28 septiembre 2006

Hacerse necesario

Riegas una planta durante años
y tu olor es para ella el de la nube
que sólo llueve debajo de sus ramas.
Llueve los martes y a cambio
se lleva las hojas que le gustan.
Cómo explicarle el invierno,
allende las ventanas.
La torva puntería,
el despilfarro,
la impuntualidad,
cómo hay nubes que necesitan la mentira.

26 septiembre 2006

solo 100 marcos

En el frente de Briansk (1941): “El interrogatorio de un traidor en un pequeño prado, un día de otoño tranquilo y claro, con un sol suave y agradable. Lleva barba crecida y viste un abrigo raído marrón rojizo y una gran gorra de campesino. Desertó hace varios días y fue capturado la noche pasada en la primera línea, cuando trataba de pasar a nuestra retaguardia vistiendo esa ropa campesina que parece sacada del vestuario de una ópera. Loa alemanes lo habían comprado por 100 marcos. Volvía para localizar cuarteles generales y aeródromos. ‘Pero si sólo fueron 100 marcos´, dice arrastrando las palabras. Piensa que la modestia de esa suma podría hacer que lo perdonaran. –De los apuntes de Vasili Grossman, editados por Antony Beevor en Crítica como Un escritor en guerra.

24 septiembre 2006

Carril cuerdo ya!

Esta mañana la policía bloqueaba cruces y semáforos para que las bicicletas pudieran circular por la calle arturo soria sin el habitual riesgo de ser arrolladas por coches y autobuses. Buena parte de los supervivientes eran hoy niños a los que el fastidio de los automovilistas presos en sus coches les debía sonar mil veces más llevadero que la olla de insultos y desplantes en que consiste, diariamente y a todas horas, el tráfico de coches contra coches. Las putas bicis, su necesidad de protección severa en esta ciudad, o lo que es lo mismo, el que obligue a enjaular a quienes viajaban en coche esta mañana por la zona, no expresa que uno y otro medio de transporte sean incompatibles, sólo que uno de los dos es tan fragil que no puede permitirse, sin separación, el habitual nivel de agresividad y maleducación que rige entre quienes conducen coches. Un estudio reciente demuestra que la bicicleta es, junto a la moto, el medio más rápido para desplazarse por el centro de la ciudad, y cualquiera que se asomara a los rostros de quienes se bajaban de la bicicleta esta mañana tras el recorrido entendería que la ventaja de hacer deporte no es llegar antes a los sitios, sino sentir que lo haces mejor, que la distancia le sienta bien a tu cuerpo. No es poco en una ciudad en la que los horarios laborales, entre otras tensiones, es en sí un atropello constante a lo razonable. Nadie pensaría en una bicicleta para viajar a Palencia. No es menor despropósito, ni un ápice menos, pensar en el coche a toda costa para desplazarse 4 o 10 kilómetros urbanos. No es grave pues, por lo demás, en esta ciudad apenas se fuma, se luce obesidad o se escucha a según qué idiota a través de la radio. Y lo mejor de todo, ninguna otra forma de bajar el barril de petróleo a 30 dólares requiere tan poca intervención de bush.

23 septiembre 2006

memoria al por menor

Alzheimer avanzado de un hombre al que, nada más oír de él, hallo en el ascensor. ¿Qué tal todo? –pregunta. Y qué es todo, y qué es bien, qué mal. Qué es lo que sé ante él.

22 septiembre 2006

Lorca eran todos, incluído Valle Inclán

El argumento de la obra Amor de Perplimplín –el honor del anciano casado con una joven impelida a ello sin quererle sino por su fortuna- adquiere el color de lo real al ser interpretado por una compañía japonesa, acaso el único país en que la noción de honor resiste a la fosilización que impera en el resto del mundo más allá de esa noción aberrante que, en tantos regímenes islámicos, pervierte la idea de lo honorable al lapidar con él los derechos femeninos. Transigir con la humillación de asumir, al tiempo, su impotencia –real- y el adulterio de manos de su amada Belisa modela la expresión del honor de Perlimplín -el alma es el patrimonio de los débiles –gime cuando su amada habla del deseo, de un hábito del cuerpo para él desconocido- y ese dolor –que en algo es también el de Othello- merece bien el expresionismo colorista y gritón, y al que el mimo aporta lo grotesco, con que anoche se pronunciaba en japonés. También ese teatro de gesto extremo, que parece linchar los diálogos en vez de pronunciarlos, construye –sin quererlo, cree uno- una versión si cabe más distante de la relación de amor mutilado que une a Perlimplín y Belisa en el hecho de que los actores rara vez se miren, y proyecten, en cambio, su soledad, su desamparo hacia el público.
Por cierto, de la forma de reparación poética que es, siquiera de forma azarosa, compensar la retirada del montaje acerca de Lorca que iba a poder verse en el teatro Español con esta versión de Perlimplín que incluye personajes tomados de la Valleinclaniana Ligazón. Y cómo, por cierto, está Lorca en el teatro de la Abadía destinado, por segundo año consecutivo, a ver sus obras cosidas a otras obras, sean suyas o, como en este año, ajenas. Son todos Lorca, al cabo. Y lo mejor, aún hay dos días para poder verlo: sábado y domingo en el Corral de Comedías de Alcalá.

