31 diciembre 2006

ni modo

de olvidarte
ni de quererlo.


feliz año tuyo, que vaya del 2 al 7 sin nada que lo dañe.

(encriptado, mis disculpas al resto)

30 diciembre 2006

de todos los anteriores

En Idomeneo, éste es impelido por el dios Saturno, tras salvarle la vida, a matar a la primera persona que vea tras salir ileso del mar, y éste resultará ser su hijo. Tras tratar de alejarle de sí tanto como le es posible, el padre empuña finalmente el hacha para aplacar la ira del dios y ha de ser Júpiter quien frene su mano.
Hace dos días en El País, se lee una entrevista a Guntram Weber, uno de los hijos de la alemania nazi criados en una de las 15 clínicas Lebensborn (fuente de vida) con la idea de crecer parte de la nueva y perfeccionada –filtrada y poco más- raza aria que dominaría el mundo, aunque sólo fuera el de los muertos durante los 5 años que trató de coexistir junto al siglo. Escribe Juan Gómez que de cada mujer alemana esperaba la alemania nazi 4 hijos dentro del matrimonio y todos los que cupieran fuera de él. L343-34 es en la ficha que de Weber se guarda un nombre más preciso que el que conoce de su padre, del que sólo supone el nombre del país al que huyó -Argentina- donde indaga vivió y murió anónima y plácidamente.
Hace unas semanas uno estaba en la casa de un personaje, en uno de los suburbios chabolistas que cercan Buenos Aires, y éste sacó un abrigo oscuro, de piel y talle antiguo, que dijo le había sido entregado por un antiguo miembro del ejército nazi arrumbado en argentina y al que conoció poco antes de morir.
Entran y salen del mar, como botellas que se abrieran en el sitio menos esperado, los mensajes que se esperan en otro sitio, o simplemente los que no deberían salir de él, y es una ironía más la posibilidad de hallar la piel oculta de un huido justo aquí, en la casa de un loco jupiterino que la ha fabricado entera a base de unir botellas de vidrio, y al que si se le pregunta por qué quizá respondería lo mismo que el Neptuno de la ópera de Mozart o el padre de Guntram Weber a éste acerca de su paternidad a distancia, de haber tenido la ocasión: es un concepto. Un concepto el tener hijos o mandarlos matar como se tienen patrias nuevas o se matan las antiguas.
¿Cuál de los dioses me mantiene vivo? ¿cuál acudirá a mi ayuda? –dice Idomeneo.
Que se extingan –responde L343-34 cuando se le pregunta por el hecho de que los alemanes caminen hacia la desaparición ante el descenso de la natalidad.

29 diciembre 2006

de los culpables

Hay una idea de búsqueda de redención, sacrificio y justicia a la antigua en The road to perdition, dirigida por Sam Mendes en 2002, que contiene un símil apretado de lo navideño: asesinado el hijo pequeño y la madre de éste en lugar, ambos, del que se anuncia como una amenaza para el asesino, éste –el inocente que sobrevive de milagro- ayudará a su padre a vengar aquel crimen contra sí y contra el sistema que él contribuyera a sostener. Al final de la película, sólo el hijo queda para crecer tras tanta muerte alrededor, pero como ocurre con el símbolo con que se compara, las preguntas atañen a los padres. La historia es la del encuentro de sus culpas: el padre que ha de vengar la muerte de su hijo trabaja de matón para el padre del asesino, y si para el primero la justicia requiere sangre fría, para aquel la justicia empieza y acaba en la sangre caliente, aún viva, del hijo al que preservar de sus actos. El padre del asesino propugna el perdón, el del asesinado su parte de ojo, su parte de diente. Una de las visiones, por contradictorias, más terribles al amparo de la lectura de los evangelios es la de ver al dios iracundo del pueblo elegido derramando la sangre de los inocentes con la misma generosidad con que en el nuevo testamento el mismo dios ruega el perdón de los culpables. El disco editado que contiene la banda sonora de la película contiene un tema en que los padres respectivos –el dios newman, el dios hanks- tocan a cuatro manos el piano, el tema es triste, melancólico, como si cada mano derecha se preguntara, al tiempo que lo hace por las que vienen de otro cuerpo, por los planes de la mano izquierda.

