31 octubre 2011

ñam

30 octubre 2011

A.y.


Recordaba hace unos días en El País David Alandete al fallecido John McCarthy, acuñador del concepto Inteligencia Artificial, del que se cita cómo para crear una verdadera IA se necesitaría el trabajo de "1,7 Einsteins, 2 Maxwells, 5 Faradays y la financiación de 0,3 Proyectos Manhattan, siempre y cuando ese proyecto viniera después de los necesarios descubrimientos conceptuales". Que en términos de revelación más que de esfuerzo, acaso se explica en ese "¿Podrá un ordenador decir algún día: puedo, pero no quiero?... Hay diferentes tipos y niveles de libre albedrío. Un automóvil tiene libre albedrío, un programa de ajedrez tiene un mínimo nivel de libre albedrío y un ser humano dispone de él en mucho mayor grado. Sistemas con niveles humanos de IA, es decir, aquellos que se equiparen a o sobrepasen la inteligencia humana, necesitarán más que los programas de ajedrez actuales, incluso para ser sirvientes útiles".
Es una inteligencia no poco artificial por la que pregunta J. al plantear qué haría uno si supiese que le queda un mes de vida. Pues lo que te separa de empezar a hacerlo ya, siquiera parcialmente, es la peor razón posible: que muy probablemente tendrás años por delante… para seguir sin hacerlo. Lo que pregunta es, a la luz de esa respuesta, qué no haríamos si supiésemos que aún viviremos décadas. La longevidad no es aquí ni el placebo, sino justo la razón para ni pensar en que lo más importa acaso debería exigir nuestra atención ya. Artificial también es buen atributo que adjudicar a un dios que nuestra mente segrega si esos 30 últimos días aparecen, nítidos, en el horizonte. Pero no deja de ser inteligencia, entendida como uso de la herramienta adecuada para estabilizar nuestros niveles de estrés y de ansiedad.
Poder pero no querer es la definición que de Inteligencia Artificial da McCarthy. Y tampoco suena demasiado alejada esa que, de camino a la humana, describe su alcance como uno de sirvientes útiles… de nuestras renuncias. Libre albedrío cabe peor en una cartera que el calendario anual. ¿Qué harías si te quedaran solo los 30 días de noviembre? ¿qué si te quedaran entonces los 31 que tiene diciembre?. Un profeta de las tecnologías del ocio, muerto hace poco, surge contado estos días en los periódicos como alguien que evita la tecnología que podría haberle salvado la vida y trata el cáncer con meditación y dieta. Mezclas inteligencia y artificial y te da algo que podría tomar mejores decisiones de las que toma. Ves el mundo y sientes que es tanto nuestra creación como nuestro modelo.

aquí una versión menos, y más, entrópica:
http://enmientropia.blogspot.com/2011/10/0-false-21-18-pt-18-pt-0-0-false-false.html

Un ahora menos

En una ciudad donde el tiempo tirado en atascos debería ser, al menos, fiscalmente deducible, lo enésimo que se parece quitarle una hora al reloj de forma consensuada, a llegar una hora tarde a todo sin que los demás lo hagan mejor que tú.

29 octubre 2011

las capas del héroe



Quizá por ser Hellboy la historia simultánea de un malvado y un héroe que se reparten el mismo personaje en capas sucesivas, donde una sirve para condenar y otra para salvar, su final tiene una belleza de cuchillo que las atravesara transversalmente para llegar al núcleo… donde no está él sino ella. Y quién si no Perlman para dar el más improbable de los besos.

para tam, que se asoma.

27 octubre 2011

Todo bien o casi

“¿Todo bien?” –pregunta un hombre al entrar en el vestuario de la piscina. “Más o menos” –le responden. “Bueno –dice el primero- todo, todo es imposible que esté bien. Pero algo, al menos algo, irá bien, ¿no?”. Hay que imaginarse la aproximación realista, pues: “¿algo bien?”. Y la respuesta: “y tú?”. Y al que conteste “todo”, nos lo comemos, como en El perfume, de Suskind.

