31 mayo 2006

de repente, el ultimo jiron

Gélido como un año sin su poema correspondiente, el montaje de la obra de Tennessee Williams, De repente, el último verano, en la sala Francisco Nieva del teatro Valle Inclán, en Madrid. Casi ausente en el resto de explicaciones, en el resto de los porqués, como icebergs, del resto de los personajes, hay al menos carne –un deseo material, humano, real y doliente- en el egoísmo de Jorge Holly, que trata de que la versión de la muerte de Sebastián coincida con la que quiere escuchar su madre, es un deseo del que penden 50.000 dólares de la época, aunque eso suponga que la testigo y narradora de la muerte, su propia hermana, añada al hecho de estar a punto de ser lobotomizada en un sanatorio, el sufrimiento de tener que mentir acerca de lo que vio. Hay tanta distancia respecto a los propios sentimientos que incluso la protagonista y testigo del crimen –la infeliz y torturada Catalina Holly- declara haber escrito un diario, pero uno en tercera persona, como si la dicha y el horror que describe de sí misma le ocurrieran a otro. La misma distancia hay en la visión de la madre del finado, que describe a un hijo que no es como ella cuenta, y cuyo dolor sólo es la renuncia a admitir que su muerte, tal y como narra Catalina Holly, ocurrió al ser despedazado, devorado por otros hombres, a los que su madre niega el mismo mundo que su hijo. -¿Cómo pretende que crea que mi hijo fue, día tras día, a una playa pública? –dice en un momento de la obra Violeta Venable, su madre. Distancia, también, en los principios del doctor llamado para ingresar a la testigo del asesinato, doctor que se debate entre su tibia alarma ética ante la posibilidad de aceptar una locura que no lo es, y ver con ello financiado, gracias al soborno de la riqueza de Violeta Venable, sus arriesgados experimentos en cirugía de la locura. Hay escasa carne en el montaje, carne oculta por razones burguesas, de clase o posición social en el trance de saltar o retroceder una casilla según sus actos sean unos u otros. Por eso, cuando finalmente Catalina Holly narra el ansiado relato de la muerte de Sebastián, la carne que cuenta le faltaba a éste cuando descubrió su cuerpo, es la que, al mismo tiempo que se nos imagina siendo devorada, desprendida a jirones de su cuerpo, vuelve para cubrirles a todos de algo que les faltara, como si el cuerpo del infeliz les fuese repartido en trozos para volverles reales.

30 mayo 2006

publi justa

comunidad indígena colombiana,stop/provincia de Tierradentro,stop/comercializa bebida a base de hojas de coca,stop/vendida en poblados cercanos,stop/próximamente en todo el país,stop/sabor dulce y efectos muy energizantes,stop/proyecta colocarse en estantes junto a gatorade y redbull,stop/receta y primeros ensayos ocultos en las Calderas de Inzá,stop/simbiosis mundo indígena y mestizo,stop/firmado Coca-Sek,stop.

29 mayo 2006

Glyndebourne, 20h

Unidas en torno a la avaricia y su herencia por revocar, las dos obras que forman el programa operístico representado en Glyndebourne el 1 de julio de 2004 –El caballero avaro, de Rachmaninov, y Gianni Schicchi, de Puccini- acaban y comienzan, respectivamente, con un difunto cuyos muchos bienes sólo le han de ser arrebatados a su muerte. Y si bien en la obra de Rachmaninov puede hablarse de cierta justicia al ser el propio hijo del avaro el que, despreciado en vida de éste, aspira –y finalmente logra- a la herencia en lo que, a la luz de la enfermiza y diabólica avaricia del barón, su padre, se nos aparece bien merecido, en la obra de Puccini –aunque negra, una comedia- la reivindicación de los herederos acaba en un fiasco no menos merecido dado que sus deseos –sin que se nos informe de la usura del finado- consisten en tratar de trampear el testamento sin que sus apetencias suenen más justas que las naturales en quien prefiere tener bienes a no tenerlos. La diferencia entre los dos tipos de avaricia se entiende mejor al advertir que en la obra de Rachmaninov el hijo agraviado renuncia –al punto de ver la idea como un agravio imperdonable- a matar a su padre a fin de obtener la herencia, y en la obra de Puccini la familia entera no duda en resucitar –esta es la farsa- a su finado pariente para poder, entonces sí, verlo muerto en las condiciones apetecidas. Hay honor y justicia en el drama, tanto como sátira –burla vuelta contra los burladores- y decepción en la comedia, y es un último parentesco el que, en ambas obras, sea un judío el que, al transformar la avaricia respectiva en honor y picaresca, explique, en esa divergencia, la distancia con que Rachmaninov y Puccini parten de un mismo pecado capital: la avaricia tal y como aparece en el relato de Pushkin en que se basa uno, y las consecuencias de la misma tal y como se describen en la Comedia de Dante en que se basa el otro.

Glyndebourne, 21.20h

No es una ópera –dice el director Vladimir Jurowski en la entrevista que acompaña a la grabación de El caballero avaro. Se refiere a que el propio Rachmaninov volcó literalmente, palabra por palabra, el texto de Pushkin, y que, como tal, ausente en la voluntad de éste la idea de ser interpretada y sí leída, la obra carece de peso teatral –en un sentido esto supone una extraña abdicación de la responsabilidad dramática, escribe en el cuaderno adjunto Dennis Marks. Y que, como cuentan el director y la responsable del montaje Annabel Arden, haya que buscar en buena medida fuera del escenario –en la orquesta- la expresión de la avaricia y sus tormentos hacia uno mismo y hacia los demás, explica esa maravillosa idea escénica de una funambulista que, personificando esa avaricia y sus consecuencias, planee –literalmente- sobre toda la obra. La grabación del montaje permite, con sus planos cortos, ensanchar la definición de semejante personaje etéreo que sale de dentro del avaro para, con gestos de rabia, dolor, miedo y deseo de muerte, transformarse en un carácter tan real como el que, desde fuera, sólo termina de ver el avaro cuando la avaricia se transforma, al final de la obra, en el rostro de lo que viene a matarle. La humanización del sentimiento, de uno tan poco sensible al dolor ajeno, como es la avaricia, adquiere así, tornados sus gestos en los de quien los padeciera y no en quien los originara, el sentido contrario al que plantea el escenario: enfermizo, obsesivo, cruel de pedernal, el barón avaro se convierte en la perdición del alma que, flotando por encima de él, asiste asqueada y temerosa a los desmanes de la carne incapaz de elevarse, por el peso de la avaricia, por encima de sus desvaríos.

28 mayo 2006

van un aleman y un español

Al tiempo que competían por ver cuál de ellas permanecía al alcance del público más de diez días –la respuesta es ninguna de ellas- han coincidido dos obras en cartel –El hombre de teatro, de Thomas Bernhard, y la película de Albert Serra Honor de Caballería- que versan sobre un tema antiguo: de las relaciones de dependencia ambigua entre la sabiduría, o el mero conocimiento, y quienes lo ignoran por completo. Aquí caben las relaciones que Bruscón –el protagonista de la obsesiva obra de Bernhard- entabla –sostiene a su pesar- con aquellos que abisman su ignorancia desde este lado del telón –su familia, que le es tan inservible como tal que como componentes de la compañía teatral con que representa la obra de la que es autor- y con quienes, del otro lado del telón, asisten como espectadores ignorantes cuando no idiotas –textualmente. Trata El hombre de teatro del raro maridaje que ha de ser vivir sin lograr que los demás entiendan apenas un ápice de lo que uno lleva dentro y se empeña en transmitir, de la convivencia dentro de quien asiste impotente a ese empeño estéril, pero a la vez no puede evitar depender emocional, anímicamente, de ese público sordo y ciego. No ahorra Bruscón mordaces cuando no corrosivos comentarios que denigran sin solución a quienes le rodean allí donde va, ya sea su familia en esa doble condición de incompetencia o el público al que dedica idéntica opinión. Pero no puede evitar depender esquizofrénicamente de los afectos de su hija y del esmero de la cocinera de la pensión en que se aloja. Y finalmente se derrumba cuando el público ha de abandonar la sala a causa de un incendio. En la bellísima historia del silencio como lenguaje que es Honor de Caballería, es El Quixote el que halla en el abotargado y pétreo Sancho el aula para su sabiduría –en la película lo es más que su locura- , que por mor del guión persevera en más repeticiones que ideas, pero es, con todo, el proceso de enseñanza que desde un hombre que sabe trata de ser transmitida hacia quien lo desconoce. Obvio que ambos –Bruscón y El Quixote- tienen, desde su creación como personajes cuasi locos, afectada su credibilidad en aquello que traten de propagar, pero aquí importa más la distancia entre saberse en posesión de algo que los demás ignoran y la necesidad paralela de saberse necesitado por aquellos a los que, en mayor o menor grado, se desdeña. Pasa El Quixote buena parte de la película aleccionando a su obtuso discípulo acerca de esto u aquello, pero es una enseñanza teñida de afecto, de cariño, de necesidad física de ser escuchado. Como Bruscón ante una sala vacía, El Quixote cae en una ira, que tiene mucho de abandono, al ver marchar a Sancho. Acaso la historia de esa dependencia, que tiene de ida la superioridad y de vuelta el afecto, sea la que ha de sobrevenir llegado a un extremo de la opinión acerca del mundo: se ha de estar muy solo al llegar a donde Bruscón, por méritos propios, y El Quixote, por ajenos, sienten haber llegado.
El público es idiota –dice Bruscón. Mira a dios –dice El Quixote. Y aquello que no responde es todo lo que tienes.

