30 junio 2006

La linea que se cruza

Si te vas, me lo dices en cinco líneas. –oí ayer en la calle. Y uno pensó en ese momento que cada vez que él pronunciara o escribiera cinco líneas -ni una más, ni una menos- ella pensaría lo que no es.

28 junio 2006

La inercia, lo inerte

¿En qué medida la vida cultural tiene un compromiso con la realidad y en qué medida la realidad se compromete con la cultura? –pregunta hace seis años en un suplemento cultural Itziar de Francisco a José Luis Gómez. Esto responde: Deberíamos empezar a hablar de la inversión cultural en este país frente a la que se realiza en el extranjero. En Alemania, por ejemplo, la televisión emitió por la cadena estatal las 12 horas del último montaje de Fausto. Hablamos del país que al mismo tiempo fabrica los mejores coches. En comparación, la vida cultural española es muy inerte. Lo que se debe buscar es la rentabilidad social de la cultura que trae consigo un pueblo más despierto, pensante, con mejores ingenieros. Aquí vamos hacia atrás, no sólo en teatro.

A uno

De la selección de torpezas en que se dilapida el tiempo y las energías disponibles, a uno le parece siempre especialmente estéril la entregada al deporte que empieza a gastarse con una gratuidad incomprensible los días antes del evento y pulula por el aire los días siguientes. Uno no es quién para decir si los partidos de cualquier deporte duran mucho o poco, si quizá trece o catorce horas de partido bastarían. Pero está uno harto de que el tiempo que escasea para prestar atención a cosas importantes se derroche puerilmente no los noventa minutos semanales que dura un partido de fútbol –que poco daño ha de hacer-, sino los días interminables en que el mundo parece no tener más razón de ser que el oráculo previo y la ceremonia posterior a los dichosos noventa minutos. Las probabilidades de que la gente entregue su tiempo a pensares más provechosos son inciertas, pero cada vez que la selección o un club de fútbol español es eliminada de algún sitio, esas posibilidades existen, aunque sólo sea durante el tiempo breve en que uno intuye que el tamaño de la decepción que experimenta es demasiado grande para deberse a un partido perdido.

