28 noviembre 2011

el otro engranaje

Clandestina, discretamente aunque no lo bastante, el vecino del segundo sube a su casa acompañado de una mujer atractiva, lo suficiente como para que su habitualmente cálido saludo sea esta vez un rumor cabizbajo. El silencio súbito, tan similar al que uno imagina en su convivencia imposible con su esposa, ahora en Oviedo con su hijo no menos tortuoso. A salvo de su vida previa, mi vecino prueba ese hábito a escondidas: la normalidad.

No hay comentarios: