30 septiembre 2007

la música habitual

Historia narrada de un violinista, un hombre dicharachero, reidor, casado con una violonchelista de gesto agrio y que abiertamente se declara simpatizante de eta. Entre ensayos y conciertos, probablemente es buena parte del día que la música de Mendelsohn, Mozart, Haendel o Sibelius pasea por la mente de ella, muy previsiblemente rozando al hacerlo la zona que guarda la lógica de matar como idea plausible. Cuanto más ensayan, más conviven las dos ideas dentro de ella. Lo que, en esa asiduidad, y asumiendo que una sinfonía transmita, a sus oídos, algo más que el sonido de la cisterna del baño, significa que si Mozart no acaba con las razones de eta, éstas han de acabar por fuerza con Mozart. Se dirá que Wagner entraba y salía de la cabeza de los nazis sin causar mayor alboroto, pero es que Wagner era, como prueban sus escritos, la misma idea que quienes la empleaban para relajar sus crímenes –él, no su música, pero ese es otro asunto. Ha de imaginarse, pues, quizá a la simpatizante de eta tarareando a Wagner, pero nada en la producción de éste incluye obras para violín o violonchelo. ¿Qué tararea ella cuando lee que eta ha matado? ¿Qué clase de instrumento tiene por cabeza quien de día toca el cuerpo grácil de un cuarteto de cuerda y de noche el de alguien que comparte las tesis de un asesino? extorsión incluida: el sueldo que paga su casa, su coche, la educación de sus hijos proviene de una institución a cargo de los presupuestos generales, con sede en Madrid, bajo el patronato de la reina, allí donde trabaja tantas veces escrito “de españa” como notas abiertas ante ella. Mueve la cabeza al tocar, casi no parece una cobra.

27 septiembre 2007

para diseñadores

Al hilo de la carta al Director de G. Simone aparecida en El País el 13 de agosto pasado y que reproduzco sin su permiso más abajo, se me ocurre proponer a algún avezado diseñador probable lector de este blog que pruebe a integrar las cuatro ideas que enumera en una sola y que sustituya los escudos de Navarra, León, Castilla y Aragón por estos otros símbolos más modernos e integradores de las diferentes idiosincrasias de los habitantes de este nuestro solar patrio. Y que ya puestos sustituya las columnas por una chimenea humeante y un rascacielos insostenible, y que donde las olitas de mar ponga un a modo de río contaminado y una playita cutre salchichera de las que abundan.
La Carta:

Cambio de símbolo
España es un país moderno, innovador, bullicioso, con un PIB constantemente al alza. Por estas razones, se necesita un nuevo símbolo, que le pueda representar y definir en el mundo, mejor que el toro Osborne, la bailaora de flamenco y la paella. Sugiero que se lance una encuesta entre los lectores de EL PAÍS para que se elija el nuevo símbolo de España entre los cuatro siguientes:
— La grúa de construcción: único y verdadero elemento de unidad nacional, característico de cualquier paraje del territorio.
—El billete de 500 euros: abundantísimo en el país, seguramente en los bolsillos de unos poquísimos seres elegidos, escasísimo en los bolsillos de muchos, desconocido por la mayoría, si no fuera por las fotos policiales.
—El palo de golf: elemento central de un deporte muy popular aquí y muy amigo del agua (en el sentido de que consume muchísima), en un país sin agua.
— El todoterreno: el medio de transporte (de más de dos toneladas de peso) preferido por el español moderno, amante de la naturaleza, pero siempre sin pisarla ni tocarla. Se encuentra preferiblemente en las ciudades, para que no se ensucie.

24 septiembre 2007

Roth I

La portada de la edición mínima con que Debolsillo reimprime “Me casé con un comunista”, en la que juraría que los personajes de espaldas son Wallis Simpson y el abdicado Eduardo VIII de Inglaterra, que eventualmente abrazaría ideas fascistas.

23 septiembre 2007

Noticia de un suspenso

Contienen los periódicos de hace años, leídos hoy, el familiar rostro de lo que el periódico de ayer o de mañana cuenta se pelea, se pierde o se gana como si el tiempo tampoco pasase por las causas vivas. Es en mitad de esa lectura que uno recibe la llamada de un compañero del colegio al que no lee desde esos veinte años casi, y es en buena medida un parte de bajas o recaídas que huelen a abismo: los tarambanas de entonces a los que el alcohol, la cocaína o la destilación diaria de otras idioteces ha mutado en espectros de densidad variable pero a la baja. A la vez uno escucha de cómo los brillantes de la clase lo eran fuera de ella socios de una guardería opusina o similar –comunión y avance, creo que ha dicho. Éste pasó por la cárcel, aquella es yonki, éste se asoció con un pedófilo, aquel es un ascensor a todo lo anterior. Uno siente a veces cierto desarraigo porque sus mejores amigos de clase son el mismo –uno, aunque grande y libre, felizmente- y es una rara afirmación de tan escaso logro el saber de esas vidas malogradas que nadie llegó a tiempo de preservar, de aislar del resto de empeoramientos, para que al menos no tendieran hacia ese tono amarillento, de momia entre los vivos, que tienen las noticias cuando, al mal que cuentan, se suma la exposición al paso de los días. En el empeño por la autodestrucción, le recuerdan a uno a esos periódicos que, presumiendo, por cierto en ocasiones, de presencia en la clase, sólo hallo explicable si quienes los redactan lo hacen entre ingestas de tóxicos o esas comuniones ideológicas que son sólo otros hongos.