26 junio 2006

Herzog, la épica y las pieles del oso

En tanto que la épica nunca ha distinguido, a la hora de producirse, si la causa que la llama es o no pueril, o cuán pudiera vivir sólo en la cabeza de un individuo, ajena al entendimiento del resto, la narración de la odisea de Fitzcarraldo y la mostrada en Grizzly man no es muy diferente. Ambos retratos –ficción el primero, documental el segundo- dirigidos por Werner Herzog con veintitrés años de diferencia, asoman el desvarío de sendos hombres tan solos, esté con ellos quien esté, revestidos de una épica que apenas comparten quienes les aman –más sospechosa, por inferida, la que muestra Grizzly man. La mirada de Herzog es más compasiva en la realidad que en la ficción, y no porque con Klaus Kinski en la piel de Fitzcarraldo, el perfil del loco sea, de por sí, más difícil de ocultar que el que asoma, transparente, en la propia voz del protagonista de Grizzly man -Timothy Treadwell. Quizá porque la locura de un papel inventado merece menos conmiseración que la que retrate una personalidad real -y fallecida en el ejercicio de su locura- Herzog es prudente, casi se diría caballeroso, en la opinión que ha de merecerle a cualquiera la peripecia de Treadwell. En la confluencia de desvalidos, de locos a causa de una razón noble pero impracticable, Treadwell y Fitzcarraldo afrontan la indiferencia hasta que la transforman en una idea más manejable, aunque para ello tengan que renunciar a ver lo que el mundo –humano o no- hace de quienes ignoran sus leyes más elementales. Y así, donde Treadwell emplea el afecto como arma –os amo –dice una y otra vez a los animales, como quien echara mano de la cartuchera-, Fitzcarraldo apunta un gramófono como un cañón con el que disparara su amor por la ópera a los jíbaros que les acechan. En ambos casos, amansar la idea de la fiera antes que la fiera en sí.
Como si ofreciera las mismas posibilidades a los dos juglares de lo insensato, en ambas obras el testimonio que indica la locura se muestra al poco de empezar: en Fitzcarraldo, Kinski trepa hasta el campanario de una iglesia para gritar que mientras no haya un teatro de ópera –hablamos de un pueblo de Perú de mediados de siglo- la iglesia permanecerá cerrada. En el caso de Treadwell, el campanario es aquí sólo su altura, representada por un piloto que, sin tapujos, declara cómo toda la epopeya, todo el dramatismo y la justicia extraviada de aquel, es sólo estupidez, falta de sesos. Es dudoso que Herzog escogiera, a partir de ese instante –como digo temprano- mostrar sólo las imágenes, filmadas por el propio Treadwell, que corroboran una y otra vez la veracidad del diagnóstico del aviador. Más creíble es pensar que el que se afirmara en público como tonto sin remedio aparente lo haría cada vez que se asomara a ese plató que se inventó en Alaska, junto a todo oso que se pusiera a tiro de su amor. Este es, simple como suena, el trasfondo de la épica según Treadwell: compartir el único sitio y los únicos seres que aceptarían su amor sin hacer preguntas ni exigir nada. En último extremo, es Grizzly man una reflexión acerca de la función del afecto, de los límites de éste como idea autosuficiente, y de las exigencias hacia uno mismo y lo que se recibe a cambio con que ha de ser esparcido. Así, cuando Treadwell dice tener problemas para relacionarse con mujeres, lo que viene a decir es que -como su discurso muestra lógico- lo que ha de tener es serios problemas para hablar con alguien de cualquier cosa. La construcción del personaje Treadwell-amigo-defensor-salvador de los osos es una que se construye sobre los escombros de la persona Treadwell. Incapaz de entender, y convivir, el pelaje real del mundo , ve en la naturaleza el refugio de toda la bondad, de todo el bien del mundo. Es su discurso, envuelto en todo el amor que se quiera, el de un enajenado que, en su rechazo del mundo de los hombres, una y otra vez refugia su aislamiento en la proclama, orgullosa en tanto que robinsoniana, de ser un estudioso de los osos, pero es sólo afecto, no hay análisis ni reflexión, únicamente amor, uno que, obvio, no cabe fuera de esa arcadia: el yo te amo, luego tú, por lógica, has de amarme. Veía en los osos gente disfrazada de oso. –dice el piloto. Quizá al habitar un mundo en el que amar juega un papel tan sujeto a prioridades más prosaicas cuando no abyectas, nos es inevitable pensar que el amor lo disculpa, lo justifica todo, y ese es el primero de los chantajes con que se observa la peripecia de Treadwell –que es, en realidad, apenas la capacidad de querer más que el uso adecuado del amor como recurso- El segundo filtro que distorsiona nuestra mirada es aquí la soledad del protagonista –no entres en cámara –dirá a una de sus acompañantes- ha de dar la impresión de que estoy solo. O ese forense místico que asoma para hurgar en autopsias metafísicas, y al que uno imagina también más solo de lo aconsejable, o quizás malacostumbrado al contacto con ideas inertes. Y finalmente tenemos acaso el más irrenunciable de los tres sobornos: la indefensión de los animales, su vulnerabilidad, que es en la postura antes mencionada de Treadwell una aún más escorada hacia la beatitud: ese “no hay odio en la naturaleza, sólo amor, o ya me habrían comido”. Hacia dentro del propio protagonista, el problema, el abismo del error, tiene un aspecto algo diferente: uno que confunde la acepción de lo justo, lo que debe ser, con lo que es capaz de entender. Siente Treadwell y eso es suficiente a sus ojos para fundar la renuncia o la incapacidad de pensar. Este es un problema extendido que en su caso, añadida la soledad y el objeto de su afecto, no le permite ver siempre claro lo que siente o piensa.
Es este velo el que la mirada de Herzog amaga revelar al final, cuando dice que él sólo ve indiferencia donde Treadwell amor, armonía y un orden mejor. Cómo al observar a un oso, a sus ojos somos una opción más a la hora de buscar comida. Y que ese sea un sentimiento igual de primordial, igual de básico que el amor con que la mirada del guerrero amable –así se nombra Treadwell- recubrió su periplo en Alaska durante trece años muestra cómo la evolución premia no las herramientas más útiles sino sólo las mejor empleadas.