20 septiembre 2006

qualsevol nit pot sortir el sol


Érase una vez una almendra que navegaba por un río, silencioso y frondoso, sin osos. Un día, la vela se convirtió en tronco y el ancla en raíz, cerca de la casa de mis amigos. Y allí, a la salida hacia la luz de una curva sin prisas, se fue cubriendo de hierbas, helechos y alguna zarza –exploradora de libertad.
Dicen que a las libélulas les gusta las almendras, debe ser que sí, y que las luciérnagas buscan su tibieza en invierno. No necesita puentes, aunque mi amigo se esmera en construirlos disimuladamente. El perro, de un salto aéreo, se planta en el centro, junto al árbol, y muy cerca, ya en tierra firme, una flor roja y alargada como un faro o vela encendida, señala el inicio de la isla, que un día fue almendra, cuyo nombre recuerda a bodelère, y que eligió quedarse a la vuelta de una curva sin lindes, a la entrada del bosque de sus amigos.
Yo no me atreví a pisarla, preferí simplemente ver que era real, sacarle esta foto, y sentir que la realidad muchas veces es del tamaño de los sueños … si uno se atreve a currársela.

19 septiembre 2006

espantapájaros

hago memoria
y sólo recuerdo
los dos últimos pájaros
que pasaron volando asustados

fue hace tanto tiempo que aún se les veía lejos

luego más lejos aún
poco a poco
puntos
solo

nubes, y 5

Se pisa San Borondón casi sin darte cuenta de que has arribado a una isla. Al punto de que una vez en ella uno sólo podría gritar ¡tierra! para referirse a lo que hay más allá de ella, en todas direcciones salvo, se diría, bajo los pies. De ser un país habría de tener a todos sus ciudadanos de embajadores en otra parte. Y esa pudiera ser la pista: permitir que los mentecatos que por doquier reclaman fundar estados, capitales, suburbios mitológicos o ranchos con himno y moneda propia lo hagan hasta que los terrenos que se arrebatan, y al hacerlo prohíben, unos a otros lo sean del tamaño de una isla en que no quepan, y salir entonces, tener que viajar y vivir por fuerza fuera de tu orgullo, de tus dominios. Y ver a las libélulas entrar y salir sin pasaporte.

nubes, 4

Trate de imaginarse esto: un puente que se estira como un insecto frágil sobre un río, en un paraje de Cantabria sin más focos a esas horas que la noche, y en mitad de ésta, visible desde el puente, una grúa en mitad de la oscuridad, como una mantis, que desplaza otro puente cercano a un tramo de vía férrea adherido. Una grúa a esas horas, en ese lugar, amparado por el martilleo de los operarios, como los grillos de una cadena de montaje o dios pillado in fraganti.

18 septiembre 2006

nubes, 3

Ninguna más fija en el cielo que la que se posa sobre nosotros en Bonaco, sobre Sara, y se oscurece lentamente, sopesando la negra, antigua idea de que sólo anegando el mundo se acercaría un poco más el cielo a lo que quiere.

nubes, 2

Una polilla anaranjada, de tipo exuberante –y qué ha de ser a ojos de la araña-, cae en lo que a uno se le antoja, por lo escaso, más que una telaraña la baba del farol en que flota. La araña se acerca con precaución a la turbina en que se ha transformado la polilla que mueve las alas como si la alimentación de la bombilla dependiera de ella, al poco queda exhausta y probablemente muerta. La araña pasará dos días sobre ella, después corta el hilo que mantenía a la polilla presa y apenas sus alas caen al suelo, la telaraña vuelve a ser invisible. Paradójicamente cuanto más tiempo pasa encendido el farol, más invisible la trampa.

17 septiembre 2006

cena para tres

En torno a una infancia, tres mujeres que son tres edades de la misma infancia, del mismo escenario cuando menos. En la fotografía -que pondría aquí si supiera cómo- aparece mi madre desde hace treintayocho años, también la que llame como tal durante mis primeros seis y luego está la mujer que habita ahora, sola, en el piso en que viví con una madre delante y una detrás, o al menos al lado. Cabe que a mi me gustara la inquilina que se bajó con nosotros a cenar hace tres días, y entonces cabría quizá la posibilidad de que acabara viviendo con ella en el piso en que lo hice antes, y en ese supuesto cabría el tener un hijo que durmiera en la habitación en que yo dormí o berreé. Las veces en que lo que parecería un imposible del azar es una opción más del menú.

