10 julio 2011

La bruma es el género


Cumplidos cincuenta años largos desde que Vincente Minelli dirigiera Brigadoon, su historia ha acabado por convertirse en la imagen nítida del género: un mundo que duerme un sueño de décadas del que despierta por unas pocas horas para, desplegada su ingenuidad colorista e infantil, inserta en un mundo en el que ya no cabe, volver a su letargo, hasta dentro de diez, veinte, treinta años. Si en la película un neoyorkino contemporáneo acaba en una aldea escocesa de finales de 1700, preservada por un trato con dios para despertar un día cada 100 años de hibernación, el sueño del musical como formato es hoy el de unos modos que, estrenados hoy, producirían sonrojo. El arrobo de sus protagonistas, la postalización del amor, la amistad, la fe y sus opuestos respectivos son generalmente un dibujo tan lineal y bienentencionado que convierte a Walt Disney en filosofía. Su encanto ha devenido en encantamiento: solo renunciando a verlo con ojos actuales, su cursilería indómita sobrevive a la risa y el estupor estético. Ver Brigadoon hoy, como asomarse a parte del cine de Stanley Donen, Howard Hawks o el propio Minelli, exige el mismo pacto que permite a Gene Kelly asomarse a ese mundo inexplicable: es solo bruma, prodigio de un mundo que ya no existe, al que uno se incorpora como en otro sueño: no el de su preservación milagrosa, sino el no menos asombroso de que alguna vez existiera, de que fuera, apenas hace cincuenta años, fervorosamente soñado por millones de personas a la vez.

1 comentario:

A.Pérez dijo...

...aquel imaginario colectivo, un sueño romántico... de cuento de hadas... tendré que verla...