02 septiembre 2015

mapa que sucede fuera


Se cruzan en un panel demográfico el descenso de la demanda china de materias primas en todo el mundo y la producción de seres humanos y de conflictos bélicos, siempre en auge. Es un panel enorme porque otras líneas dibujan el curso del cambio climático, del rumbo salarial cruzado con los beneficios empresariales, de la pobreza y los flujos migratorios. Las líneas que suben y las que caen se cruzan y crean algo que parece una alambrada. Abarca tanto el dibujo que nadie se fija en unas discretas líneas más allá del eje de ordenadas y abscisas: el calendario que marca el rumbo de la alambrada. Asi que todos pueden ver que, incluso tupida, los hilos permiten ver aún partes del horizonte, y éste nunca es feo si hay sol. Como ocurre con un testamento que no se ha leído bien antes de aceptarlo, la tristeza que produce ver el producto global del esfuerzo humano más allá de la peculiar forma de tratarnos como especie –destrucción de ecosistemas, extinción de especies, desertificación- es la de una herencia recibida de quienes salieron de las guerras mundiales con la idea de merecer un mundo mejor y solo lo han hecho más ocupado en contarse cosas a todas horas, y en poner un precio adecuado a esquilmarlo. Es el uso de lo que se nos dio lo que nos mira desde el espejo. Como éste es otro mapa cuya verdad global está en los azulejos de la pared, quién lo vería. 

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