26 octubre 2011

partido sin javier marías

Se anuncia la prohibición de fumar en los estadios durante la Eurocopa de 2012. Es para respetar a nuestros espectadores –dice su presidente. Sabemos así que no pocos defensores de las sagradas libertades (rico, savater, marías, leguina, aznar acaso) escribirán mañana que al campo se sale a marcar goles pero que también a dar patadas al contrario y es parte innegociable del deporte. Uno no ha vuelto desde entonces, pero de pequeño me llevaban al estadio Vicente Calderón frecuentemente, y aunque yo no iba a meter goles sino a comer en el descanso un bocadillo de calamares que comprábamos a la salida del metro, recuerdo que a mi alrededor todos fumaban como si el contrario al que tan natural es dar patadas fuera yo. Es ese derecho natural del que siempre se habla cuando el mechero que se saca en todas partes sirve para emitir una luz con la que no ver al de al lado.

25 octubre 2011

El arte de la simulación


Un alcalde recién nombrado que cree un farsante, un actor, a todo el que entra en su despacho a pedir algo. El portero de una finca que difunde la existencia de fantasmas para poder robar sin sospechas. El hijo del hombre que acaba de morir, que se presenta a exigir del benefactor de su padre la misma manga ancha de que gozara aquel. La mentira o su posibilidad, y el abuso que esa distancia permite emboscar o recelar vertebra el ciclo pausado que viene pudiéndose ver de Eduardo Di Filippo en los últimos tres años. Y que se ve como una misma farsa que atraviesa El arte de la comedia, Con derecho a fantasma y Yo, el heredero, en la que alguien crea un espejismo en el cual amparar sus fechorías o, como en el primer caso, poder ser víctima de ellas. Es un tipo de chantaje que sin problemas asocia uno a la Italia de la primera mitad del siglo pasado en la que fueron escritas. Y en la que, como en aquella Italia del fascismo, por cada vividor o dueño de un ego inmanejable, hay una víctima que reacciona como nadie esperaría: el médico Quinto Bassetti, dignísimo buscador del honor ganado aunque sea en un pueblo perdido; Pasquale, que escoge seguir viendo al fantasma y no al amante de su mujer; la joven que al intentar la ingratitud, se encuentra la libertad. De un lado, alcaldes que no toleran ficciones parecidas; soñadores descuidados y fantasmales; acaudalados hombres de negocios cuya caridad compra el derecho de burla. De otro, empresarios teatrales con el poder de lograr en el engaño lo que de otra forma no; dueños in pectore de fincas que saquear; carteristas con el poder de amenazar a quien se viene de robar. La lista de aquellos de los que abusar y de los que defenderse es ambigua, las voces de ambos lados cambian hasta parecer la del otro. Escritas hace casi un siglo, hablan de esa cualidad tan presente en esta política actual a la que, como teatro nefasto, asistimos: la posibilidad de negar las razones del otro mientras las usas como propias.

vio la película, ahora lea el artículo

Publica el suplemento de El País 23.10 un artículo sobre sintonías entre el mar y nuestro cerebro, y tanto pudiera haber sido escrito mirando el mar como leyendo lo que Stanislaw Lem publicara como novela en 1961 y Andrei Tarkovsky hiciera película en 1973.

http://www.elpais.com/articulo/portada/oceano/cerebro/elpepusoceps/20111023elpepspor_6/Tes
http://es.wikipedia.org/wiki/Solaris_(novela)

