Un informe de la Agencia Tributaria responsabiliza a félix millet, ex presidente del Palau de la Música, de actuar como comisionista entre empresas adjudicatarias de obra pública en cataluña y convergencia democrática (cdc), citando a ferrovial, la segunda constructora de España, como responsable de un pago de 5,9 millones de euros para hacerse con obras de administraciones gobernadas por ciu entre 2001 y 2008.
Creo que fue Maragall el que hace años provocó no poco escándalo –contado por ciu como insulto en grado de ofensa a la honradez de un partido que, quizá por venir de la costumbre de tener en pujol al Honorable, consideraba en propiedad el adjetivo- al decir en el parlamento catalán que “el problema de ciu se llama 4%”. Felizmente, uno recuerda sólo vagamente la vindicación del deshonor improbado que artur mas devolviera con la misma, clásicamente mezcla política de impunidad y llamada al cómplot, con que hoy declara no haber ninguna prueba que demuestre que su partido recibió dinero de ferrovial a través del Palau de la Música.
Y la prueba, según mas, es que quien afirma eso –millet- no es fiable porque nadie que delinque –como prueba la condena a sus gestores- puede ser tomado en serio cuando habla de a quién o de quién obtuvo el dinero ilegalmente cobrado. Traducido: que de las dos partes necesarias para la financiación ilegal de un partido o un individuo –el que pone el dinero y el que lo recibe- una de ellas no puede ser creíble al hablar de la otra. O dicho de otro modo: que todo culpable está, por serlo, incapacitado para revelar junto a quién lo es. Como la prueba de inocencia que necesitara Orgón, en el Tartufo de Moliere, es justo la negación de la evidencia que se le presenta.
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