28 diciembre 2006

de los inocentes

Aún en el supuesto optimista de sobrevivir a las jorobas falsas que el marketing hace pasar por la aguja menos predispuesta, todavía ha de afrontar uno el proceloso mar de ritos que conmemoran a dioses caminando entre nosotros si se pretende que la navidad cristiana no se quede en un asombro de bombillas. Y aún habría que sortear la sospecha sobre su verosimilitud que encierra su convivencia a sangre y fuego, como si nada, con el resto de religiones varias, que se reparten el paraíso desde hace siglos como una timba de aduaneros. Desde este lado –cristianismo vertido en sus símbolos habituales- la celebración admite, amén del nacimiento del mesías, el más sobrecogedor episodio de la matanza de los inocentes, que para más inri ha devenido en fiesta pueril de la chanza y el bromazo esperable. Con ello se desaprovecha –cree uno- el mayor de los capitales con que una idea pueda tratar de ganarse a los demás: no la de un dios que envía a un hijo para que pasee por aquí 33 años y luego desaparezca para los restos, sino la más humana, por indeciblemente cruel, de vengar en los más inocentes de los seres –recién nacidos- la culpa que pueda verterse sobre uno sólo. En esa idea cabría fundar una religión que no oliese, como todas, a mitología y estatuas del oro necesario en otra parte, sino una asentada en el humanísimo dolor del otro, en la comprensión del sufrimiento ajeno, de cómo tantas veces pagan justos por pecadores. Como se ve los argumentos de fondo no son muy distintos comparados con los del cristianismo, pero aquí no hacen falta dioses opinables, sólo lo que hay siempre: hombres. Dispuestos a la ira, al hacer pagar a los demás la propia impotencia, a abusar del poder que les toca en un sorteo, a albergar lo peor, pero también la capacidad de perdonar, de almacenar dentro de uno el duelo ajeno. Y esto es lo mejor: un verdadero dios preferiría esta opción: el que uno mirase con amor al prójimo no por temor a una vida posterior con jueces más puntuales, sino porque el dolor de uno es, por injusto, por innecesario, uno que atañe a todos. Escribe Timothy Garton Ash en El País 23.12 sumarse al historiador suizo Jacob Burckhardt cuando afirma que “cristo como dios no me dice nada, pero como ser humano, Jesucristo es una fuente de inspiración constante y maravillosa, acaso la más maravillosa de la historia del mundo”. Esta podría ser una versión más probable del cristianismo refundado, una en la que cristo no fuese hijo de dios alguno, y en la que sus logros, su mensaje, fuese obra y posibilidad viva salida de un cuerpo y una mente mortales, falibles, tentables, imitables. Salida de un hombre y al alcance de hombres. Del mismo artículo: “existe un respeto que nace del comportamiento de los creyentes, independientemente de la credibilidad científica de su fe original. Lo ideal es que una sociedad multicultural sea una competencia amistosa y abierta entre cristianos, sijs, musulmanes, ateos por ver quién nos impresiona más con su carácter y sus buenas obras”. Es decir, confesiones religiosas hechas de actos humanos, no de ventriloquia divina. Amén de que en buena medida dios carece de oídos en este mundo –y sus voceros de jueces- dado que ni aquel habla ni éstos se validan en sí mismos sino como traductores de letras que no están a la vista. No ha de ser sencillo superar acaso la idea más espléndida jamás sacada de una mente humana –inventar un dios- pero esa es una condenada al fracaso, pues hacerla depender de un demiurgo que es explicado como una omnipresencia que susurra sus anatemas a unos pocos y al instante se encierra en la habitación de legislar, como si cada vez que un iluminado se dice a sí mismo mayordomo, su señor no pudiera ser consultado por el resto, es una idea digna de su reverso –la no menos espléndida idea de inventar un ángel caído. Es claro que una idea de trascendencia que suprimiera lo supraterrenal acabaría por producir, o atenerse, a leyes propuestas, aprobadas y regidas en un parlamento, no en un libro sagrado –cualquiera- que bien debiera ubicarse en la sección de poesía y no en la de pretensiones de gobernación. Pero entonces, qué de tanto augur y su lugar en la historia y las pinacotecas. La religión, esa broma, en la que lo que no son héroes son herodes.