22 septiembre 2007

leo

La única zona erógena del ser humano es el cerebro, y el único órgano sexual, la piel.

21 septiembre 2007

Todos en el mismo Barroco

Tres personajes en escena, tal si uno por revisitación: aquel a cuenta de la novela de Choderlos de Laclos, aquella por la visión de Heiner Muller en su Cuarteto, éste por lo que Tomaz Pandur y Darko Lukic ofrecen de ambas obras en su Barroco, estos días en el Centro cultural de la villa. De un triángulo tratan las obras precedentes, y así ésta, en la que la conocida historia de la pasión de apostadores que consume a la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont deviene en una carrera en la que si la máxima es ganar o morir, en el proceso no lo es menos ganar o matar. La historia es la de dos vampiros y de cómo ellos mismos degeneran en víctimas de sus apetitos o , en el mejor de los casos, en sangre para el experimento. Como el ballet que también es, Barroco pasa por sus actos igualándoles en un crescendo que les despoja de todo, hasta que, vestidos o no, se revelan idénticos. Los tratos a que llegan lo son con un demonio común que no aparece, y que es sustituido y explicado, vuelto del teatro al patio de butacas, con sus culpas y nuestra parte en ello, por un Puck dotado de la majestad de los naufragios y las resurrecciones, y en el que las velas del barco que sostiene no pocas veces se transfigura en alas, perfectas, por otro lado, para una figura que es la de un narrador y la de un juez. En la obra se escucha de ellos ser un museo de los apetitos infames. El poder que emana de la marquesa, la impunidad que del vizconde, son unos que afilan sus postreras horas en las guillotinas, y aquí halla uno la explicación a la belleza que postula Pandur como eje de todo esto: no la de la miseria que tapa lo que querrían ambos para asfixiarla, acto seguido, con perversiones del deseo, sino la de lo que en su extinción servirá de sustrato para algo nuevo. La misma deslumbrante y provocadora puesta en escena que, escasos meses antes, luciera Animalario en el María Guerrero con ese barroquismo de pasiones y razones que es Marat, Sade transpira y agoniza aquí en la piel de Blanca Portillo, Asier Etxeandía y Chema León.

16 septiembre 2007

donde el cafe, y 5

De los tres que somos conducidos por un oficial de antinarcóticos a ser radiografiados en el aeropuerto bogotano de El Dorado, el que camina delante de mí suda, tiembla, si tratara de mostrarse nervioso no lo lograría tanto como ansiando probar lo contrario. Los modales del policía son un imán para los nervios de hierro fundido del desdichado: es seco, brusco, no te mira al hablar, para ahorrar tiempo te trata directamente como a un delincuente. Al hacérselo ver, declara haber pasado por un trato similar cuando ha ido a españa. El hombre que sale conmigo tras superar la prueba lo hace convertido en un flan, a pesar de haber caminado sólo cincuenta metros desde la sala de embarque a la garita, no sabe a dónde ir, pregunta con el tono de un niño extraviado. Al examinar la maleta, a falta de perro improvisa sus formas, y la declara inocente amontonando su contenido como si ella fuera culpable aunque yo no. Al ser preguntado si puedo denunciar sus modos me conmina a hacerlo a fin de que le trasladen por fin a otro destino. Lo que busca en mi estómago es así un mapa.

13 septiembre 2007

saliendo a respirar

A veces se puede llegar a tener la impresión de que mantenemos un contacto imaginario con un ser virtual que sabemos queremos esperamos que esté oportunamente ahí y de esta manera poder establecer un diálogo continuo siempre inacabado y siempre postergado para el que los breves encuentros son la ocasión de poner en práctica al ser imaginado y una nueva oportunidad de volver a soñarlo ilimitadamente en la que lo real es la ocasión propicia y lo pensado la ocasión futura y donde la biografía común se va convirtiendo en la puesta al día de un guión pactado previamente entre la vigilia y el sueño mientras se vuelve del uno o se va al otro sin solución de continuidad hasta crear el efecto mágico de no saber si te anticipas o retornas continuamente para salir adelante en una pirueta que quiere burlar al tiempo que sigue desparramándose incontenible y tenaz