los mejores

Viendo estos últimos viernes por la noche, demasiado de noche, en la 2, “El laberinto español”, encuentro el siguiente texto de Max Aub:
“Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides, hijo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que de verdad, se han alzado, sin nada, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides." (Campo de Almendras)
Los que sobrevivieron, mantuvieron intacta su lucha, hasta hoy.

25 mayo 2006

cristal de mayo

Los otros mundos, hechos de los colores del cristal con que no se mira

Judicial, legislativo, ejecutivo, y el poder comprar y vender.

Montesquieu, Charles-Louis de Secondat, barón de la Bréde y de. (1689-1755) Filósofo y escritor francés. Estudio derecho en Burdeos y en Paris (1705-13); a la muerte de su padre se convirtió en propietario de los extensos viñedos de La Bréde (1713) y, a la de su tío (1716), en presidente del Parlamento de Guyenne (cargo que vendió en 1726). –De la enciclopedia Salvat, edición 2003.

23 mayo 2006

aportación al debate nuclear


Central nuclear Trojan (Oregon USA) Domingo 21 Mayo

19 mayo 2006

sara y jevo

De la solapa del libro Sarajevo diario de un éxodo: Dzevad Karahasan nació en 1953 en Duvno, Bosnia y Herzegovina. Como una vacuna contra nacionalismos y otros animales sagrados, el nacer en tres sitios diferentes.

el apocalipsis segun Biedma

Leí hace años, en una entrevista a Gil de Biedma, cómo éste afirmaba el destino del hombre como la mitad de su vida dedicada a acaparar, a proveerse, a lograr, y la otra mitad de su vida a deshacerse de ellos. No recuerdo si se refería a desvestirse de conquistas o de deseos, ha de ser menos cruel si sólo las primeras, y cabe pensar que, alcanzada determinada edad, los deseos sean, en cualquier caso, menos que los logros, pero a uno se le antoja que, en este mundo cada vez más cruel y más injusto, más y más vidas puedan llegar a la edad estoica de irse alejando de la voracidad de las cosas sin tener entre los dientes más que sueños. Sueños de otras vidas, de otra sociedad, de otras recompensas, de otros sentimientos hacia uno mismo y hacia los demás. Que llegado el día de empezar a alejarse de lo que nos quita la vida a cambio, uno haya tenido que deshacerse de sus sueños para no hundirse con ellos, y a uno, a esas alturas, sólo le queden las conquistas. Cómo desprenderse de ellas sin ver vacías todas las estanterías. Quizá sólo se refería a suprimir los versos malos.