20 junio 2006

Los heroes

Indefensa, va y viene la memoria por las páginas del periódico, hoy. En la página de la izquierda, va en las primerizas palabras de contrición que el lehendakari ibarretxe pone a los pies de tanto exiliado, atemorizado o asesinado al “lamentar la soledad en la que en muchas ocasiones habéis tenido que sobrellevar el dolor por la pérdida de seres queridos, y os pedimos perdón por esa lejanía que, a veces, habéis sentido de los poderes públicos”. En la página de la derecha, la memoria viene lo suficiente para, en boca de un concejal de herri batasuna, negar su implicación en un crimen de eta –no fue así -dice- pero no se queda lo suficiente como para aportar una verdad mejor –no lo recuerdo, pero no fue así. La heroicidad o la cobardía son algo más que la decisión de pasar página o de quedarse en ella sin quedarse. Y así, va y viene la memoria atravesando de silencio cómplice a quienes sólo ahora vacían sus bolsillos y la exhiben, como diciendo: siempre la tuvimos, siempre la reconocimos cerca, siempre sentimos su peso con nosotros. Y sin embargo no hay heroísmo en exhumarla cuando se considera llegado el tiempo de llenar los bolsillos de materia más nueva, más aprovechable. Sólo como amenaza diaria, como presencia constante, inexpulsable, admite la memoria tratar de héroes a sus usuarios. De esa pasta están hechos quienes llevan años sufriendo la convivencia de su memoria atemorizada, silenciada, amenazada o asesinada con esa forma de memoria criminal que es la mirada indiferente de lehendakaris y concejales que sólo saben que la libertad no es así, pero tampoco recuerdan cómo es. Engendra la lucha por la memoria luchadores, aunque esa memoria sólo esté hecha, desde los asesinos o los cómplices, de olvido, de no querer recordar, o leer, lo que sólo con mucho esfuerzo puede no verse delante o dentro de los ojos. Junto a la ausencia de memoria de su cómplice el concejal de HB, estos días asoma durante su juicio el silencio de los asesinos que desmemorian la sangre pero recuerdan “alabar a todos los luchadores vascos”. Y en esa lucha, que es para prohibir la memoria, viva o muerta, de todo lo que no quieren, reside todo el heroísmo de los que ven en la tierra que pisan una razón para matar o callar muertes. Pues sólo un héroe –esto es, un medio humano a la manera pagana- podría entablar esa lucha y aspirar a ganarla en nombre de una piedra, un árbol, una oveja

17 junio 2006

hoy, antes, mañana

Hace cerca de dos millones de años, la vida era una gran aventura. Había que salir a buscar comida y existían grandes posibilidades de que uno mismo se convirtiera en almuerzo de las espantosas bestias que infestaban un mundo tan antiguo como peligroso. Un grupo de arcaicos antepasados con los que no podemos sino sentirnos acongojadamente identificados, pese a que eran más peludos, bajos, prognatos y definitivamente primitivos que nosotros, decidió salir de África y asentarse en un rincón perdido del Cáucaso para desarrollar allí su emocionante vida pleistocénica. –de un artículo acerca de las victorias involuntarias de la evolución, en EPS, 4.6.

Ahora se vive una situación de violencia de baja intensidad, de muerte lenta. Ya no hay grandes titulares de pueblos que se queman y violaciones masivas. Pero la gente, confinada, tiene miedo de moverse, de volver a sus pueblos de origen. No pueden salir a cultivar, ni a por leña, ni a nada. Están prácticamente encerrados en sus pueblos. Eso es menos llamativo que lo que ocurría al principio del conflicto, pero igualmente dañino. –de un artículo acerca de la guerra en Sudán, África, en EPS, 4.6.