09 septiembre 2007

donde el cafe, 4

Intactos en su inmovilidad como las calles de Cartagena de Indias en el tiempo, sombras negras de la cabeza a los pies simulan estatuas en plazas y calles. Adecuadamente ubicados –esto es, imposiblemente ubicados como se verá- su aspecto primero les toma por tales, y sólo el blanco de los ojos advierte, de cerca, su piel verdadera. Su indumentaria es asombrosamente similar: negro sin matices, semejan soldados antiguos, pescadores o campesinos y puede vérseles en grupos de hasta tres figuras. En lo que es la paradoja clásica en esto, cuanto más fiel el espejismo, peor para quien lo actúa, pues su alimento depende tanto de su estatismo como de lo que esa inmovilidad llame a pararse y depositar el óbolo a sus pies. Pero a veces se les ve recorrer a paso veloz y en silencio las calles, y al verlo, tal si rara advertencia, por lo que sea uno se queda quieto entonces, inmóvil hasta que la sombra termina de pasar, como si estatuas y transeúntes necesitaran de unas reglas básicas.

04 septiembre 2007

donde el huracán

en una isla en la que estuvimos hace tres días al parecer se urge en este momento a la población a buscar protección en los refugios ante el huracán que les viene encima. Sólo que allí no hay nada parecido a refugios, nada que pueda compararse a lo que conocemos como tal en europa, donde, por cierto, no hay nada parecido a un huracán. Si naces para cruz, del cielo te caen, firmes como clavos, las instrucciones imposibles.

02 septiembre 2007

donde el café, 3

Hay que bajar al laberinto de túneles que es una mina de sal transformada en catedral para creer, aunque sea en una trinidad de ingenieros. En Zipaquirá, a 30 kms. Al norte de Bogotá, galerías de veinte metros de alto, quince de ancho y cientos de metros de largo han sido repensadas para ilustrar, primero, las estaciones del vía crucis y más tarde las naves de una catedral de proporciones y austeridad inconcebibles: uno camina por un túnel en el que la luz apenas da para verse los pies cuando a un lado se abre un espacio de profundidad abisal que se intuye más que se aprecia. Hecha de la misma sal que todo lo demás, las cruces son, en su tonelaje descomunal, apenas jilgueros aquí. La sal de la tierra se abre revelando una de las galerías excavadas transversales a la que caminamos, y que semeja un sepulcro gigantesco, frío y vacío que se repite cada veinte metros. La cualidad de tumba es la misma desde la primera de las capillas, y es un caminar hacia la metáfora que linda la cruda posibilidad de lo meramente humano, pues cuanto más cerca del cielo el símbolo, más profundo en la tierra quien lo recorre. Se desemboca en naves de una catedral privada de sillares, cúpulas, ábsides, cristaleras, frescos o esculturas. En el altar mayor se celebran misas y ópera. Bastaría una mera gota de agua dulce en la pila bautismal para dejar en ella un agujero. No hay un solo sepulcro a pesar de que quienes construyeron los túneles debieron dejar no pocos muertos en el camino. El guía explica que los escasos ornamentos que no se hicieron de la sal hubieron de ser troceados fuera y ensamblados dentro, en esta semipenumbra, como la religión en las catedrales de verdad. Es una iglesia estanca, impenetrable, sin salidas cercanas, bañada en la belleza de las trampas mortales, un lugar menos para los cuerpos que para las almas. Se diría que buscando un lugar de dios les haya salido uno para la mitología, un templo para minotauros, pues fuera de éste, es un espacio que únicamente existe en las novelas. Y sólo en esta mina hay varios, superpuestos, pues cada 35 metros de altura serpentea una nueva red de galerías –cuatro en total, una de ellas activa hoy día- como si la superposición de estilos arquitectónicos que hace de no pocas catedrales cócteles de Lego tuviera, bajo tierra, la alternativa que se le niega sobre ella. A veces hay mineros en los pasillos de la catedral, venden cristales puros de penumbra como otros recetas similares.

01 septiembre 2007

donde elcafé, 2

Alfonso Garzón Chacón, que acabaría siendo padre de once hijos, temía en los días de las revueltas tras la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, en abril de 1948, por la suerte de sus bienes, de forma que, habiendo enviado lejos a su mujer y los dos hijos que por entonces coleccionaba, llenó el carro del bebé de vajilla, ropa, libros y todo aquello que cupo. Así atravesó la ciudad que ardía, y en varios viajes puso a salvo en casa de su padre todo lo que podía servirle a un bebé en el futuro, cuando los fuegos se apagaran. Tiene un cuento Quim Monzó en el que un hombre pasea la ciudad con su hijo recién muerto, dentro de una bolsa.