16 mayo 2006

otra vez la calle

Jueves, la enseñanza, domingo, la vivienda, una, dos, todas las veces que hagan falta contra la inmoralidad de este sistema.

15 mayo 2006

ruletas rusas o mejicanas

Lo que te destruye aunque no quiera, porque no tiene forma de no hacerlo.
Lo que te salva aunque no quiera, porque no tiene forma de no hacerlo

14 mayo 2006

sencillamente grande

Abro El País Semanal y la primera frase que encuentro o me encuentra es de Carlos Totorika, alcalde de Ermua, y dice sencillamente que su imagen de la libertad es un día de playa “ toalla con toalla con un abertzale. Sin miedo, sin odio”.
Al lado, una foto suya en la calle, a pleno sol, sin gafas de lejos, las lleva en la mano (…). Bakea.

11 mayo 2006

wagner bros presentan

La grabación de la ópera Tannhauser, dirigida para televisión por Chloé Perlemuter en 2003 con la Orquesta de la Ópera de Zurich en el foso y Franz Welser Most de director. Hay dioses y hombres en el argumento que creara Richard Wagner en 1845: la historia del descenso de un mortal desde las alturas y bajuras de un olimpo carnal –Venus- y del malparado paso entre los hombres, incluido un truncado amor terreno, que espera a quien da ese incierto paso –Tannhäuser o Heinrich von Ofterdingen. No es precisamente una comedia, y quizá como gesto de simpatía hacia las circunstancias tan poco comprensibles que conforman al protagonista –al que desdeñan y castigan todos: desde los hombres, a la mujer que le ama, pasando por el papa- la grabación –esto es, la ópera desde que empieza hasta su final- alterna planos del escenario y la orquesta con lo que ocurre fuera de ellos –en los camerinos, junto al telón, esperando para entrar, incluso mostrando a los intérpretes, ya en el escenario oculto por el telón aún, en la espera a que termine la obertura- el resultado es una narración en la que los dioses son menos dioses, y los hombres –cabizbajos, la mirada perdida, preguntándose en el camerino dónde han puesto algo que no hallan-, más hombres todavía. La música no se interrumpe mientras el realizador insiste en revelar que los olimpos son sólo tramoya no muy lejos. Tannhäuser es, así, uno más en medio de los palos que recibe: un actor más, como todos.

le rose et le hache

huelga, habiendo horas hábiles, hallar -honda herejía- heterónimos horarios. Hágase hecho: habemus horas hoy: horas humildes, histriónicas, heridas, hermosas. heroico herbolario.
horrendo hallazgo hacer hielo habiendo helio.
huyan hachas hambrientas, hibernen hebillas herrumbrosas, hurañas, hacinadas.
hiervan herraduras, hienas, hierros, herméticas hernias, herodes, habitaciones huérfanas, himnos hipnóticos, hinchados. horcas harapientas.

habitemos, henchidos, huertas hereditarias, hojas, hogueras herboladas, hemerotecas hojaldradas.

hallémonos hombres holandeses.

honestos,

habitables.

honrada hiedra.

hallémonos hormigas horizontales.

horno hospitalario.

huellas hechas huesped.

hijos humorísticos.

hurguemos.

08 mayo 2006

Una cuestión de tamaño

(Lo siento Jose, también puede tratarse de una terapia para mi complejo)
Hacemos grande un miserable insecto y lo convertimos en un monstruo despiadado, horrible y peligroso; encontramos un fruto de tamaño extraordinario y lo preconcebimos como poco sabroso o demasiado maduro. Buscamos la cajita más pequeña posible para guardar ese secreto, reducimos la extensión de un país a un rincón minúsculo e inhabitado y lo humanizamos como hermoso y acogedor. Todo lo que supera la norma es tendente a la sospecha, a la falta de garantía o a la precaución, todo lo que reduce las dimensiones de lo esperable resulta cercano, como poco, simpático. Hay excepciones, pero son todas del ámbito de lo económico.