24 octubre 2011

otoño bien entendido


19-23 de octubre

23 octubre 2011

aves del paraíso


La piscina cubierta es un ecosistema que de lunes a viernes, y quizá para compensar, ofrece tan diversas posibilidades de contemplación como idéntico sea cruzarla a nado una y otra vez. Desde primera hora de la mañana, acaso hasta al mediodía, uno nada entre peces antiguos y magníficos –señoras y señores mayores y no tan mayores que se mueven con una gracilidad que el agua parece regalar a quien entra en ella. Muchas de ellas nadan en vertical, bajo el agua semejan peces creativos que trataran de hacer en un elemento lo que están habituadas a hacer en otro. Incluso vistas desde fuera, sus ejercicios en grupo tienen una belleza de ejército descoyuntado, anárquico y voluntarista que hubiera decidido avanzar con la mitad del cuerpo en un mapa y la mitad restante en otro. La voluntad puede ser grácil donde el movimiento no, y sus hileras sugieren paz si vistas bajo del agua, y una inusual armonía del caos si observadas por fuera. Es un trasiego de cuerpos callados… y no tanto, dado que el agua pone voz a los pies y los brazos que entran y salen de su superficie, como si el eco amplificado diera también brazadas por el aire.
Poca gente se habla hasta que, a media mañana, llega el grupo de síndrome de down a la piscina. Es una fiesta entonces. En el agua no son solo distintos, también transparentemente mejores que nosotros. Alegres, vitales, sin la seriedad o la fatiga que recompensa el esfuerzo de nadar durante minutos idénticos, vienen al agua a jugar, no a adelantarse o a cumplir una obligación muscular. Incluso las indicaciones de los monitores tienen poco que ver con el tono imperativo que domina el otro lado de la piscina, donde las mujeres juegan sus cursos de natación. Como los pavos reales que libremente vagan por el pequeño jardín botánico inserto en el Retiro, su presencia es irreal y magnífica. Entre éstos y aquellas, uno reconoce la inferioridad de su actividad: rodeado de peces luminosos, en armonía con el ritmo y la cualidad pacífica del agua, uno en cambio nada metódica, esforzadamente, como si trabajara.

22 octubre 2011

se necesita ayuda

Si hay un homosexual o un heterosexual que libremente acude a un psicólogo solicitándole ayuda porque cree que necesita un cambio en su sexualidad, tiene todo el derecho –recoge hoy la prensa la declaración de Durán i Lleida. Y hay algo raro en ella, algo que quizá no sea la aberración que parece a primera vista. Sin mencionar heterosexuales necesitados de un cambio de sexo, la cosa es clara. Pero ahí están, mentados en igualdad de condiciones, que es decir en igualdad de necesidad posible de un psicólogo. Dado que junto a su nombre se lee “democristiano”, no cuesta mucho pensar que Duran i Lleida les haya introducido para suavizar la puñalada, pero y si no. Y si la apuesta fuera la contraria: elimínese la mención a los homosexuales en la oración y lo que tenemos es algo aún más alarmante para no pocos: la incitación poco velada a que aún más personas nutran el numero de homosexuales. ¿Cuál de los derechos anima Duran i Lleida? ¿el de la curación o el de la revelación?

plato por plato

En la muerte de gadaffi y en la renuncia de eta a seguir matando, ese deseo que ya asomara Shakespeare en Tito Andrónico y recordara ayer la lectura dramatizada de un texto de Malgorzata Sikorska-Miszczuk en el Valle Inclán: la posibilidad de hacer comer al asesino la carne, convenientemente aliñada, de sus víctimas. Cómo lo que no llega nunca a entrar en el cerebro del asesino sí pudiera hacer su trabajo desde el estómago.

21 octubre 2011

Árbol de las maderas y los metales


Por si la aproximación a un hecho inexplicable sirviera para entender otro, lo que de El árbol de la vida, de Malick, dice Pablo Heras-Casado al decirlo de la Filarmónica de Berlín, hoy en El País: “Su sonido es muy poderoso, redondo, profundo, sientes que viene de abajo… pero tiene mucho brillo y un enorme perfil… su sonido es íntimo y camerístico, pero ampliado a una dimensión cósmica. El rango de colores y de dinámicas de intensidades es casi infinito… Es más, crece incluso cuando no practica. Te marchas por la noche y al día siguiente está a un nivel más alto de lo que la dejaste”.

por algo se empieza


Como prueba de que antes de ser transparente en sus crímenes, un totalitarismo lo es en su estupidez, la maniobra del partido comunista chino (pcch) ante el estreno en julio de este año de La fundación de un partido, película de producción gubernamental, al prohibir las críticas negativas en los periódicos, bloquear la posibilidad de valorar la película y retirar el sistema de calificación de estrellas (que sin embargo sigue activo para el resto de películas).