16 junio 2006

El evangelio según Sezuan

Bertolt Brecht escribió La buena persona de Sezuan en 1943. En ella, tres dioses –que finalmente juraran su veredicto canalla sobre una biblia- descienden a la tierra a fin de localizar una buena persona, una que cumpla los preceptos del altruismo en todos sus actos. La hallan en una prostituta de cuyos actos buenos abusarán desde ese momento casi todos los seres que la rodean de la misma forma que antes se sirvieran de sus actos menos buenos, pero al menos mejor pagados. No tiene su alma, expuesta desnuda a la suerte y la buena fe del mundo, mejor suerte o trato que antes su cuerpo, y es un hallazgo del montaje –estos días en el María Guerrero- que los dioses que la apartan de un camino y la arrojan a otro peor sean en la obra ora hablantes parcos, ora mimos, tal si privados del lenguaje y lo que éste hace con los hombres. La obra es un cristal que va girando sobre sí mismo, revelando facetas del mal en mitad de las caras del bien, y brillos del bien cuando los lados del mal. Es, pues, la narración del triunfo y el fracaso de ambos, personificados en la buena persona de Sezuan –un ser, ella misma, que ha de vestirse de otro mineral, uno más duro, para proteger su fragilidad de cristal bueno. Soy lo que ordenasteis –dice ella al final, vencida, ante los dioses- ser buena y a la vez vivir. Y es tal su desvarío, su zozobra entre el hacer un bien absoluto y ciego que sólo la reporta abusos, y un mal que aporta tanto como quita a quienes emplea, que en un momento de la obra, enfrentada a la única decisión –amar- en que no puede refugiarse en su otra y disfrazada personalidad, la buena persona suplicara no querer saber si el hombre que ama es bueno o si la ama, sólo querrá ir con él, con aquel a quien ama. Ninguna lección aparece más clara en la obra que, faltos los límites reconocibles del bien y el mal, la voluntad de poder equivocarse es de las pocas pruebas de que la libertad que uno posee puede ser ejercida. En esa suma de contabilidades falsas, las morales dobles son aquí triples o cuádruples sin esfuerzo. De un hombre se le dice recto como un cuchillo. El amor es, por demasiado caro, imposible. El dinero se guarda detrás de los espejos –aunque esta última sea una imagen que uno cree, por terrible, no buscada.
Sobre los adoquines yace de espaldas una viejecita. Me he caído de hambre –dice. Se trata desde luego de una tramposa y ese es su truco: dejarse caer en la calle para engañar a los conmovidos transeúntes. Pero yo pienso que una persona que en pleno día se echa en medio de la porquería de la calle para arañar cuatro perras, esas cuatro perras se las tiene bien ganadas. Ha hecho algo a cambio. Nadie se echa por gusto sobre los adoquines mojados y fríos. La anciana preferiría también escribir artículos de modas o bailar valses de Chopin. Pero no puede. Así que hace lo que puede. Se le ocurre algo y lo pone en practica. Se echa sobre la porquería y reclama la paga. -escribió Alfred Polgar en uno de sus relatos, más o menos en los mismos tiempos en que Brecht acusaba los suyos contra el mundo.
Y por cierto, apenas habían asomado, anoche, la mitad de las máscaras superpuestas en Sezuan cuando, no muy lejos, en el Teatro de la Abadía, a la misma hora mostraban por última vez las suyas los payasos que Hernán Gené se inventó para el espléndido y agriamente divertido montaje de Entre Horacios y Curiacios, también de Brecht. Asi que dos obras suyas coinciden en cartel en la misma ciudad. Raro privilegio, del que sólo Shakespeare disfruta por aquí de cuando en cuando. Quizá por eso, como en Hamlet, vuelto a morir el bufón Yorick, nos queda el silencio de Sezuan, aunque sea el de dioses bufones que sólo llorar hacen.

15 junio 2006

Causas, efectos, remates y cabeza

España deslumbra. España ha avasallado a Ucrania en su debut mundialista. Zapatero: “este es el mejor momento que tenemos ante el fenómeno del terrorismo”. –de arriba abajo, leído en elpais.es, ahora mismo.

14 junio 2006

ciencia fricción ?

Lo que sigue me lo he pillado en Interné. La localización es lo de menos.
Situaros: he decidido coger mi maquina del tiempo y contaros como van las cosas por el futuro:

Afortunadamente no se han cumplido las previsiones de tantos agoreros burbujistas y la vivienda en España ha seguido subiendo un 17% anual durante los últimos 50 años, de este modo nos hemos convertido en el país más rico del mundo, porque por ejemplo un ático en Torrelaguna cuesta más que el estado de California y el palacio imperial de Tokio juntos; claro que ya nadie vive en el Centro ni en ningún otro sitio de Madrid, porque esas casas son para invertir y no para vivir.
Yo por ejemplo aunque trabajo en Madrid me he comprado un piso de 40 metros la mar de apañao en una aldea del oeste de Cantabria, que con la autovía queda a un paso; para pagar la hipoteca nos hemos juntado con otras tres familias: un notario casado con una catedrática de universidad, un subinspector de hacienda casado con una abogada del estado y un magistrado del supremo (subcontratado a través de una ett)casado con una arquitecta.
De este modo destinamos cinco sueldos a la hipoteca y uno para vivir; estamos contentísimos con la compra porque aunque al principio nos está costando un poco, luego seguro que ni se nota, además desde que lo compramos hace un año ya ha subido un 17% y por si fuera poco la mujer del notario esta de buena que flipas.
Aunque profesionalmente no me va mal (soy director general adjunto de una multinacional, aunque también subcontratado a través de una ETT)la verdad es que la inflación que sufrimos al ser el país más rico del mundo hace que nos tengamos que apretar un poco el cinturón; de todos modos es cuestión de acostumbrarse, cuando tuvimos que empezar a comer chopped de lagartijas todos nos quejamos y ahora se le da vuelta y vuelta en la plancha y tan rico que queda.
De cualquier forma, aprovechando que han bajado la edad laboral a los 10 años, a ver si saco al rapaz del colegio y lo meto en la ETT, que un sueldo más seguro que ayuda para la hipoteca.
Este cuatrienio el gobierno está en manos de los constructores que, desde la restauración (hemos pasado de la imperfecta democracia liberal a la muy perfecta democracia ladrillil), se alternan pacíficamente en el poder, legislatura tras legislatura, con los promotores de APROIN. En principio es un sistema mucho más estable que la anterior democracia partidista, pues a las tensiones ideológicas y territoriales le ha sucedido la paz estable inmobiliaria. Al fin y al cabo ¿quien va a saber mejor que constructores y promotores qué es lo que le conviene al país, si el país son ellos? Aunque todo no es perfecto, pues últimamente las cosas entre promotores y constructores andan algo más tensas que de costumbre. Se vislumbra una futura alianza entre los APIs y la APVV (Asociación de Propietarios de Viviendas Vacías) que puede ponerle las cosas difíciles a los promotores y constructores. Espero que lleguen a un pacto y reine la paz.
Se han restaurado las cámaras de la propiedad con adscripción obligatoria de todos los ciudadanos. De hecho, para votar hay que presentar la documentación que acredite estar al día de pago en las cuotas de cámara.
Mi sueldo es de 2.000 tochos netos, el tocho es la moneda que sustituyó al euro cuando nos echaron de la UE a patadas (que fea y que mala es la envidia) y se cotiza a un céntimo de euro. En la caja fuerte del banco de España ya no se guardan lingotes sino ladrillos, que en este país han demostrado ser un valor mucho más seguro y rentable que el oro.
La policía inmobiliaria vela con dureza por que se cumpla la ley. Ayer mismo detuvieron a una pareja que vivía de alquiler (el alquiler es delito de lesa patria) y se hacían pasar por propietarios de la casa que habitaban. Se comenta que la policía inmobiliaria tiene ya casi localizados a los posibles propietarios-arrendadores. Como es lógico, la ley es mucho más dura con el arrendador (propietario rebelde) que con el inquilino (un pobre paria no propietario). En nuestra zona de Cantabria no se conocía semejante escándalo desde que fusilaron a los okupas. También están prohibidas las actividades económicas que no estén, directa o indirectamente, vinculadas a lo inmobiliario. Por ejemplo, la policía detuvo el otro día a un par de jóvenes que parecían respetables agentes de la propiedad inmobiliaria y que en la trastienda de su local tenían una plantación de arándanos.
La liga profesional de fútbol por fin se ha quitado la careta y Celta, Barça, Real Madrid, Athletic, Valencia, Sevilla, etc. han sido sustituidos por Vialmar, FCC, ACS, Sacyr, Vallehermoso, etc., que han montado una liga como dios manda, nada que ver con la paletada que había antes de identidades regionales y estilos futbolísticos diferenciados. La liga, ni que decirlo tengo, la gana un año un equipo de promotores y al año siguiente un equipo de constructores y así sucesivamente.
Se ha aprobado una normativa medioambiental muy dura que impide que los espacios estén sin entropizar: es obligatorio que estén ocupados por viviendas, industrias, comercio o infraestructuras del tipo que sea. Por ejemplo, en Madrid ya van por el XIV Cinturón, que pasa a unos 220 kilómetros del nudo Eisenhover. Casi hemos conseguido que no haya nada que no esté cubierto con cemento. Los jardines de los adosados se han cementado y todos los parques por decreto se han convertido en plazas duras. Las zonas no aptas para la urbanización, aunque no se construya en ellas, al menos, se cubren de cemento. Incluso se está debatiendo una ley que va a provocar el cierre de los museos de ciencias naturales y los jardines botánicos. Como el 90% del suelo esta ya urbanizado se está planteando empezar a construir ciudades en el fondo del mar (no se puede vivir en el fondo del mar, así que serian ciudades solamente para invertir). Y como ya no podemos hacer más AVEs en superficie (por ejemplo de Laredo a Madrid hay tres -como había polémica se han hecho todos los trazados propuestos y a tomar por culo), se están empezando a estudiar los AVEs submarinos que van a conectar las ciudades del fondo del mar. Hay gente muy maligna que dice que esas ciudades submarinas son un sinsentido, pero a mi me parece criticar por criticar, pues esas ciudades submarinas para invertir están hechas con todo detalle, incluso tienen sus polideportivos, colegios y hospitales. No se han equipado por dentro, pues nadie va usarlos, pero sus paredes de hormigón son preciosas.
Tras las guerras atómicas provocadas por los propietarios de VPO de Andalucía(que lideraron el movimiento abolicionista y consiguieron su objetivo de descalificar las viviendas protegidas; de hecho, ahora el periodo máximo de calificación de la Vivienda Protegida se han fijado en dos horas), la población ha quedado reducida a 5 millones de españoles y 50 millones de ecuatorianos trabajando de paletas; se han seguido construyendo 800.000 viviendas anuales (la construcción supone ya el 98% del PIB) y ahora tocamos a unas 20 viviendas por habitante (casi todas vacías porque como dije son viviendas para invertir, no para vivir).
Esto es lo que en el mundo se conoce y admira como "el milagro español" y es objeto de numerosos estudios y tesis doctorales en el campo de la psiquiatría. Cada año nos visitan miles de estudiosos de la mente humana de todo el mundo. No me extrañaría que muchos de esos científicos se quedasen, porque la verdad es que como en España no se vive en ningún sitio.
Y eso es todo lo que os puedo contar de lo que os espera; voy a ver si cazo unas lagartijas para cenar.
Y, si non e vero e ben trovato.