27 diciembre 2006

del purgatorio

Muerto Piergiorgio Welby tras serle desconectado el aparato que mantenía su distrofia muscular progresiva en el limbo que se le negaba a él, la iglesia católica prohíbe funerales religiosos dado que “su voluntad de poner fin a su vida, afirmada de modo reiterado y público, es contraria a la doctrina católica”. Tal vicariato de Roma “no puede conceder tales exequias porque, a diferencia de los casos de suicidio en los que se presupone la falta de condiciones de plena prudencia y de consenso deliberado, en este caso era conocida, por cuanto afirmada repetida y públicamente la voluntad de poner fin a su vida”. Que viene a decir que el suicidio es un mero error de cálculo si llevado a cabo en el silencio más atroz, pero que expuesto a la luz pública se torna un pecado de conciencia sino lúcida, al menos iluminada. O que si bien el sufrimiento de puertas adentro –que cabe pensar, en la soledad del peso, más insoportable- es disculpable en tanto que de uno mismo y así discreto -quizás en ello equivocable-, basta pronunciarlo, compartirlo en vida, para que ello signifique automáticamente premeditación y alevosía. Es impensable imaginar el dolor de quien no puede pensar en alto lo que ha de hacer, y que se adjudique más comprensión a ese silencio –que no ha de desear ni el más convencido- o que se le tilde de ofuscado cuanto de culpable tiene quien sí lo expone antes de matarse ha de verse como un crimen más, sino fuera porque, como es habitual en la iglesia católica, apesta a suicidio de la ética, de la piedad y de la más elemental comprensión del dolor ajeno.

26 diciembre 2006

Cuaderno de bitácora

Tras un año de travesía nos encontramos en las mismas aguas que antaño. Esperando que llegue el voluble viento y nos empuje de nuevo... Si es necesario hacer balance podemos mirar bajo cubierta y encontrar en la bodega pocos tesoros y alguna baratija deslumbrante cuyo valor supera el del mercado por ejercer el magisterio de educarnos el gusto. Tal vez el mayor logro sea contar con la nave intacta a estas alturas, y con toda la tripulación expectante ante las noticias que pueda depararnos este curso intermitente y errante hacia Penélope, que nos espera al final, siempre, como la muerte. Y en este salado mar, en oleadas, me llega un claro olor a tierra y a ceniza...
Seguiremos el rumbo establecido por los signos. Seremos protagonistas y narradores de las leyendas que el ingenio nos dicte; el brazo, el alma y la voz de lo que se repite cada jornada de manera irreal. Porque no podemos hacer más... Un viajero de la isla perdida de San Borondón me dijo en una ocasión que la historia sólo es un libro frío y lapidario de acontecimientos ya escrito, mientras que en el arte, en cambio, palpita aún la vida. Esa es la misión que me encarga el destino para este viaje, avanzar con el ímpetu de quien no responde a ninguna razón, a ninguna bandera, a ninguna norma, y dejar que el oleaje obstinado del viaje nos vaya construyendo con los restos de anteriores naufragios... Buen viaje, capitanes, que el viento os sea favorable...

el mar se está poniendo insoportable

Hoy hace un año salimos a navegar por el proceloso mar de Blog y un año después seguimos tan solos como entonces. Ni sirenas, ni céfiros, ni polifemos, solamente el miserable, sus acólitos y el gran manipulador, que siguen sin reconocer que la realidad no inventa apocalipsis: las cosas están realmente así de mal para el planeta y los seres vivos, algunos de ellos con rasgos humanos. Solamente los constructores, los petroleros y demás mafiosos sacan provecho. ¿Habrá que cambiar el velero por un buque de guerra?

dentro del caballo, dentro de la ciudad de madera (version b)

Hace hoy un año uno no tenía un blog en que escribir, en éste tiempo transcurrido uno lo ha llenado de textos acerca de cosas que tenía cuando empezó a escribir en él. El blog sigue aquí pero algunas de esas cosas ya no. ¿Volverían éstas si uno dejara de escribir aquí? Se cruzan sin tocarse la realidad y su relato, y si éste necesita de aquella, a la primera el segundo le trae al pairo. Qué extraña fidelidad hacia ese desdén, sin embargo, la que hace que escribir aquí lo sea, no pocas veces, como débito. Anota uno lo que no quiere decir de otra forma, delante de según quién, y así el relato devuelve en pasión lo que desde el lado de la vida es lógica indiferencia. Como si, de no ser antes esto también un relato, fuese cierto el que nada nos ata tanto como aquello que no nos necesita.

Gracias y perdón cuando, sendos, toquen.