nociones

Refugiados en la credibilidad de lo fugaz, de lo que exige para validarse apenas un impulso, el socialismo sufre. Méritos propios aparte, su dificultad en lograr o preservar gobiernos en Europa también pisa el barro de los significados mediocres: “socialismo” es un blanco perfecto para quienes no necesitan gran cosa para pensar en contra, pues en él se contienen automáticamente tanto su evolución hacia formatos actuales, plenamente democráticos cuando no directamente… poco socialistas, como su pasado criminal, que va desde sus peores y mejor ganados epítomes –la china de mao, la rusia de stalin, incluso el nacionalsocialismo de hitler- a esa abyecta noción de que la guerra civil en nuestro país tuvo lugar entre un pensamiento cristiano y decente contra un socialismo que aspiraba a entregar el territorio al comunismo atroz. La derecha es inmune a esa simplificación, primero porque sus crímenes son mayormente económicos y esa guerra deja muertos y tierra devastada que no se cuentan igual. Y segundo, porque, al carecer de un “ismo” al que anclar méritos propios y prejuicios añadidos, sus pecados solo están adscritos al de quienes, con nombre y apellidos, los perpetran. Es una ventaja que no tiene el socialismo, a cuya sombra los fallos de Felipe González o de Zapatero no lo son suyos sino del movimiento al que pertenecen. No son errores, mediocridades, corrupciones concretas las que cabe cargar en su cuenta, sino en la de la idea que representan. Por eso “socialista”, como “progre” es un insulto al alcance de cualquiera sin ganas de pensar mucho. Y “facha”, que aspira desde el otro lado a equiparar la gratuidad lo hace desde lo adjetivo y no del más valioso sustantivo. En política uno se gana a conciencia lo que de él se dice porque, de entrada, uno mismo suele decirlo antes o después. De ahí ese intento, clásicamente ruín y obtuso, de aznar de insultar más que definir el movimiento del 15M como “extrema izquierda marginal antisistema”. “Extremismo” es una palabra reluciente y por eso la usa, aunque su brillo sea aquí el de un espejo.

18 octubre 2011

A salvo. O no

Irónicamente, a veces para que te fuercen a hacer lo que quieres hacer solo tienes que defenderte de ello de la manera adecuada. Y así, para legitimar lo que ciudadanos de todo el mundo piden estos días en las calles pudiera, desde lo político, bastar o bien denigrarlo en los términos precisos, o bien validarlo a una distancia a la que te crees a salvo. "Al alterar por completo su retórica en las últimas semanas, al empezar a reconocer la división de clases, Obama ha empujado a quienes criticaban su frustrada reconciliación con los republicanos a emprender sus propias iniciativas. Ahora tendrá que aceptar que insistan en que siga él también la lógica de ese nuevo rumbo" –escribe Norman Birnbaum en El País 16.10.

mira mis manos construir el mundo


Una de las lecturas que sugiere El árbol de la vida, de Malick, tiene que ver con dónde empieza a poder ser narrada una historia. Dadas las dos horas escasas que tienes para levantar y terminar una historia, dónde la empiezas suele ser a qué hora de hoy. Lo primigenio en cine es como el aroma de lo que ves a sus intérpretes oler: solo puede ser imaginado. Retroceder hasta el principio de la vida en la tierra para contar la dificultad de amar y ser amado, de criar y preservar afectos, de relacionarse con la sensación de trascendencia, es un viaje hacia ese olor, hacia esa cualidad de lo que, solo mediante un poderosísimo ejercicio de abstracción, puede conectar un volcán con la lucha de una familia estadounidense en la década de los cincuenta por permanecer unida.
Imaginar los lazos de recelo, sobrecogimiento o indefensión que unen un magma con otro, el geológico y el humano, equivale a creer que lo que no puedes oler existe ahí, delante de tus ojos. Su posibilidad, la conexión de lo infinito dentro de nosotros –el dolor, el amor, la ira- con lo infinito que sucede en el espacio y en el tiempo, lleno el universo de la misma casualidad, destino o milagro que llena a los seres vivos de esos gases. Tan hechos de atracción y repulsión hacia quienes amamos o nos rodean, como la gravedad y la energía oscura atraen y estiran respectivamente la materia y la energía cósmica en todas direcciones.
Como ambas, el recuerdo es un ladrillo ubicuo con el que construir el presente y el futuro. Lo empleamos sin cesar y sin poder evitarlo. Acaso porque, si no es lo único que tenemos, es lo que más a mano encontramos cuando no encontramos nada más. También la idea de lo divino es un recuerdo de especie, uno sin cuya gravedad es posible vivir, pero no desconocer. La recurrencia a un dios es parte, sino de cada uno, sí del mundo que tenemos, para bien y para mal. No uno, sino dos dioses vertebran El árbol de la vida: el de la naturaleza y su maravilla en constante evolución, y el de una presencia a la que dirigirte cuando el asombro o la impotencia no hallan otros interlocutores. Pero es el segundo el hijo del primero y no al revés como podría suponerse: es la conciencia humana y su fragilidad la que no sabe llegar hasta este punto sin ayuda. Lo que ha rodado Malick es un rezo y la historia simultánea de la sordera de un dios, al que pudiera bastar contestar con leyes físicas y tablas químicas. El árbol de la vida, sembrado y abandonado después, es aquí el que planta Pitt junto a sus hijos a la media hora de comenzar la película.