fosas asépticas

Se riegan las hierbas que crecen fuera de los muros de las villas lujosas cuyos lindes uno recorre, son hierbas que hacen más agradable las aceras que aprecian los coches, los gatos y raras mariposas. El riego es igual de automático que el mecanismo que, dentro de la cabeza de muchos, chorrea sin parar la idea de que sequía es cuando del grifo deja de salir agua y todo lo anterior y posterior a eso es sólo un problema que queda lejos, a una distancia de miles de baldosas de las aceras propias. Uno cree que la actitud individual ante un tema está indefectiblemente ligada al resto de posturas con que se observa el mundo, asi que uno ve con alivio su falta de tiempo para imaginar qué otros recursos, qué otras posibilidades se dilapidan diariamente con idéntica fluidez, dónde ha de estar ese desague al que nutren directamente todas las tuberías y los pasillos que en el mundo son, si los pies hechos de ese barro pudieron, alguna vez, ser otra cosa.

11 junio 2006

Del tamaño de la rata

Daba la presencia de Juan Mayorga y Alberto San Juan, el día de la función a la que asistí, un raro sentido de vigilancia y complicidad que viniera a validar el dolor que Martín Crimp escribiera en su Cruel y Tierno que estos días se representa en Madrid. Como autor del texto y víctima de la pederastia, respectivamente, en su espléndida Hamelin, vista el año pasado- los primeros contemplaban la obra desde asientos de primera fila, que en esta ocasión eran, de hecho, parte del escenario pues los actores iban sentándose y levantándose de ellos a medida que la obra exigía sus presencias y sus ausencias, y si no fuera porque ambos entraran a la vez que uno al teatro, su papel habría añadido más tensión aún a la obra de Crimp, que de por sí anda sobrada de ello. Es el Cruel del título un compendio de pederastia, crimen y desprecio, que es Tierno también en la medida en que una de las víctimas del Crimen –una niña y el hijo que el criminal tiene con ella- describe su necesidad de éste, de su afecto, de su atención. En ambas obras –aquella Hamelin y ésta Cruel y Tierno- el papel del estado, que es el de la gestión, con no poco de autoprotección, de las víctimas y sus verdugos, teje con hilo de marionetista los actos de unos y otros. Es un estado que crea y ampara a ambos bandos, a los que antes o después habrá de denunciar y castigar como si a una semilla se le acusara de engendrar árboles. Una cierta burguesía acomodada y el telón del acero de los tanques –los militares- son, respectivamente, las creaciones del estado que en Hamelin y en Cruel y Tierno generan actos pederastas y cuya impunidad se ve, en ambos casos, favorecida por la actitud de las víctimas para las que el afecto recibido no es sino una salida al horror respectivo de la pobreza en un caso y la destrucción a bombazos de su poblado en el otro. Las culpas, las responsabilidades, como las salvaciones, se dividen así en partes simétricas: lo que engendra los monstruos engendra también el dolor previo a ellos y la justicia encargada de corregir su mezcla de causas y efectos, como también sus víctimas necesitan por igual que se las quiera y se las defienda de ese querer. En el montaje de Cruel y Tierno que puede verse ahora la víctima es una adolescente interpretada por una joven. Puro realismo. En Hamelin no era así, y la solución hallada lo es en la dirección inicialmente opuesta a la que la verosimilitud aconsejaría: Alberto San Juan interpretaba el papel de adolescente, y uno se estremece al recordar su versión del dolor extraviado, de aquel no entender cómo el hecho de que te quieran puede ser algo tan bueno y tan malo al tiempo. Y si a uno le parece espléndida la elección de encarnar en adulto una voz más cercana a la infancia que a otra cosa es porque esa ambigüedad del juicio acerca de los afectos que nos rodean, emanen de uno o vengan del exterior, es una de criterios y extravíos adultos, una de la que uno jamás se verá libre. Como si ello –el hombre-niño San Juan- reflejara la similar cuota de incertidumbre, de desmanejo del mundo, propia de cualquiera de nuestras edades. El estado aparece con los márgenes perfectamente definidos en la obra de Crimp, pero adquiere la forma difusa, conscientemente creadora y olvidadiza, de los padres de la víctima-San Juan en Hamelin, para los que el crimen es sólo una consecuencia no grave de un beneficio mayor. Cruel es en Crimp el flautista de Hamelin, Tierno la rata, también en Hamelin.

