El propio concepto de extorsión es, de tan extendida,
casi un territorio. De ese valor geográfico y su moneda -el ciudadano- habla el
expresidente de una comunidad mientras es juzgado por los hilos sueltos de una
operación gigantesca de fraude y chantaje a las arcas públicas. Y hay que
imaginar el esfuerzo de sus abogados para forzarle a callar en los juzgados lo
que tanto clamara fuera de ellos al ser acusado –que lo que los votos legitiman
no puede ser vulnerado por la justicia, que el apoyo popular está por encima de
lo que el uso fraudulento del poder permite. Y tiene razón, por supuesto. Pues
toda la lógica de una campaña electoral descansa en esa otra modalidad de
extorsión que es comprar voluntades con simploides chucherías de mitin mientras
se roba la exposición y debate de la realidad política, social, económica,
cultural o demográfica. Cómo diferenciar los conceptos falsos o inexistentes
con que el expresidente y el yerno real alumbraran su camino delictivo hasta
aquí de los que se venden en política como máscaras zafias de ideas más graves,
menos publicables.
La extorsión de uno y la corrupción rampante del otro se
hermanan en este punto: mientras la descripción de las pruebas obvias del
delito llena los periódicos, solo su obscena visibilidad impide a los
extorsionados seguir tan anchamente satisfechos. El expresidente autonómico
saldría reelegido por cuarta vez mañana mismo, y las empresas que se dejaran
extorsionar por el yerno real a cambio precisamente de lo que esperaran obtener
de su poder de extorsionar a otros seguirían jugando a esa noria si la exposición
de ese esqueleto no salpicara a todos. ¿Por qué habrían de pensar de otro modo?
El más afinado logro de la extorsión política y financiera ha sido hacer
irrelevantes las conexiones entre el delito y quienes lo perpetran. La
comunidad autónoma del expresidente viene de no vender 1.058 de los 1.800
millones en bonos públicos ofertados, acaba de dejar impagada la cuota mensual
a la Seguridad Social, y el estado acaba de cubrir un crédito impagado de esa
comunidad por 123 millones de euros. El expresidente de la entidad pública que
gestionara la depuradora de esa comunidad (liquidada con un agujero de 17
millones) afronta un juicio por fraude en el pago del iva (2.5 millones en 4
años) y el ingreso desde Suiza de 360.000 euros. Con casi un 20% de su PIB por
encima de lo que ingresa, es la comunidad más endeudada de España. Su banca
regional, especuladora perfecta de la ruina inmobiliaria, fue rescatada por el Banco
de España hace un mes.
Todo casualidades sin nexo. A quién se le ocurriría pensar
que el precio político por aceptar unos trajes como regalo encubra una razón
que valga más que la vanidad valorada en 8.000 euros. Cómo pensar que bajo ese
traje bobo prosperó una trama de extorsión a las mismas arcas públicas, hoy
desfondadas, nítidamente planificada y bendecida a nivel nacional para robar lo
necesario para financiar reelecciones que garantizaran seguir robando y
perpetuando el ciclo, bendecido cada 4 años ante la indiferencia general. Cómo dudar
que, efectivamente, el juicio al expresidente de una comunidad autónoma
arruinada y cuya deuda pública roza el bono basura lo es por cohecho impropio
–recibir dádivas en su condición de autoridad- y no, aunque se juzgue en otra
sala, por cohecho propio –recibirlas en contraprestación de adjudicaciones o
contratos.
Adjudicar a dedo 8 millones de euros o derivar con el
mismo dedo a tu cuenta 5,8 millones desde una entidad sin ánimo de lucro son,
como cualquiera del entorno del expresidente clama estos días, o como han de pensar
quienes pagaran a la empresa del yerno real, menos que corrupción reseñable y
solo ligeramente más que lo normal en estos casos. Por eso la demanda de decencia
del primero se funda en que con la dimisión debiera bastar, y por la mente del segundo
no puede pasar otra cosa que su perplejidad por la calidad final de la inmunidad
que se le otorgó con el apellido de su esposa. También la extorsión a la
normalidad cuenta tanto como la que se aplica a los testigos –“sácame de esta, que cuando pase esto hablaré
con tu jefe y no te va a faltar de nada”- y en ello, el que ninguna de las
empresas saqueadas por una fundación sin ánimo de lucro vaya a interponer la más mínima denuncia contra el yerno real. Pues
cómo denunciar un tipo fallido de extorsión cuando uno no tan distinto otorga a
los consejeros, miembros de la alta dirección y consejeros ejecutivos ingresos
de 33 a 132 veces superiores a las de los trabajadores menos remunerados de
esas mismas compañías.
Se lee al exconcejal que destapó la trama de financiación
ilegal decir que el cabecilla de la trama era la “séptima u octava persona con más poder en el pp”. Cómo “había visto dar instrucciones para endosar
a una consejería de la Comunidad de Madrid el pago de un acto del pp”. “Dos
contables en Londres –escribe Andreu Manresa en El País 8.12.11 fabulando
la operativa de desvío de fondos del instituto sin ánimo de lucro-, uno frente al otro, generando facturas y
cruzándoselas hasta cerrar una contabilidad a la carta, siempre a favor de los
clientes, de los intereses de opacidad y bajísima tributación fiscal”. El
desvío de fondos, que fuera excavado en túneles de extorsión elegante y sobornos
de voluntades confeccionados a medida, aflora así como una línea recta que a la
luz del día es, de tan transitada, una autopista, en la que, por carriles
paralelos, viaja nuestra forma de hacer política y el dinero que paga su
desplazamiento.
1 comentario:
así andamos. incrédula ante la falta de escrúpulos de los unos y los otros. atónita de que lleguen a casa y puedan dormir.
Publicar un comentario