17 octubre 2011

llegada de los que heredan


Por asombroso que parezca, a la pregunta de qué necesitamos más, si un cambio de gobierno o uno de forma de gobernar, 12 millones de personas probablemente aportarán en unos días lo primero, como si lo segundo fuera una emanación automática de lo votado. Si la imposibilidad de distinguir los errores propios de los que garantiza el entorno es casi segura, la de apreciar cuán la manipulación y la ruina prefieren el énfasis al argumento, la denuncia gritada al juicio cuerdo, es esperar un milagro. Y eso es justamente lo que se vota cuando no se vota un programa: un prodigio que, lástima, más aspira a la resurrección de una economía insostenible que a curar la ceguera de quienes creen que el declive de un sistema necio, criminal, de una prosperidad afiebrada se debe a las caras equivocadas al mando de la nave y no al diseño de la misma.
Que el candidato del partido socialista diga estudiar ahora la eliminación de los privilegios inconcebibles que la iglesia posee en nuestro país o anuncie la imposición a la banca de la dación como pago de la deuda es un insulto a la inteligencia, no solo de los que aún creen que, por definición, la izquierda está aquí para aportar a la sociedad algo de la equidad, la justicia o la sensatez que el abuso de poder ha consagrado como leyes no escritas. También a la de quienes juzgan que la campaña de no pocos de los que aspiran a gobernar desde la derecha más merecería el ridículo, el escarnio público que el premio que casi tocan con los dedos. También porque alimenta la peor de las excusas con las que se vota –que mentir, mienten todos. Que decir una cosa y aplicar la contraria es norma.
Pena con dolor se cura. Y se apresta a caer una visión mientras asciende otra entre el helio propio y el hundimiento del suelo en el que estamos. Y así, a la mezcla de incompetencia e impotencia del gobierno previsiblemente saliente, sucede la esperable llegada de un motor idéntico, solo que alimentado por el visible núcleo de mezquindad y espíritu obtuso que tan bien representan cospedal, pons, aznar, aguirre o camps. Y en cuyas ruedas –hechas de quienes no saben o no quieren saber que si hoy se creen lo que pisotea, mañana serán lo pisado- tan natural es ver cómo, en una convención del pp, el público corea “a por ellos, oé”, como que, imposibilitados de entender, nos refugiemos en cambiar.

15 octubre 2011

El silencio del mundo


En un mismo cine de Madrid coinciden estos días dos hechos insólitos obvios y uno oculto -Obvio, estar ante la quinta película en 38 años de Terrence Malick y la segunda en los 8 que lleva haciéndolas Sylvain Chomet. Inesperado, el que el protagonista de ésta última sea Jacques Tati, que es decir esa reinvención francesa de Buster Keaton que fue Mr. Hulot. Muda casi literalmente, como metafísicamente lo es la de Malick, El Ilusionista es una historia de otro tiempo, resucitado hoy magníficamente por Chomet como Tati lo fuera en sí mismo de otra era del cine, al servicio de historias donde no hablar podía convivir con que la historia no necesitará compensar eso corriendo desaforadamente de una idea a otra. No son pocas las que atraviesan esta –el declive del entretenimiento clásico (ilusionismo, ventriloquía, circo); la necesidad mutua de afecto de un hombre mayor y una adolescente en busca, ambos, de un espacio que ya no existe donde habitan; los resquicios de un mundo en otro, del que fue en el que será; la reconversión vital, ardua o imposible, de la edad adulta en otra más joven. La historia del silencio como sombra del mundo, de su avance y su caos, ha sido expulsada hace mucho de las pantallas. Que uno pueda entrar en un cine y salir cinco horas después del prodigio es uno más.