pieza para baritono y envejecimiento

Acaso el Falstaff que Verdi y Arrigo Boito crearan en 1893 un siglo más anciano que el Don Giovanni de Mozart y Lorenzo Da Ponte, fuera no el amo redivivo, olvidadas ya sus artes de seductor hasta no reconocerse como parodia de aquel apetito encarnado, cuanto el extraviado en tales lídes Leporello, criado de aquel, como un Sancho que, de tanto leer las proezas de su señor, se creyera éste, y vinieran los alegres molinos de Windsor a hacer su ego harina.

10 junio 2006

09 junio 2006

Mncars 1. Esperando a Gordon Matta-Clark.

Aunque la casa y la ventana –sobremanera El Guernica y Los fusilamientos del 2 de mayo- vivan aquí ambas, no deja de admirarse cómo estos días se tira la primera desde la segunda en la exposición que permite mirar a Picasso al lado de algunos de los cuadros que él miró para pintar los suyos. Si bien a uno le admira más, siente más logrado el objetivo de la muestra en la parte que alberga El museo del Prado, es en el Mncars donde el duelo –como paredes acribilladas de llanto- que enfrenta ambas obras sobrecoge el alma, pues siendo el dolor que subyace cada una de las dos obras distinta en tiempo y formas, a la vez es cruelmente similar y de un desgarramiento que no exige haber nacido en este país para sentirlo dentro, aferrado a uno, y casi parece una broma, un juego de funcionarios armados e indolentes, la pictóricamente espléndida Ejecución del emperador Maximiliano, pintada por Manet en 1869, y expuesta entre El Guernica y Los fusilamientos del 2 de mayo como se colgaría un cartel que indicara que tanto dolor es una broma, que matar no duele de este lado ni tensa los músculos de quienes la empuñan desde el otro. Anclado el primero por su fragilidad en las paredes del Mncars, las mismas paredes que acogen a Goya permiten, por demás, algo que el espacio habitualmente habilitado en El Prado para exposiciones temporales no hubiera permitido: un recorrido, medido en metros generosos, que media entre una y otra obra, y que, sin la marea de gente interpuesta, uno puede imaginar como el espacio de un duelo entre gigantismos, en el que el mayor de esos enormismos fuera precisamente el duelo que emana de ambas, duelo como enfrentamiento de violencias y duelo como dolor inmune al tiempo. Sendas barreras impiden acercarse a ambas obras y entre las razones ha de estar el vigilar cierta distancia respecto al dolor que guardan. Y es justo eso: lo que al guardar preservan del olvido, como sendas gorgonas a las que se hiciera harto difícil mantener la mirada, dispuestas de tal forma, frente a frente, que sólo un dolor semejante pueda aplacar, contener, al otro. Hay una luz en el centro de cada uno de los cuadros –una bombilla en El Guernica, un fanal en Los fusilamientos- y se hace indeciblemente hermoso imaginarse, a solas y a oscuras, en el pasillo que las une, sintiendo su resplandor, tenue o teñido de rojo. Cómo la luz que muestra el horror es la misma que se necesita para preservarlo, antes y después, de la oscuridad.

