06 enero 2012
lo que queda en medio
Ninguna paradoja describe mejor una competición deportiva
orientada, por encima de todo, a jugar para la grada que su mejor jugador hasta
hace un suspiro haya sido lo más parecido a un espectador que encontrarse
pueda. Delgado, no excesivamente alto para haber elegido su deporte, Steve Nash
se retirará este año en los Phoenix Suns si algún traspaso, que debería haber
llegado dos años antes, no le da una mejor oportunidad en los Knicks, los
Thunder o los Lakers. Y el automatismo que lleva a pensar que Nash bien lo
merece es menos exacto que pensar que quienes quizá lo merezcan sean quienes
componen las plantillas de esos tres equipos o de cualquier otro en que recale.
La razón es tonta de tan simple: si vas a perder contra Miami en los playoffs,
Nash garantiza que perderás como equipo, no porque el jugador que más tiempo
tiene el balón en su poder decida perder él solo. Ya ha habido un Nash antes
que Nash: dotado del mismo físico inapropiado –blanco, pequeño, delgado- John
Stockton preside la cima de pasadores en toda la historia de la nba a base de
repartir durante 19 años no tan lejanos los triunfos y las derrotas entre todos
los jugadores sobre la cancha. En una liga donde lo frecuente es cargar equipos
enteros sobre los hombros de un jugador, no ha de extrañar que quienes poseen
hombros menos musculados se queden con una parte de ese peso y cedan el resto
para los demás. Lo que, en la mayoría de los casos, suele producir mejores
equipos, es decir, aquellos en los que menos jugadores desaparecen de la pista
cuando el partido se juega en la última jugada. A no mucho tardar, Nash será
llamado para presentarse en el Hall of fame de Springfield. Y allí, ese día, probablemente
rodeado de Tim Duncan, Kevin Garnett o Shaquille O´Neal, alguien recordará que
mientras éstos fueron dueños frecuentes del balón, Nash lo fue de la pista por
la que se movían todos, esperándole.
1 comentario:
Muy acertada la comparación entre Nash y Stockton ... dos grandísimos jugadores, dos excelentes directores de juego, de los que hacen sin duda mejor a un equipo como bloque, por involucrar a todos los compañeros en pista. Cualquier jugador querría tener en su equipo a uno de estos dos, porque todo el mundo se beneficia de sus asistencias. Por desgracia, la carrera de Nash apunta al mismo injusto final que tuvo la de Stockton: un palmarés huérfano de títulos NBA; pero, mientras en el caso de Stockton al menos él tuvo la oportunidad de conseguir alguno en unos Utah Jazz que aspiraban al anillo, y tan solo la mala suerte de coincidir con el monstruo Michael Jordan le privó de lograrlo ... más triste parece el caso de Nash, que nunca ha tenido opciones reales de poder conseguirlo, por no encontrarse en el sitio idóneo en el momento adecuado; ni los Mavs de entonces ni sus Suns de estos últimos años fueron nunca un verdadero contendiente al título, y salvo que en el próximo mercado de invierno le llegue ese hipotético y merecido traspaso que le pudiera colocar en una situación más propicia, su carrera parece abocada a ese inmerecido final conformista.
Loable también es su lealtad a su equipo, al que no quiso abandonar cuando tuvo oportunidades de hacerlo como agente libre ... lo que hoy parece haber sido un error también por su parte. Aún así, mejor sería este final que el que tuvo otro ilustre playmaker (aunque, a mi parecer, no tan bueno como los dos citados): Gary Payton, que buscando culminar su brillante carrera con ese anillo que le faltaba, terminó ofreciendose a los Lakers y jugando después con los Celtics, fracasando estrepitosamente en ámbos destinos y arruinando en gran medida la excelente imagen construida a lo largo de muchos y brillantes años de carrera en Seattle.
Y si estiramos esas comparaciones hasta estos nuestros lares, no se me viene a la cabeza mejor similitud que comparar a Nash con Juan Antonio Corbalán ... pero, ¿alguien es capaz de imaginarse a un Corbalán sin ningún título en su palmarés?? Pues así de duro y de cruel ha sido hasta ahora el destino con Nash. Pero sigamos disfrutando del placer de verle jugar mientras podamos ...
Richie
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