ley de la memoria histerica, II

La ONU, en una resolución de 1946, declaró ilegítimo el franquismo. España es única en Europa ninguna democracia ha nacido de una dictadura sin romper jurídicamente con ella. –se lee ayer en El País. Queremos que se reconozca jurídicamente que el franquismo fue un régimen ilegítimo –dice Dolores Cabra, de la asociación Guerra y Exilio. Lo que hay que reivindicar es la transición. Yo no creo que la República sea el único antecedente democrático, explica manuel atencia, diputado del pp responsable para estos asuntos, que critica al gobierno por “remover el pasado”. La ley de la Memoria Histórica sugiere en el pp justo eso: que la memoria es una ley, y ha de regirse por un articulado férreo, y lo que es más importante, ajeno en el sentido de que toda ley tiene más individuos sujetos a ella que los que participan en su redacción. Pero sucede que la memoria individual –y más la que involucra el dolor, y específicamente la ilegitimidad de sus causas- es una ley natural en la que nadie puede presentar apelaciones o mandar sobreseer dado el tiempo transcurrido desde el crimen. Los actos de la dictadura franquista no son jurídicamente nulos, y por tanto los fusilamientos decididos en los tribunales militares del bando sublevado son legales de pleno derecho, como también, por añadidura, el levantamiento militar y la suspensión de un régimen democrático salido de las urnas –quizá si el sr. atencia exhumara los términos exactos con que se pretende expresar la opinión de su grupo político se entendería todo mejor. Removieran los libros que no leen y el pasado no les olería insoportable al meter en él excavadoras.

los ojos como platos

El líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, ha afirmado en una entrevista publicada hoy por el diario Avui: “Hemos dado a entender que el sufrimiento de los otros nos era igual y que el fin lo justificaba todo. Ha sido un error evidente”.
Otegi reconoce que también ha sido una equivocación transmitir la impresión de que la izquierda radical vasca desea imponer su ideario político: “[Ahora] Navarra piensa que los queremos anexionar”. “Hemos aprendido que nadie tiene la razón absoluta, que hay gente que ve las cosas de manera diferente a la nuestra”, concluye Otegi. -ahora mismo, en elpais.es

27 pasos por centimetro

Leo que alguien pudiera sentirse, por un tiempo, incapaz de proyectar su pensamiento hacia delante, por lo que duelan los deseos, tanto como de ir hacia atrás, por lo que duelan los recuerdos. ¿A dónde va uno si no puede moverse? ¿cuán ancha la acera del aquí y ahora?

05 mayo 2006

El reino de la tierra. Y sus reyes

Yo saqué adelante la Ley de Prensa y muchas más cosas y hubo que pagar un precio por ello. El que esté en política sin saber que eso es así pues que se crea que está en el reino de los cielos (…) Se alimenta el guerracivilismo de forma irresponsable y peligrosa, desenterrando fantasmas del pasado, promoviendo desde la reivindicación de la memoria histórica un encarnizado ajuste de cuentas. Además se está jugando con cosas muy serias, las relaciones con la iglesia, la educación, la unidad de españa. (…) Somos muchos los que desde la experiencia (también en la izquierda, que contribuyó de forma decisiva a lograr el entendimiento y el imperio de lo razonable), los que pensamos que hay que salvar las cosas esenciales, los principios éticos, la concepción de la política como servicio público. –de una entrevista a manuel fraga, en El País 30.4.
Quizá al pintar el reino de los cielos como la utopía de lo práctico tiñe el anciano de irresponsable y peligroso el desentierro de quienes, en no pocos casos, eran enterrados en fosas comunes boca abajo, para negarles el cielo que como ateos se habían ganado al mismo tiempo que el disparo a bocajarro. Y cabe pensar que desde la desmemoria o el recuerdo, por insobornable, poco razonable –al fin y al cabo, para hablar de lo razonable el anciano lo nombra como imperio- se tilde de ajuste de cuentas lo que es sólo ajuste de muertos, contabilidad de lo desaparecido como forma de compensación moral a las familias. Algo no muy diferente, por cierto, en la escala de valores del anciano, a esas cosas muy serias como son la iglesia o la unidad de los vivos -en su desvalorización al parecer hechos fosa común en su cerebro. Alarma éste las cosas esenciales por salvar –esto es, por desenterrar- y un buen uso de esos principios éticos (que admiten las balas como parte del reino de la tierra pero apestan a quienes las reciben) sería llenar con ellos los agujeros que van abriendo las excavadoras para extraer la memoria histórica. Podría hacerse al revés –puede pensarse- pero para qué: el anciano ya tiene llena de muertos la cabeza.