06 junio 2006

Versiones del día y la noche

Escuchaba hace unos días a un pianista extraer de sus dedos a Bach, a Satié, a Chopin, a Debussy. Y cómo ante el aprecio general, esbozaba tras el concierto una mueca que venía a decir que existe un Bach, un Satié, un Chopin, un Debussy que sólo él es capaz de escuchar. Hace unas horas, practicaba uno a solas un cierto baloncesto que dejó se serlo cuando una criatura de 2,03 centímetros, 23 años y que viene de jugar en segunda división se acercó a sugerir jugar a un deporte que, obvio, es en él uno y en mí otro. Ponderaba uno su situación –la suya- cuando respondió que estaba sin equipo, y cómo había de emplear los meses de verano para ganar en éste y aquel aspecto de su juego para optar a jugar en éste y no en aquel puesto. Las formas del fracaso ajeno que uno, a ciegas, siente en la boca saber a laurel hasta que pregunta. O cómo el progreso depende, muchas veces, de respuestas que uno no puede permitirse escuchar fuera

05 junio 2006

kimsooja y la sostenibilidad

Al principio, justo antes de entrar al Palacio de Cristal, gana ella, mi rival en el pleito que mantenemos por condenar o salvar al espectador-oveja: te dejo, que voy a entrar a ver un espectáculo. –dice una señora justo detrás de mí. Y al respecto, la instalación de la coreana Kimsooja es un cristal de aumento, si no de quienes la visitan, sí del lugar que la alberga. También en esto gana ella: se entra con la cabeza gacha y ya apenas se levanta. La instalación es una lámina, compuesta de espejos ensamblados, que cubre el suelo por completo, reflejando el armazón invertido del Palacio de Cristal. El efecto obtenido –del que, por esas cosas raras del arte contemporáneo, nada se dice en el texto que contiene el folleto- es una rara sensación de vértigo, que, de no poder levantar la cabeza y apreciar allí el edificio, en su sitio, acorde a Newton, sería inquietante, como lo es apreciar justo bajo los pies una vasta piscina hecha de forja y vidrio, donde el crujir que acecha en según qué planchas del suelo no es menos sospechoso que el hecho imposible de que nada caiga a ella, ni una brizna de árbol. Como si el equilibrio imposible que mantenemos sin caer sostuviera a la vez a todo lo que, alineado en línea recta con nosotros, avanza sobre un pie, cabe pensar que más aferrado a los propios trozos que a la invisible cuerda. Más o menos tímidos, varios hacíamos maniobras de funambulista al caminar sobre el punto más alto de la cúpula. Es hermoso el palacio de debajo, tanto o más que el erigido justo sobre la simetría exacta del final de sus columnas, y así, uno sale de caminar en el vacío sin haber logrado caer en la belleza, tan fácil que pareciera. Ella vuelve a ganar, como se ve. Y si, a la salida, parece tan opaco el suelo, tan ocultos los pozos del buen vértigo, es sólo porque el Parque del Retiro es un lugar de asombro y nadie en su sano juicio iría mirando al suelo.

Madrid-Berlin-Madrid

Protestaba ayer una manifestación la intervención prevista en el Parque de Berlín –una que prevé la tala masiva para hacer un aparcamiento y no sé qué polideportivo de pago- y era el shakesperiano bosque de Darfour que descendía López de Hoyos para plantarse junto a los plátanos y pinos al cuidado de la oruga Macbeth. Al poco desembocamos delante del portal de la casa en que viviera Gabriel Celaya. Sí a los poetas, no al hormigón –se gritaba entonces, tras la lectura de sendos poemas que cantaran, respectivos, la necesidad de la resistencia y la necesidad del árbol, concreto y de facciones amadas, que uno escoge para vivir. Ámparo es el nombre de su viuda. Algo que debió haber dado juego, dado el tema. Un día de sol no muy distinto pasó uno, hace ya años, en La Pedriza, entre sus pinares y con un libro de Gabriel Celaya en la mochila que no pude regalar a la mujer que no apareció ese día. Manifiéstate –debí insistir. Pero nada.

incierta fragua

Compraba ayer, en la feria del libro, tres obras del polaco Slawomir Mrozek, cuando advertí un hombre a mi izquierda que hacía lo mismo, más aún, que lo hacía un 60% más que yo, pues se llevaba cinco. Ese hombre era el gran Forges, y debí haberle pedido que me firmara mis tres libros. Aquello de Borges, entre otros, de que el libro lo escriben los lectores. Consiento el plagio si me lo dedicas –haberle dicho.

01 junio 2006

de un cuaderno

Yo, para todo viaje
-siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera-,
voy ligero de equipaje.
"En tren"
Página 0 del último libro de I. Gibson.