13 octubre 2011

como alcalde vuestro que soy


El mismo día que en El País se lee sobre la parálisis ordenada al recién abierto Centro cultural Niemeyer, en Avilés, el alcalde de Y., político no profesional electo casi milimétricamente desde las mismas fechas, cuenta la aleación de halagos y desprecio con que se le trata, cómo siente sus días tal un cronómetro que acumulará para algún día la suma a pagar de tanto malestar. Y si el primer caso suena a Ricardo III y su aspiración simultánea de dominación ciega e inmunidad a sus actos, el segundo trae ecos del conde de Gloucester, al que entre amor jurado llevan a la tumba.

12 octubre 2011

Mirar lo invisible


A la sombra de su comunicación mínima, un Festival de Otoño subsiste en Otoño en Madrid como un privilegio para fieles y una oportunidad para despistados que permite hallar entradas aún el mismo día de la función. Se llama “Una mirada al mundo”, transcurre estos días en el Valle Inclán y de momento ya ha regalado (pues regalo es que la mejor butaca cueste 10 euros) la trilogía de Tom Stoppard La costa de la Utopía en el imperial montaje de Alexei Borodin y el Teatro Académico de la Juventud de Moscú, y la tan delicada como estirada hasta el estupor +-0. Es un festival breve al que quedan la adaptación de El proceso, de Kafka, y Entre nosotros, todo va bien. Y que oculta, si cabe más escondida todavía, un ciclo doble de lecturas de autores polacos y mexicanos contemporáneos con el precedente de las estupendas lecturas de textos de Tom Stoppard, en 2009. Y que permiten vislumbrar esa salida de emergencia que siempre le quedará al teatro incluso si la más sencilla puesta en escena fuera imposible de financiar: la obra venida del libro y vuelta a él de nuevo, leída como si fueran los personajes los que te la cuentan, sentados a tu lado, en la misma silla que tú.

Raro ya de mañana


Lo cuenta ya el tráfico, inexistente a horas en que debería colapsar la calle, y lo reafirma el empleado de la piscina, que advierte que quedan aún dos horas para abrir. Rara vez sé que un día es festivo hasta que piso la calle rumbo a un lugar que no puede estar abierto. Y debo de ser uno de los pocos seres humanos que ha encontrado cerrada una tienda de ikea. Qué más cosas no se me cuentan.

10 octubre 2011

asi que esto es la luna



Algo se construye en esa distancia que va del bailarín del Tanztheater Wuppertal explicando cómo Pina Bausch decía “luna” y pedía que le mostrasen, en movimientos, qué era eso, al testimonio general de los bailarines que trabajaran para ella afirmando el silencio, la parquedad expresiva con que les dirigiera durante décadas. Algo que se parece al sentido no tanto entrando en el intérprete, como saliendo de él.

08 octubre 2011

Ojo con lo ilegal


Sales de Alboraya y como vas hasta las cejas de horchata, te parece que en el escaparate de la clínica anexa quizá no ponga lo que estás leyendo. Pero sí.

Las instrucciones


Paradójicamente, la superación de las formas en que fueron educados nuestros antepasados ha traído, en la reinvención de aquellas instrucciones claras y estrictas, unas tan complejas que, como ocurre con los cachivaches electrónicos, cuanto más extenso el manual necesario, más nos aventuramos a vivir sin aspirar a empezar a leerlo o avanzar en su comprensión integral. Las subposibilidades se reproducen como hojas nuevas de ese manual, abarcando todos los campos posibles: el afectivo, el sentimental, el laboral, el social, el económico, el político, el artístico… los manuales han dejado de servir, no se actualizan a la velocidad necesaria, o lo que no es menos frecuente: no pueden contener la verdad, no lo resistiríamos. No extrañamente, la tecnología y el artefacto vivo que somos comparten la instrucción básica: ambas están pensadas para funcionar sin lo que sabes.

07 octubre 2011

the inside job


Antes de que un hombre fundara Pixar, y antes de que Disney la adquiriera, una década después, la mezcla de futuro y pasado confluyó en la historia de un visionario que se quedaba a vivir dentro del entonces incipiente mundo de la informática doméstica. Quizá es ahí donde habría que buscar a Jobs a partir de ahora.