La ciudad juarez y los perros

Escribe Alfonso Armada en abc cultural 4.3 acerca de los asesinatos impunes de Ciudad Juárez que recogiera Sergio González Rodríguez en su Huesos en el desierto y cómo el abogado asesinado Dante Almaraz compartía la teoría del primero que vinculaba los repetidos asesinatos de mujeres con personajes de clase media alta, con rancho, relaciones con el narcotráfico y el poder: sacrificadas como diversión. Y justo al lado, en la página de la derecha, refiere el propio Sergio González Rodríguez de su inclusión como personaje real en la novela 2666 de Roberto Bolaños y la correspondiente de Javier Marías Negra espalda del tiempo. Y del mensaje que escribiera a éste último tras leerla: tendré que acostumbrarme a ya no tener una vida propia, por completo real, a ser en el futuro una suerte de fantasma, una nota al pie de página de su obra. Las vidas que son ficción en manos de otros, a veces para dotar a las primeras de inmortalidad, a veces sólo prematuramente mortales, al tiempo huesos y desierto.

04 mayo 2006

Natural eficacia

...sin rastro de la gripe aviar en San Borondón.

what it hurts

Casi dos décadas separan, respectivamente, las películas Fahrenheit 451 de 1984 y ésta de V de Vendetta. Las dos primeras se basan en libros, la última en un cómic. Los lazos de las dos primeras son evidentes al tratar de sociedades en los que los libros, y el pensamiento libre que conllevan, están proscritos, y en el que la televisión piensa por todos. El actor que en Fahrenheit 451 interpreta al jefe de bomberos quemalibros es, en 1984, el jefe de la policía del pensamiento –uno que, como señuelo, vende libros y otros objetos prohibidos para descubrir mentes delincuentes- y uno juraría que uno de los actores que, en la película de Truffaut interpreta el papel de aprendiz de bombero es, en 1984, uno de los infelices hombres-nada que compartirá un destino cruel que no comprende porque a esas alturas sólo entiende lo que le ordenan entender. Los lazos que unen la versión que Michael Radford volcara al cine a partir de la novela de Orwell con esta reciente V de Vendetta son menos profundos sólo en apariencia: la V que en 1984 domina visiblemente el logotipo del partido único es, en la última de las películas citadas, el emblema que el liberador –un hombre del que, por cierto, sólo sabemos que es distinto porque atesora miles de libros y nadie más aparece en la película sosteniendo uno sólo- graba aquí y allá como símbolo de su resistencia a la sociedad domesticada por el miedo y la demagogia más pueril y en el eco que encuentra, criminal. La cúpula dominante hace la guerra contra sus propios súbditos –se escucha en 1984, pero es justo el argumento de fondo del sistema de gestión del miedo como forma de gobierno que anuncia V de Vendetta. Con todo, el principal, y más notorio de los nexos de una y otra película es el efecto de los 22 años de diferencia en el alma del actor que protagoniza ambas películas: John Hurt es, en 1984, el desdichado hombre que ama y piensa, libre y sólo, hasta que es detenido y transformado en un esclavo más de la mente grupal –fofa y domesticada- que pregona la televisión: un hermano más del Gran Hermano de nadie. Buscada o no, más que una ironía sugiere una profunda tristeza que emana de verle, veinte años después de aquella perdida –Richard Burton le nombrara en 1984 como el último de los seres humanos- erigido en líder supremo del partido totalitarista que hoy, en 2006, pregona y decide el miedo, el no pensar, de millones de personas. El rostro paranoico del Gran Hermano que John Hurt tuviera que ver en los televisores todo el rato es en V de Vendetta el suyo, dentro de los mismos televisores, pregonando mentiras similares, prohibiendo el pensar y el sentir de quienes, sólo veinte años antes, eran él. Si duele pensarlo como metáfora es porque tan verosímil es, tras los mismos rasgos, un símbolo de lo que nos defiende, y al hacerlo preserva, como uno que nos prohíbe libres y con ello nos niega. Lo que es mentira será verdad, y después de nuevo mentira –dice el propio Hurt en 1984, antes de convertirse él mismo en ambas.