25 diciembre 2006

Madagascar, Madagascar, Madagascar

Favorecen las navidades reuniones en sitios en los que uno sólo pasa ya prisas, tiempos que se acaban, ligados a cenas que uno come en la maleta con que va a casi todos sitios, y en ese pasear la vista por los escenarios en que a lo mejor transcurrió su niñez quizá uno se ensimisma en la contemplación de un objeto que súbitamente se convierte en un espejo, y en él se ven otros días, otras caras –quizá las mismas cuando eran otras-, prioridades de cuando en el mundo no había tanto de esto y sí de aquello. Imaginó Borges un encuentro del yo con lo que fue en el que enfrentaba su versión anciana con una mucho más joven. Fuera de la literatura los objetos hacen lo que pueden y quizá en ello soportan nuestra mirada a sabiendas de que hay preguntas que sólo podemos permitirnos hacer a quien no puede responderlas sino con ese hábito generoso que es difuminar la imagen de uno mismo, reflejada. Sí, puede intentarse con un langostino. Con suerte no notarás que es él el que no deja de mirarte.

22 diciembre 2006

Que le corten la cadencia

En la versión de Idomeneo permitida, consentida, estos días finalmente en Berlín, la cabeza cortada de mahoma, hecha de cartón –como su cuerpo, el doctrinal incluido- que el protagonista ha de exhibir junto a las de jesucristo, buda y poseidón, es nueva, pues la semana pasada la primera de sus versiones desapareció de su cofre. Si uno quisiera evitar ofensas al catolicismo, sustraería la de cristo, asi que cabe suponer sea un creyente musulmán el que en este momento tiene una cabeza de cartón de su profeta sobre la mesa del salón, quizá junto a la fuente que guarda las manzanas. Es esa una visión que a uno le es igualmente perturbadora, y acaso de haber existido un cuerpo, también de cartón, el hurto daría para un altar en algún sitio. Hace años, del cielo bajó un profeta negro y con alas –un mirlo, para entendernos- que se coló por la chimenea, y reptó por el tubo hasta salir y revolotear por la buhardilla durante algunas horas. Finalmente abrimos la ventana y allí fue, quedaron sus admoniciones por suelo, edredón y estanterías. Y en el recuento de su paso por este mundo rodaron cabezas: cercano a la cama hay una hilera de figuritas chinas que reproducen, a escala mínima, las que se desenterraran en China hace no mucho. Puesto fino y si se me pregunta, andan allí –junto a mi cama- en la posibilidad de que el sueño del emperador que guardaran vigile, a escala menor –ya digo- los más humildes míos. En su vuelo profético –que para no variar, sucedió en ausencia de testigos- el mirlo enviado decapitó a una de las figuras chinas, y como resultado hoy ocupa un lugar destacado junto a mi cama, cuerpo erguido y cabeza a sus pies. Que es una forma como otra cualquiera de honrar la memoria de quienes dan su cabeza por defenderse de los dioses que entran en nuestras vidas sin ser invitados. Más o menos sobre mi cabeza hay una reja desde hace años que impide nuevas venidas, y sólo gracias a algo parecido a una reja policial se estrena Idomeneo hoy en Berlín. Mientras, en alguna parte de la misma ciudad un desdichado con dos cabezas se pregunta qué hacer con ambas, pero desdichadamente no por qué cada una de ellas exige para darse la inexistencia de la otra.

21 diciembre 2006

aires queridos, 5

Agustina cumple 15 años –lo cuenta una pancarta colorista que cuelga entre dos casas del barrio de Bernal, en las afueras de Buenos Aires. No pretende invitar a la fiesta consiguiente, sólo avisarlo. Dada la edad, advertirlo quizá.

20 diciembre 2006

aires queridos, 4

Los aparcamientos de superficie tienen en Buenos Aires mayoritariamente un toldo que cierra el espacio como si creara espléndidas canchas de baloncesto a salvo de la canícula. No es mucho pedir si se tiene en cuenta que una de las librerías más grandes de la capital ocupa el espacio –reconocible- de un teatro y que en uno de las poblaciones anexas a la capital puede uno permanecer sentado en el centro de una cancha de baloncesto reconvertida hoy en un restaurante sin grandes pretensiones. Y con todo, son campeones olímpicos de baloncesto, alumbran escritores insustituibles, su cocina no es endogámica y no permiten aparcar en sus calles a pesar de que tienen las avenidas más anchas que uno haya visto. Como si de tanto espacio disponible, trasplantar un alma aquí y una allá ni se sintiera ni se padeciera.

navideño

A dios: que tu mono derecho no sepa lo que hace el izquierdo.

