03 junio 2007

Derríteme otra vez

Uno llega a un glaciar, de él toma una piedra que pasara miles de años bajo el hielo hasta poder ser tocada por el sol, no hace mucho. La piedra va al bolsillo y ésta a la maleta, que atraviesa el atlántico. La piedra es un regalo que uno hace para contar de la paciencia de las cosas, como lección a aprender por quienes viven rodeados de ellas. La piedra duerme ahora al pie de una lámpara sita en una mesilla de noche. La metáfora no es peor porque el objeto que la representa pase de querer el sol a tener uno de 20 watios justos. Pero su significado exige no tener en cuenta lo decepciónante de su destino. Vuelto a lo vivo, ¿qué ocurre con la paciencia que otorga una recompensa que en lugar de disipar la oscuridad la engaña apenas? ¿a partir de cuánta luz de menos puede considerarse engaño? ¿cuánta paciencia te convierte en piedra antes de que la luz decida lo que te corresponde?

1 comentario:

Anónimo dijo...

El llega a un país, de él toma una mujer que pasara miles de años bajo el hielo hasta poder ser tocada por el sol, no hace mucho. La mujer atraviesa el atlántico. La mujer es un regalo que ahora sabe que se hace a si misma para contar de la paciencia, y de la lección a aprender por ella y por quienes viven rodeados de ella. La mujer duerme ahora al pie de una lámpara sita en una mesilla de noche y junto a ella una piedra que le regala un amigo…

…cada noche la mira y se pregunta cual será su próximo destino. mientras tanto las dos disfrutan de unos cuantos vatios que nos dan la vida… la lámpara, los amigos…