31 mayo 2014

bosque de eucaliptos de Birnam



Trasladado a las luchas por el poder en la Xunta de Galicia de nuestros días, la versión de Macbeth que firma Juan Cavestany y dirige Andrés Lima en el María Guerrero estos días fluye fácilmente porque, méritos muchos del conjunto aparte, la culebra de ambición y crimen que formulara Shakespeare podría encajarse en una comunidad de vecinos y seguir contando magníficamente lo que guarda. Vengan de Brujas o Meigas, las voces a las que quien está dispuesto a matar por una parcela de poder se permite escuchar, y creer, para tener a quien culpar de sus propios actos no requiere de un reinado vulnerable para crear el drama de arrebatárselo, se entiende igual de bien si es un cargo público en nuestro tiempo o uno empresarial en los últimos ochenta. Pero al volcar en la ambición política lo que en el texto original es pura, medieval, sed absoluta de poder, los cómplices que Macbeth y el señor Mácbez necesitan para mancharse las manos como quien ejecuta instrucciones, pasan de entenderse como un delirio propio de la Escocia del XV más supersticiosa, a diluir la palanca primera que mueve hoy la política. Si Macbeth puede enloquecer sin miedo a la mano negra del destino es porque es ésta la que le ordena su locura, pero las razones del Presidente de la Xunta, Mácbez, son transparentemente actuales –influencia, dinero, la presunción del lujo institucional-, por eso la voz que las sugiere –Meigas y no tres consejeros, compañeros de partido o empresarios afines- pierde la ocasión de fundar mejor lo que después pugna el texto. No es un rey escocés sino un cacique gallego. Permitirle ocultarse en ensoñaciones de brujería, cuando basta leer un periódico para ver probada la versión real, es dejar a medias el trabajo. 

30 mayo 2014

Vanesa Winship



En una curiosa modalidad de coberturas compensatorias, el mismo día que uno termina de pelearse con la aseguradora de su moto, entro en la nueva sala de exposiciones de la Fundación Mapfre en Bárbara de Braganza justo el día que se inaugura. Lo hace con las fotografías de Vanessa Winship. Tomadas en la región de los Balcanes hace dos décadas, muestran una pobreza encapsulada en los retratos de niños a los que convivir con la precariedad pareciera haber superpuesto una gravedad adulta, que, desplazada a las imágenes de adultos en grupos, o avanza hacia la brutalidad en sus miradas o retrocede hacia la vulnerabilidad infantil en gestos de impotencia o desamparo. Sus paisajes son también los de algo que podría ser lo que quiso o debió ser, y es otra cosa lograda por agotamiento o abandono: Muy cerca de una fotografía de las columnas de un puente, dejadas a medio hacer, y que semejan las de un templo griego puesto en el sitio equivocado, otra de una familia rusa caminando al pie del muro que separa las vías de un tren que quizá lleva años sin pasar, sugiere una idea alucinada: que en medio de un paraje empobrecido, quienes lo caminan lo hagan de turistas, que esas bolsas que llevan y bañadores que visten pudieran contar un viaje que conscientemente eligiera ese lugar. En otra un grupo de hombres y niños albaneses que parecen esperar un camión que abastezca de agua recuerda las estampas que Norman Rockwell creará en la década de los 40 para alentar y honrar el heroísmo bélico primero, y cívico después, del que salió Estados Unidos como un país que en adelante no esperaría ya nada de nadie. En lo que ha visto Winship hay tanta carencia que sorprende que miren todos en la misma dirección, como si lo que necesitan solo pudiera venir de un sitio y no de todos a la vez.

28 mayo 2014

sube


sitios en los que estar antes de morir: un ascensor. 