15 diciembre 2006

Leyenda

Y vino un forastero y le confesó que la gobernanza de aquel territorio había sido tan adecuada que podría ser la envidia de la comarca. Y le mostró la admiración por las aguas cristalinas, y por los bosques de hayas y roble, por el trabajo admirable de los campesinos, por el ir y venir de sus caminos… Y le comunicó lo apetecible que resultaba su situación inmejorable. Y entendió el gobernador estas palabras como una advertencia, como una amenaza. Y nada más marcharse el forastero reunió al consejo y les mostró sus sospechas: habría que tomar las decisiones oportunas para evitar perder lo que tanto trabajo había costado. Y se tomaron las primeras decisiones. Y se controló el paso por los caminos. Y hubo que acrecentar el ejército para ello, y muchos campesinos se hicieron soldados. Y las zonas abandonadas se plantaron de trampas y minas. Y se cortaron muchas hayas para hacer puestos y maquinaria de defensa, y muchos robles para cubrir ventanas y puertas. Y aparecieron curiosos que no podían creer lo que veían y corrieron el rumor de que existía un enemigo lejano que preparaba un asalto y que aquel territorio se preparaba a resistir. Y el consejo decidió cerrar los caminos completamente, y talar todo el bosque para no sufrir ataques por sorpresa, y convirtieron a todos los campesinos en un gran ejercito intramuros, y sembraron de minas el campo, y envenenaron las aguas para acabar con la caballería enemiga, y cambiaron las banderas por estandartes de guerra… y comenzaron a huir los vecinos por miedo al tremendo ataque que se esperaba, y creció el temor a ser débiles, y respondió con violencia al mínimo movimiento de sus vecinos y siguió vaciándose el territorio, y creció el miedo hacia el propio gobernador y sus consejeros, y siguió huyendo la población despavorida, y se creo un estado distinto, fuerte y autoritario, pero realmente inconquistable.

13 diciembre 2006

aires queridos, 3

La extensión de la ciudad puede trampear la proporción, el hecho posible de que se concentren en unas pocas –no tan pocas- calles, pero la apariencia en el paseo es que ésta es una ciudad de librerías y mujeres espléndidas, y en el cálculo presumo perderme una de cada no sé cuántas en el trance de leer el tránsito ubicuo de sus damas, que acá, en cierto dialecto de población recién metida en la hormigonera racial, se nombran “minas”. Y el cálculo empeora al considerar perdido el paso de cierta proporción de beldades por andar inmerso en librerías. En esa mezcla, con suerte en un mismo tiempo y espacio, de minas y su descendencia, la letra impresa, uno se quedaría a vivir aquí. Písame acá, donde la letrita –dice este tango sudado que uno baila colgado de las bolsas con que llega a casa cada noche.

10 diciembre 2006

en la flor de la muerte

Queda más cerca de buenos aires la muerte de quien dictara sobre chile, y así, en el salon de la casa en que éstos dias habito, se recuerda a videla y a quienes, en directa línea de sucesión, sangraron este país durante ocho años y miles de desaparecidos. Se habla de franco acá, del daño que atrasa países al tiempo que los encierra en cárceles, pero no hubo guerra civil en Argentina ni en Chile, y aunque después aparecieron los bandos para dividir en dos a sus países, el encono se desarrolló bajo una dictadura ya afianzada. Por supuesto no digo que ello sea preferible, sólo que la división de la sociedad no pudo, así, llevar sus odios tan lejos como pasó en España, germinados y engordados no sólo después, sino también antes y durante. A uno le parece la sociedad argentina una más compensada que la nuestra, y quizá por eso suena a justicia benigna la que se escucha en el telediario que acá abre con la muerte de pinochet debida a "una brusca descompensación". Púdrase, y con él, en fila, los que, como videla, hacen cola para ganarse su pronto y justo ingreso en las enciclopedias.

06 diciembre 2006

Edu cación

De su madre aprendió el sentido mágico de las palabras. De su padre, la rectitud, el gesto. Esta mezcla le protegió y le hizo fuerte. Con el paso de los años aprendió a recitar de memoria los poemas más conmovedores mientras proyectaba su pecho por encima del auditorio. De tanto oírse y de tanta palabra se fue quedando vacío: la sonrisa tan rígida como su espalda.