03 mayo 2006

refundicion del estado

Anoche paseaba alrededor de Las Cortes y en una de las vueltas leí la leyenda que figura a los pies de uno de los leones que vigilan la escalera –fundido a partir de los cañones arrebatados al enemigo en la guerra de África de 1860-, entonces imaginé cuán mejor hubiera sido todo si el zoológico de hierro fundido no se hubiera quedado en dos leones, sino que hubiera abarcado toda fauna conocida: desde seres unicelulares –hechos, un suponer, de la punta de las balas- a los mastodontes de las llanuras de ese continente –elefantes, rinocerontes, jirafas, hipopótamos, hubieran masticado, al construirse, miles de gatillos, de percutores, de cámaras y recamaras, de los tubos que los disparan. La fila de animales –dos de cada especie y así incluso los machetes se hubieran extinguido- descendería en hilera hacia el Paseo del Prado y extendería su cabeza al tocar ese espacio del Parque del Retiro que albergó, si no me equivoco, un zoo. Tuviéramos esa cabalgata desde hace 142 años y al levantarse los militares en armas en 1936,en tierras africanas, sólo hubieran hallado tenedores con los que intentar deponer la República. Es un sueño, claro, pero cómo no imaginar qué pasaría si las leyendas, tantas veces puestas por nosotros al pie de los caballos o de los leones, echaran a andar, de forma que no tuviéramos que refugiarnos en el arca, como siempre.

02 mayo 2006

informe 20060428

Sucede que los oriundos de la isla de San Borondón tienen amigos que ocasionalmente les visitan. Sucede también que la mayoría de ellos al descubrir la isla se ilusionan con su republicana sencillez y se apuntan a ella cargados de melancolía y esperanza, a partes contradictorias y yuxtapuestas.
Sucede así que poco a poco la isla de San Borondón va ganando adeptos que la cortejan, ocasionando que crezca en ella, vegetal y líquida, la estridente conciencia de su pequeñez.
Así que aprovechándose de las potentes legañas y naturales inercias que unen a los visitantes con sus propias existencias cotidianas, San Borondón los desplaza y los rebota por todo el ancho mundo en calidad de emisarios, constituyéndose cada uno de ellos en una especie de consulado portátil e inalámbrico que ensalza, contagia y comunica lo visto y conjeturado en el viaje.
Circunstancia que ocasiona con frecuencia que diferentes emisarios coincidan en un mismo punto sin saberlo y manden mensajes telepáticos como bips amorosos y nostálgicos, confundiendo a los ignorantes con sus calladas ondas.
O que, desplegando su tendencia a enfocar el juego de los equívocos como una metodología de la espera, sorprendan a los otros corresponsales con mensajes misteriosos que sólo un cabal ciudadano de San Borondón puede descifrar.
La alegría transitiva que se genera en estos momentos es fuente de energía renovable y gratuita, y, de forma análoga a como dijo Cavalieri para los sólidos, si dos cuerpos tienen la misma altura de miras y al provocarles mediante acertijos se obtienen caras con igual sonrisa, entonces tienen el mismo sueño.

nuestra imagen

Hace unos días me dijo que no tenía televisor, que hacía cinco años que había decidido dejar de tragar los macarrones a duras penas mientras en las noticias le mostraban lo peor de nuestras miserias, las más prosaicas de las mentiras, y los demás programas se resumían todos en violencia, sexo gratuito y la certeza de vivir en un país inculto y cotilla. Pues puedo asegurarte que en estos cinco años no ha cambiado nada, siguen viéndose las mismas imágenes y seguimos con las mismas mentiras: delincuencia, hambre, desastres, incultura..., le dije. Seguimos igual todos. Sí, me dijo, y tuve la seguridad de que no interpretaba correctamente mi intención. Así que vas a tener que buscar otra estrategia, añadí.