18 agosto 2008

Gran, bonito caballo de madera a las afueras

Breve, parcialmente historia de la primera persona que ves al entrar en la sucursal del banco. Un tipo orondo y sonrosado de permanente simpatía, sonrisa y sorna a flor de piel, que a fuerza de ejemplos leídos, semeja tan impropio del negocio en que trabaja. Uno no debería saber esto, pero es la persona que, en una no lejana comunicación escrita de su sucursal con la oficina central –sita en Alemania-, firmara con un apodo de inequívocas y fanfarronas connotaciones sexuales. Y cuanto más altos los muros, más sonríe Aquiles.

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