26 enero 2008

y sin embargo es un hombre honrado

Escribió Skakespeare en Julio César acerca del poder que consiente te dirijas al pueblo si es para dar la razón a quien viene de cometer un crimen. 33 mociones de confianza en 20 meses de gobierno sólo se explican si quien las sortea es un delincuente con suerte, lo que, por lo leído estos días, no parece el caso del recién dimitido Romano Prodi, y si las formas cuentan rápido lo que las íntimas razones desgranan lento, las vistas ayer en el senado del país que diera al mundo las bases del derecho, entre cimientos otros, revelan hasta qué punto el relevo de Prodi se diría debiera salvar el país forzosamente. O eso o es sólo ira, ambición, apetito de poder por encima de las hambres de la sociedad que te votara. Y así 33 veces, hasta que el cántaro es arrojado hacia la fuente con tal ensañamiento que poco importa si ambos se quiebran. Acerca de la mano que arrojaría contra el resto todo menos los dedos que necesita para aferrar los trozos restantes, sugiero leer el espléndido El partido de la familia, de Lluis Bassets, ayer en El País. Acerca de los trozos, la imagen citada por Massimo Giannini hoy en El País: la crisis perfecta que nombrara Giulio Tremonti para describir aquella en que nadie controla nada, de la que nadie sabe cómo salir. Sólo cómo lograr entrar.

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