06 octubre 2011

the foot of life


Aunque solo sea porque improbablemente se fijará alguien en esa escena, inserta en el fluir asombroso, cósmico e inexplicable de The tree of life, la secuencia en que un dinosaurio plácidamente echado en el borde de un río, ve llegarse hasta él a otro, más grande, que pausadamente llega y le pone la pata encima de la cabeza, aprisionándole, sin saber qué hacer con él, sin saber qué hacer con su pata que oprime a su víctima acaso porque no sabe aún qué es su víctima, acaso porque no sabe aún que su tamaño es el de un carnívoro que debería comerse al herbívoro tranquilo. La pata que se retira y vuelve a tocarle, este vez suavemente, como una caricia, como algo a medio camino entre lo que siente y lo que intuye.

05 octubre 2011

Para qué me llaman


Uno siente una pena extraña por Manuel de Blas, actor de voz imponente y rostro griego, al que hace unos años robert wilson pusiera a destrozar La dama del mar, de Ibsen, en el mismo escenario en el que estos días Tomaz Pandur le pide que ayude a derruir La caída de los dioses, adaptación teatral de la película homónima de Visconti. Ambos –wilson, pandur- diseñan sus congeladores teatrales para alguien como Asier Etxeandía. Wilson no puede saberlo, pero sí Pandur, cuyo desastre actual tiene no poco que ver con éste sea desde Barroco, Hamlet y Medea, su primer montaje sin el vasco sustentando con su presencia felina la simulación. Cuando uno huye en el intermedio lo hace con la sensación de no haber visto un solo gesto vivo, creíble, nada que no sean maniquíes que lucieran en una pasarela su mejor hieratismo. El único consuelo sobreviene a la salida del Matadero, al advertir que la otra persona que se ha dado idéntica prisa en huir de aquello es Vargas Llosa.

Realidad/ menú


Entrantes: Para el cocinero del bar, North Carolina está en Marte, y ninguna hermana viviendo allí desde hace décadas compensa dejar las calles de Madrid y su bullicio para llegarse hasta allí y mirar qué sea aquello. Su opinión no desciende apenas a enjuiciar lo que pueda encontrase allí, lo que estima de lo que tiene aquí le basta hasta el fervor. Es un orgullo de propietario, de quien tanto valora lo que tiene que, por cálculo elemental, poco pueden valer otras opciones.
Primeros: La mujer que te extrae sangre cuenta un secreto, que acaso es el mismo a todos los que amenazan desmayarse en el proceso: cuando es a ella a la que sacan sangre para un análisis, se toma un cafecito antes, como matiz del ayuno prescrito.
Segundos: Has renunciado a hacerlo ya, pero aún de vez en cuando no te resignas, al coincidir con la señora del segundo y su hijo pequeño, a pedir amablemente que separe los tipos de basura que produce, que deje de arrojar los cartones al cubo amarillo, y todo lo demás, al primero que halle. Otros días el ruego pide que empiece a cerrar las puertas del edificio cada vez que sale o entra. Otras, a pedir que deje de arrojar decenas de colillas diariamente por la ventana, que alfombran la rampa del garaje. Y cada vez que pides algo te escucha con atención, con auténtica preocupación por atenderte que es solo eso: esforzarse por hacerte saber que estás ahí, delante de ella. Asiente, confirma. Nada de lo que digas quedará en su mente, como si la mejor forma de garantizarse que alguien hable con ella sea mantener vivos temas tan apasionantes.
Postres: Tras dos años sin verse, el Congreso de Oftalmología les reúne de nuevo, renuevan su aventura. Días después, ella le envía una carta en la que dice estar dispuesta a todo por estar con él: divorciarse, cambiar de ciudad. En la carta hay más palabras que minutos han estado juntos en esos cuatro años.

04 octubre 2011

el día que salvas


Hubo un tiempo en que uno no solo dormía bien sino que sabía que iba a dormir bien. Hoy he perdido ese don, y quizá se debe a que, probablemente como cualquiera que haya cumplido los cuarenta, creo saber porqué no puedo dormir cómo querría. Renunciar a lo que sabes de día es un problema a la hora de cerrar los ojos, como también lo es aquello que le leí a un cantante famoso y noctámbulo, hace ya años: cuesta mucho renunciar a la necesidad de que de noche pasen cosas. Asi que casi se entiende como venganza el que, no teniendo control sobre lo que uno, al soñar, quiere o rechaza, operemos sobre la parte que sí controlamos: las horas de sueño. Por eso se lee con pavor el dilema que cuenta El País 2.10, cuando, en los días que pasara en el campo de Drancy en 1940 falsificando cartillas de racionamiento, es decir, borrando las huellas que delataban la condición judía, Adolfo Kaminsky fabricaba en una hora 30 documentos no judíos en el lugar del que partían los camiones rumbo a los campos nazis de exterminio. Si dormía una hora, morían 30 niños.