26 mayo 2014

lepenópolis


Hace unos días, uno podía ir al Instituto Francés, en Madrid, a ver Metrópolis, de Lang (Fritz), y hallar de camino a la sala un cartel con el rostro de marine le pen llamando al voto para el partido que lidera. La vigencia estética de la película, casi noventa años más tarde, no es menor que la de su más clara metáfora: la del engranaje falsificado que, imitando lo que eres, lo que quieres, lo que necesitas, vino en realidad para perderte y perpetuar así los poderes que deberían ser derrocados. Como esa versión insospechada –Terminator-, le pen viene del futuro y del pasado. Es ofertando éste que viene de hacerse con un trozo de aquel. Parte del mérito es, por supuesto, hacerlo sin maquillaje alguno. La otra parte tiene que ver con el valor de las propuestas perdedoras, sea socialismo, derecha clásica o cualquier cosa entre ambas. De cero a acero no hay mucho.  

25 mayo 2014

vote por este tubo


No ha terminado aún el partido que pugnan en Lisboa el real madrid y el atlético y ya suenan en la calle gritos que insultan a la madre de no sé quién –si el vencedor o el perdedor-, maldiciones y estribillos que más parecieran honrar una trinchera recién ganada que un partido de fútbol. En los puertos de Suecia, quienes bajan de los barcos en coches o camiones están obligados a pasar un control de alcoholemia, bastante más estricto que en españa, para poder acceder a la red viaria. Unas horas más y quienes gritan a estas horas contra quienes, al contrario que ellos, no han ganado nada, se acercarán a un colegio electoral como quien baja de un navío en cualquier puerto de españa. El barco en que viajamos todos es también ese. 

24 mayo 2014

o eso o huir


Correr cuando el mundo se queda solo es salir de la paz y llegar a lo fantasmal: como ocurre un domingo, temprano, las calles vacías crean una ciudad nueva, que acabara de ponerse en marcha, aún sin usar, sin ensuciar, una que no nos necesitara. Caminarla mientras todos se ocultan en sus casas, no dormidos sino aguantando la respiración delante de un televisor es recorrer un mundo de espectros, del que eventualmente vienen gemidos, suspiros o gritos al unísono, que parecen venir de todas partes, pero sin que llegues a ver a nadie, como si las propias calles vacías los generasen para no sentirse raras. El espejismo alcanza incluso a los plásticos que cubren los muebles dejados en una terraza mientras las obras tienen lugar en uno de los pisos del edificio. Cuando uno sale a correr, éstos han abandonado los muebles y caen hacia el suelo, ondeando al suave viento de la tarde como una bandera blanca, que es, como cualquiera puede entender, más de rendición que de otra cosa. 

04 mayo 2014

Darthccionario



A partir de “may the force be with you”, el 4 de mayo se celebra, de forma no oficial, el día de Star Wars en todo el mundo. Por apenas ocho días, no coincide con los veinte años transcurridos desde la muerte de Richard Nixon, quien dimitiera tras publicar el Washington Post pruebas de su pertenencia al lado oscuro de la política. Sin tanto escrúpulo, parte de la música que John Williams compusiera para Nixon (Oliver Stone/1995) sería reutilizada, por él mismo, en la segunda serie de las películas de Star Wars.

noria de bachmayer


Escrita por Laila Ripoll y Mariano Llorente, El triángulo azul, estos días en el Valle Inclán, cuenta la peripecia de los españoles condenados por el régimen paranazi de franco a morir en el Campo de exterminio de Mauthausen o allí donde se les antojara a los alemanes. En un momento de la representación, convertida en bufonada la tortura y muerte de uno de los prisioneros del Campo, los músicos –prisioneros vestidos de payasos- animan al público a dar palmas mientras la agonía del torturado da paso a su asesinato. Quien asiste, estremecido, ha de elegir en ese instante, no si está en el teatro, sino si eso que está viendo lo es pese a las evidencias. No pocos aplauden cuando se les pide. Buscado o no, la representación conquista, así, algo que cualquier libro sobre la alemania nazi, y en este caso concreto, El convoy de los 927, de Montse Armengou y Ricard Belis, describe: que en un genocidio hay siempre tantos cómplices como muertos.