13 septiembre 2006

Azul oscuro casi negro

Alguien te llama y pide que sugieras un regalo para un director novel amigo suyo, propones un libro en el que varios directores de cine relatan la gestación de su opera prima. Es uno de tapas negras, descatalogado como según qué sentimiento en según qué momento. Y acaba resultando que la película de aquel que vas a ver trata de las primeras veces que se ama fuera de las páginas ordenadas que uno cree escribir al vivir, cuando lo que se siente y desea lo es a pesar de lo que uno y el entorno opina de sí y de sus deseos. La película gira en torno a los que ganan eso y sin embargo la escena más hermosa le parece a uno aquella en que la revelación de lo ganado devasta a quienes pierden, a quienes son no cuando alguien escoge sí. En ella se superpone a dos parejas llorando respectivamente en brazos del otro y ambas bajo una canción que impide escuchar el llanto, como si la música que sobreviene hubiera de pesar más que el sonido del dolor, de lo que se pierde. A la salida de la película uno sintió llegado el momento de decir adiós a la mujer a la que llevaba queriendo un breve tiempo, no hubo abrazo ni llanto ni música que nos tapara porque, al contrario que en la película, a veces uno pierde también en la elección por la que renuncia, como si uno decidiera alejarse del negro para lograr el azul a sabiendas de que el azul no está. Del destino, el fatalismo, y la vida que es tanto el color del cristal con el que miras como el que sientes faltar dentro de los ojos.

Que tu hueso derecho no lo vea

Quizá parte de la atracción que ejerce sobre no poca gente cualquier excavación está en la posibilidad, ligada a lo poco o nada que nos sentimos influidos, acreedores o deudores de todo pasado que no sea inmediato, de que al desenterrar salga a la luz el dolor o la dicha que lo permearon hasta fundirse, por olvido, con la tierra en que quedaron. Asoman estos días las fosas comunes en que se convirtieron tantos durante la guerra civil y aunque sólo quienes buscan aún un trozo suyo se asoman a sus bordes, llegan voces que claman contra el mal de Pandora, como si perfectamente supieran qué hay enterrado y dónde, qué no debe asomar nunca, qué terrible dogma hubieron de enterrar a oscuras. La Ley de Memoria Histórica, apenas tramitada, es ya un osario, un resto de justicia y dignidad que no puede moverse, al que sólo se le permitiera la expresión que cabe concederle a un fémur. A veces parece que elijan esqueleto y dicen “ese es mi padre” –relata un investigador en El País 11.9. Y uno se pregunta cómo habiendo tantos que con tanta generosidad, con tan poca posibilidad de exhumar verdades mayores o mejores, aceptan ligarse a un montón de huesos abrazados, hay quien ve en esa mirada revanchismo, deseo torvo de justicia y memoria ya podrida, transformada por la tierra y el tiempo en esa tumba ajena y escondite para ladrones que es la historia. –del programa de mano (derecha).

08 septiembre 2006

Di que quieres a Black el payaso

Doblemente privilegio, se ha podido ver estos días en el Teatro Español de Madrid dos obras de Pablo Sorozabal, sirviendo la primera –Adiós a la bohemia- de prólogo sombrío y desesperanzado a la más festiva segunda –Black el payaso. Espléndidamente cantadas ambas, casi de seguido, por Javier Galán, ejerce la primera de cuadro costumbrista y desolado que explicara el origen perdido en los tiempos que abre el rumbo amargo de los cómicos que protagonizan la segunda. Y de hecho, prestando honores esta última al Pagliacci de Leoncavallo, se abre Adiós a la bohemia con un prólogo que recuerda inequívocamente al de la ópera de los payasos criminales. Realismo, cosa amarga –escribió Pío Baroja para la primera de las operetas, y ese es también el leit motiv de la segunda, en la que se anuncia la vacante de un trono que ni los payasos, por desprestigiada, quieren. Pero por encima de esas similitudes, lo es de una forma más honda la historia del payaso y su amor perdido, que tan similar en extravío, máscaras y equilibrismos gimen, sentados a una mesa, los enamorados en Adios a la bohemia. Vale más vivir en el sueño –repite el narrador en la primera. Di que quieres a Black el payaso –repite el payaso a punto de perder el amor de la mujer que busca en él al príncipe que nunca fue. Y con todo, nadie más feliz en la sala –de estarlo- que Hernán Gené, que, involucrado también en Black, suma de esta forma una joya más a aquel maravilloso De Horacios y Curiacios que dirigiera el año pasado en La Abadía.

06 septiembre 2006

dos

U2 en Boston, junio de 2001. Bono sube a una chica al escenario, ambos se tumban en medio de la pasarela circular. Rodado, como todos los suyos, por Hamish Hamilton, la grabación recoge un primer plano de la chica moviendo los labios al tiempo que Bono canta with or without you. De los dos, es él el que permanece enfocado todo el tiempo, y sin embargo cuánto más bello habría sido lo contrario, cuánto más oportuno.