02 octubre 2011

¿es a mí?


Dos paradojas asoman al exponerse a la trilogía imperial de Tom Stoppard sobre la segunda mitad del siglo XX en Rusia, y en el exilio británico y francés: la primera es que, contando la gestación y vuelo alternamente elevado y alicaído de las ideas revolucionarias que germinarían en el comunismo, se narra en paralelo con los azares sentimentales de todos ellos –Herzen, Bakunin, Turgueniev…- que en plácidos y bienhumorados triángulos amorosos comulgan en carne propia el hermanamiento que tras vestirse de nuevo vierten al pasquín. La segunda tiene que ver con la gravedad extraña con que el magnífico reparto ruso sale a saludar al patio de butacas puesto en pie, como un oficinista que no entendiera el entusiasmo ajeno por su labor. Donde la paradoja está en que un texto sobre la gestación de la revolución del proletariado… obligue a sus intérpretes a trabajar durante las diez horas seguidas que exige representar la trilogía completa el sábado tras haberla contado, en trozos respectivos de tres horas, desde el miércoles. Y en cuyos rostros hieráticos acaso se cuenta también el ambiguo encuentro de arte y estricta funcionalidad que Stoppard ubicó en medio de su tercera parte:

Doctor: ¿Pushkin? ¡no le sirve a a nadie para nada! Olvídelo, un buen fontanero vale por veinte poetas… para libro útil, me quedo con No más hemorroides, de Mackenzie.

Turgueniev: … si alguna vez tiene hemorroides, ahí va un consejo: me di cuenta de que leyendo al doctor Mackenzie, no hacía más que pensar en las mías, mientras que, leyendo a Pushkin, me olvidaba de ellas por completo.

enmedio

En una de las calles del barrio de las letras, estos días, hay un hombre en el escaparate de una sastrería, un hombre que semeja un maniquí que semeja un hombre. No tiene relación aparente con el hombre que, horas después, se agita durante un concierto de Nacho Mastretta como si más fuera la propia música que quien asiste a ella, no el espectador sino el instrumento. Con el sol nuevo llega un partido de rugby en el Liceo Francés, al que sigue el tercer tiempo –el que se juega en el bar, juntos los que hasta hace nada se han estado arrancando la cabeza. Tampoco tiene relación con que uno lo deseche para poder llegar a tiempo a la tercera parte de la trilogía de Tom Stoppard La costa de Utopía, hasta ayer en el Valle Inclán. Asi que ha de ser solo que la realidad a veces te usa de pegamento.

01 octubre 2011

ser yugoeslavos


Hubo un tiempo, veinticinco años atrás, en que los brazos que hoy se elevan se bajaban ante la superioridad evidente, imperial, de Yugoeslavia. Tanto y tan hondo excavó ese filón que, aún escindido el país en cuatro a partir de la década de los noventa, tres de esos países –Croacia, Serbia, más recientemente Eslovenia- aún fueron capaces de repartirse con Estados Unidos, Rusia. Lituania y Argentina el dominio del baloncesto mundial hasta hace nada. En ese tiempo, el baloncesto mundial se ha convertido en su balón: Lituania y Argentina dan vueltas en el aire, sin saber qué lado tocará; Estados Unidos ha visto palidecer su dominio tradicional y en esos giros incluso ha sido nosotros: aspirante durante un lustro a medalla de bronce; Rusia se evaporó en un modelo incapaz de vivir con el peso de su historia; y España se ha transformado… en Yugoeslavia. Imponente, diseñada para arrasar a quien se ponga por delante, imperial por momentos, es un prodigio y un regalo del que nos bajaremos algún día. Pero habrá durado una década. Yugoeslavia y Rusia no recuperarán lo que era suyo, sino nuestro.