandia, Noruega o Suecia disfruten de mejores niveles educativos que allí donde “urbanismo” significa solo edificar. Y en cualquier caso, no por creer que de un campo de patatas pueda brotar, adecuadamente regado, una economía, quien venda esa idea y quien la compre han de estar de acuerdo en ese juicio, que para existir requiere de un logro gigantesco: que millones de personas logren pensar al unísono que la riqueza consista en decidir cuánto necesitamos que valga algo –una casa, una parcela, un erial. Si, al igual que el lenguaje, el valor de lo que nos rodea –de las patatas a la economía- tuviera una gramática y un diccionario cuyo sentido no dependiera de su cotización en bolsa, o al menos no oscilara tan ridículamente gratuita, la oferta y la demanda de lo que es importante, necesario, fundamental, se ajustarían automáticamente, como lo hacen las miradas entre la gacela y el león. ¿Necesita saber leer o escribir quien pone -o quita- la primera piedra del bienestar que un país sea capaz de generar? Si la respuesta es no, ¿qué dice eso de su capacidad para manejar otros grados de la expresión común como sean la verdad, la mentira, el juicio correcto, la complejidad? ¿y de las decisiones construidas, sucesivamente, sobre esa desimportancia?. Si las faltas fueran solo de ortografía, todo sería más sencillo.

2 comentarios:

Diego dijo...

Qué curioso nuestro idioma, que diferencia el que tiene del que puede tener...

Si no importa cuándo se tenga...de un plumazo, este tipo se ha cargado la 4ª dimension de nuestro espacio-tiempo. ¿Qué diría Minkowski? ¿Sólo tenemos espacio?

Sin saberlo, el cazurro constructor ha abierto un debate entre económico, social, ético, cultural y, como colofón, Universal!!!

A ver si no va a ser tonto del todo...

Anónimo dijo...

bueno, hasta que estalló la crisis, teníamos tiempo y espacio. miras la foto, el erial, y ves que ahora solo nos queda para negociar el tiempo. pero quién pasa por el tiempo pudiendo pasar por el espacio... en mejores sitios que este -donde, por cierto, ayer hacía un frío del carallo.